Bang bang.

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Jonathan

Algunos días después...

Hoy Kathia al fin sale del hospital. Estoy feliz por ella. Después de ese horrible accidente, es bueno que regrese a su casa. Su madre me hablo para decirme que le quería hacer una pequeña bienvenida con sus amigas y que quería que yo la llevara a su casa. Acepté, claro.

Al fin es el día. Es sábado. Me levanto alrededor de las 10 am y bajó a desayunar. En el comedor me encuentro a mis tres hermanas, a mis 2 cuñados y a mis padres charlando sobre algo mientras desayunan, cuando me ven noto algunas caras felices y otras enojadas.

—Buenos días —digo un poco serio y sigo caminando hacia la cocina.

—Hola Jon —dice mi madre feliz— en la barra hay huevo con jamón y un vaso de chocolate, tráelos y ven a comer con nosotros.

Dice aún sonriente. Asiento y camino a la barra, pero en vez de levantar los platos e irme a sentar con ellos, como ahí.

—Jonathan ven a sentarte aquí por favor —dice Celeste después de unos minutos.

—No gracias, estoy bien —respondo con la boca llena.  —Ven Jon —dice mi madre con firmeza.

—Dije que estoy bien —repito.

—Maldita sea —Escucho decir a alguien y luego el sonido de una silla arrastrarse por el piso. Escucho unos pasos y veo a Mario frente a mí bastante molesto—, ve a sentarte a la maldita mesa —Vuelve a decir con los dientes apretados. Como otro bocado y lo miro de nuevo con indiferencia.

—O si no que —digo viéndolo a los ojos. Mario aprieta los puños y mueve las manos muy rápido que apenas y puedo ver lo que sucede. Agarra el plato de dónde estoy comiendo y el vaso y los tira al piso. Queda toda la comida junto con pedazos de lo que alguna vez fueron un plato y un vaso. Suelto el tenedor sobre la barra y doy media vuelta. Mario trata de agarrarme por el codo, pero me safo y lo veo.

—Tú no tienes ningún derecho a venir a mi casa a decirme qué hacer, si no quiero hacer las malditas cosas no las hago y ¡¡¡ya!!! —Le gritó.

Celeste se levanta de su silla y César también. Mi hermana se pone detrás de él y César lo toma del brazo. Mi padre también se ha levantado y me toma del brazo.

—Deja de hacerte el niñito bueno, ¡¡¡¡¡no eres ni la mitad de lo que dices!!!!! —Me contesta.

— ¡¡¡Esta es mi casa!!! —Le grito y doy un paso hacia adelante— y quiero que te largues —digo chasqueando le los dedos.

—Basta Jon —Escucho a mi madre que está junto de mí.

— ¡¡¡Lárgate de esta casa!!! —repito, se suelta del brazo de César y camina hacia la puerta con pasos firmes. Abre la puerta, sale y da un portazo.

—Bien hecho Jonathan —dice Celeste con lágrimas en los ojos.

— ¡¿Qué querías que hiciera?! ¡¿Qué dejará que me hablara así?! —Le digo a mi hermana y ella no sabe que decirme— gracias por tu ayuda hermana, tú tampoco te molestes en regresar a esta casa —digo y me suelto del brazo de mi padre. Camino hacia las escaleras— gracias familia por apoyarme en todos y por ser tan comprensivos. Los amo —digo con tono sarcástico mientras subo las escaleras.

—Jonathan, por favor, no hagas esto —escucho a Silvia decir, pero ya es demasiado tarde. Entro a mi cuarto y cierro de un portazo. Escucho que discuten algo y luego alguien sale despidiéndose con un portazo.

Me siento en la cama y pongo mi cabeza sobre mis manos. Respiró profundo una y otra vez para calmar mi respiración. Cuando ya estoy mejor, me levanto y entro al baño. Tomo una ducha rápida y cuando salgo, me pongo algo decente. Un pantalón negro, una camisa blanca y arriba un saco azul, me pongo unos tenis negros y me peino el cabello un poco hacia un lado. Tomo mi teléfono y le marcó a Rebeca. Suena dos veces.

Sólo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora