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"No mereces ser amado"

LUKE

La botella vacía, yacía en mi mano. Y las lágrimas aún no paraban de salir constantemente. Había pasado toda la mañana y tarde, tirado en el mismo lugar. Llorando por el mismo dolor, uno que no podía enfrentar. 

Tres golpes en mi puerta, me estremecieron.

Ashley encarno una ceja al verme y yo rodé los ojos al verla. Sin invitarla paso, y tiró su bolso en el sofá, como cada vez que venía. 

—¿Cómo has estado lejos de mi,Luke?—cuestionó cruzando los brazos sobre su pecho.

—Mejor de lo que estuve contigo—respondí. 

—Quiero que te largues, ahora—ordené.

Todas las ideas vinieron a mi cabeza. Todas las propuestas de venganza frente a mi. 

—Por tu aspecto asqueroso, tus ojos hinchados y esa botella en tus manos, deduzco que la zorra y tu terminaron—dijo.

Me acerque a ella, y los retardados efectos del alcohol hicieron lo demás. 

Lo sabía, era un idiota. Un idiota dolido y aún más estúpido que de común. 

En pocos minutos, Ashley estaba desnuda debajo de mi, y tenía una necesidad tremenda. Solo por lo que ocurriría con el deseo de venganza satisfecho.

Ella se tiró a mi lado, diez minutos después. 

—Aún con el corazón roto, sigues siendo el mejor—ánimo. 

La mire un segundo. Vi como su naturaleza de zorra le obligaba a hacer este tipo de cosas. Aún sabiendo que yo no lo quería, se quedo. 

—Viniendo de ti, es bueno oírlo—respondí


Ella sonrió levemente. Ya ni siquiera mis comentarios hirientes le afectaban. Fue entonces cuando me cuestioné, el momento en que comenzaron a afectarme a mi. 

Antes no me interesaba todos los comentarios injustos y bien dichos que las chicas con las que me acostaban me decían, o el dolor de sus rostros cuando las echaba por la mañana. 

—¿Entonces es cierto que la zorrita y tu terminaron?—preguntó.

—¿O el viejo Luke volvió?—continuó.

Mi estómago se encogió. El viejo Luke, aquel que siempre estaba roto sin saberlo, y estaba perdido sin darse cuenta. Aquel que no tenía amor, ni le importaba tenerlo. 

—Nunca hubo uno nuevo—dije.

No quería ser el viejo Luke, pero sin ella, estaba condenado a serlo.


LYDIA 

Las luces de neón iluminaban a toda la gente que bailaba en la pista.

Jugaba con mis manos, ocultando la decepción que sentía, porque Luke aún no se aparecía por aquí. Y eran más de las once.

—¿En realidad estarás así toda la noche?—cuestionó Ashton.

Negué.

—No lo sé, tal vez se le hizo tarde, o está metido en un problema—dije tratando de mentirme a mi misma.

—¡Por favor! ¿Por qué sigues te engañando?—habló como si fuera una estúpida. Y en este punto no me importaba serlo, y tenía que admitirlo.

Una lágrima se deslizo por mi mejilla.

—Porque él lo prometio—respondí.

—Bien, no llores. Te llevare a casa de Hemmings—dijo.

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