You Be Love (parte 1)

16 2 0
                                    

Kathia

Han pasado casi 6 meses desde que Jonathan y yo empezamos a salir oficialmente. Han sido los mejores casi 6 meses de mi vida y digo casi porque Jonathan se ha portado un poco extraño desde hace un par de días. No creo que me esté engañando, pero es un poco extraño su comportamiento hacia mí. Se aleja cuando contesta el teléfono, susurra, se va temprano, esas cosas. Quizás esté exagerando.

Miro el techo de mi habitación. Mi madre ya casi no vive aquí. Se consiguió un novio que la trata bien y eso me alegra. Vive prácticamente en casa de él. Sin embargo, esta casa ya no está tan vacía como antes ya que prácticamente, Chris vive aquí, Jonathan pasa aquí, 4 de los 7 días y mi nuevo amigo, Abelardo viene cada vez que quiere.

Abelardo es nuevo en el trabajo y me pidieron capacitarlo como lo hizo Chris conmigo.

Solicito el trabajo hace 3 meses y a la gerente le gustó tanto su sentido del humor, que casi lo contrató enseguida, alguien así nos hacía falta en el trabajo.

Cuando recién lo conocí, era algo serio y preguntaba todo lo que podía acerca de cómo hacer las cosas. Una vez que nos hicimos amigos, me empezó a mostrar su personalidad tan alegre y divertida. Temía que Chris y él no se llevarán bien, pero resultó que se llevaron bastante bien desde que los presente.

A Jonathan igual le cae bien. Al principio le molestaba un poco, pero empezó a hablarle y ahora son grandes amigos que se la pasan en mi casa jugando vídeo juegos después del trabajo.

Es viernes y por alguna razón en particular, estoy sola. Y por alguna otra razón, no me molesta. Generalmente, todos están aquí metidos; Jonathan, Chris y Abelardo y siempre les tengo que hacer de comer o se acaban todo lo que hay en mi cocina o no me dejan estudiar en paz. Hoy disfruto del silencio... Hasta que mi celular empieza a sonar. Es Abelardo.

— ¿Qué haces chica? —dice al otro lado del teléfono.

—No mucho, disfrutaba de mi soledad —digo sentándome en la cama— ¿vienes? —me miro las uñas.

—Si claro, llegó en 5 —Y cuelga. Fue bueno mientras duró.

Bajo las escaleras y preparo algo de comer para cuando llegue. Tocan la puerta y después abren.

—Hola —dice Abelardo y camina hasta mí.

—Hola. ¿Qué te trae por aquí? —digo dándole un plato con algo de comida.

—Creí que estaban los chicos —Se sienta en el comedor.

—Es un poco insultante que vengas a MI casa buscando a alguien que no soy yo, ¿sabes? —Pongo cara de ofendida.

— ¿De verdad esta es tu casa? —dice tratando de hacerse el sorprendido.

—Ja ja —Me siento frente a él con un plato igual al que le di hace un momento.

—¿Y Chris? —dice escupiendo la comida.

—Fue a la escuela y se iba a quedar en su casa todo el fin de semana, su padre le dijo que hacía días que no lo veía —Me encojo de hombros.

—¿Y Jonathan? —dice con la boca llena.

—Eres asqueroso —digo con una mueca de disgusto— la verdad no lo sé, no lo veo desde ayer —Pongo los ojos en blanco— ha estado un poco distante estos días.

—Seguro no es nada — dice sin importancia y sigue comiendo.

Nos pasamos toda la tarde y parte de la noche viendo series y películas por internet. Cuando nos damos cuenta de la hora, ya es demasiado tarde para que regrese a su casa, así que se instala en el cuarto de mi madre.

Abro los ojos lentamente. No sé que es lo que tiene Jonathan estos días, pero está empezando a molestarme. ¿Acaso solo me quería para un rato? ¿Solo quería el sexo y ya? ¿Qué es lo que pasa? ¿Acaso hice algo malo? No lo sé, pero hoy lo averiguaré.

Entro al baño y tomo una ducha larga. Practico lo que le diré y le preguntare cuando lo tenga enfrente.

Salgo del cuarto con unos jeans negros ajustados, una blusa blanca de Guns N' Roses y unos tenis rojos. Toco la puerta del cuarto de mi madre.

—Voy a salir, ¿vienes? —grito. No se escucha nada adentro. Estoy a punto de irme cuando escucho que tropiezan con algo dentro.

—Claro —Abelardo abre la puerta, va sin camisa. Mi amigo es alto, casi de la misma estatura que Jonathan. Tiene el cabello negro y los ojos verdes. Sale del cuarto un poco adormilado mientras se pone una camisa gris.

Nos subimos a la camioneta de mi madre, que ahora es mía, y empiezo a conducir a casa de Jonathan.

— ¿Qué se supone que le dirás cuando lleguemos? —Bosteza.

—Que cuál es su puto problema conmigo —Aprieto el volante.

—Oye tranquila, sé que se ha portado como un bastardo, pero tómalo con calma.

—Quizá tengas razón —Es lo único que digo hasta llegar a nuestro destino.

Estaciono enfrente y lo pienso dos veces antes de abrir la puerta.

— ¿Estas bien? —Me pregunta mi amigo con preocupación.

—Si, que pase lo que tenga que pasar.

— ¿Quieres que te acompañe? —Me dice antes de que cierre la puerta.

—No es necesario, si te necesito, sé que estarás aquí afuera esperando —Le dedico una amplia sonrisa.

—Sabes que si —Me sonríe de vuelta.

El camino a la puerta de su casa se me hace eterno. No sé qué esperar, no sé lo que me va a decir, o que excusa me dirá. Pero pase lo que pase, quiero que sea rápido.

Toco la puerta y espero.

Escucho el cerrojo del otro lado y cuando la puerta se abre, es él.

Me mira con asombro, como si esperara que fuera otra persona.

Como si fuera una intrusa en su casa.

Y es exactamente como me siento.

Sólo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora