Me too

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Jonathan

Llego a la casa de Rebeca en algunos minutos. Son las 7:50. Se lo que se puede llegar a tardar una chica cuando se está arreglando para salir. Eh vivido con 2 hermanas y sé que se pueden tardar hasta horas, así que me quedo ahí sentado contemplando la oscuridad de la noche.

Cuando son las 7:59 me miro en el espejo y no estoy nada mal. Bajo del carro y camino a su casa. Solo he estado aquí una vez, después del accidente. No es una casa muy grande, es de un solo piso y solo tiene 3 recamaras, la cocina, 2 baños completos, la sala y un patio en la parte de atrás. La casa es bonita.

Toco la puerta y espero unos segundos. Se escucha algo al otro lado de la puerta y su padre aparece.

—Hola Jonathan, pasa —dice abriendo la puerta completamente.

—Gracias, permiso —digo y entro. Me meto las manos en las bolsas del pantalón y veo la pequeña sala frente a mí.

—En un momento sale, siéntate —Camina a la habitación de Rebeca. Toca dos veces y abre— Jonathan está aquí —dice y cierra.

Me siento en el pequeño sillón y su padre en el sillón de mi lado izquierdo.

—Y ¿a dónde van a ir? —Me dice tomando una postura firme en el pequeño sillón individual. Me aclaro la garganta un poco.

—Iremos a cenar a un restaurante del centro —digo y me acomodo en el sillón— vende comida china o algo así —digo viéndolo y él está serio. Escucho una puerta abrirse a mi espalda y me levanto. Veo a Rebeca salir de su habitación con un pantalón negro, una blusa roja con escote y una pequeña bolsa al hombro. Lleva el cabello ondulado y un labial color rojo.

—Te ves linda —digo cuando ella está frente a mí. Ella se sonroja.

—Gracias —Voltea a ver a su papá y dice— volveré temprano —Y le da un beso en la mejilla.

—Conduce con cuidado Jonathan —dice y caminamos hacia la puerta. Salimos de la casa y caminamos a mi auto. Entramos a mi auto nuevo/prestado y nos dirigimos al restaurante. Llegamos en poco tiempo y estación enfrente, me bajo y corro al otro lado a abrirle la puerta.

—Gracias —dice cuando le tiendo la mano para ayudarla a salir del auto.

—De nada —digo y sonrío.

Entramos al pequeño restaurant y nos sentamos en la mesa más alejada de la puerta. Una chica mesera se acerca a nosotros con dos menús y se retira.

— ¿Y a que se debe tu invitación? —Me pregunta Rebeca con una sonrisa.

—No lo sé, tenía ganas de verte —Le devuelvo la sonrisa.

Nunca había venido a este restaurant, de hecho, ni me gusta la comida china, pero a Rebeca le gusta y por eso he venido con ella. La chica mesera regresa y nos toma la orden. Yo pido lo mismo que Rebeca y platicamos un poco hasta que nos traen la comida.

—Debo de confesarte que jamás había comido comida china —Pruebo un poco de mi plato— no está tan mal —Me sonríe y comemos en silencio.

Cuando estamos comiendo el postre que es una rebana de pastel de chocolate compartida entre los dos, mi teléfono empieza a sonar. Es el número de Luis. No sé si debería de contestar, generalmente a esta hora esta en alguna fiesta o algo así. Ignoro la primera llamada y sigo comiendo.

— ¿Te gusto cenar conmigo? —Le pregunto a Rebeca cuando terminamos el pastel. Ella se limpia la comisura de los labios y asiente.

—Si, me gustó mucho, gracias —Me muestra una sonrisa de oreja a oreja.

—Si quieres podemos ir al cine a ver una película —Ella se empieza a reír y siento como me sonrojo— si, obviamente a ver una película, a eso se va a un cine ¿verdad? —digo y me rasco la nuca. Mi teléfono empieza a sonar de nuevo y de nuevo es Luis.

—Creo que deberías contestar —Me dice Rebeca y toma un sorbo de su limonada.

—No, no es tan importante y estoy contigo —Sonrío y mi teléfono vuelve a sonar.

—Anda, contesta —dice y asiento.

—Sera solo un minuto —Tomo mi teléfono y contesto.

— ¿Qué quieres? —Al otro lado se escuchan muchas voces y música muy fuerte.

—Güey, tienes que venir por Luis, está muy borracho y se está metiendo con la novia de otro —dice una voz al otro lado del teléfono gritando para que puedo oírlo por encima de la música.

— ¿Dónde están? —pregunto y veo a Rebeca que está viendo su teléfono.

—Estamos en casa de Santiago, ven rápido —dice y cuelga. Volteo a ver a Rebeca que me mira con el ceño fruncido.

—Era un amigo, dice que mi mejor amigo está muy borracho y quieren que valla por él, pero si quieres ir al cine pode...

—No, no te preocupes, ve, yo te entiendo, el cine será después —Me interrumpe y aun que sus ojos reflejan un poco de tristeza, me muestra una amplia sonrisa.

—Te lo compensare la próxima vez, lo juro —Le digo y dejo dinero sobre la mesa y salimos del restaurant.

Todo el camino de regreso a su casa nos la pasamos en silencio mientras conduzco por la ciudad. No sé con que o quien me voy a encontrar en la casa de Santiago, pero si Luis esta en alguna pelea, no pienso interponerme, es hora de que alguien le dé su merecido al cabrón. Siempre soy yo quien lo tiene que sacar de sus problemas y me estoy hartando de eso.

A demás, ¿Que hace en casa de Santiago? Él es un amigo que tenemos en común desde que éramos niños, pero es un maldito drogadicto. Si está en su casa deben de estar muy borracho para que alguien más me hablara para que fuera por él. Es verdad que Luis no es un santo, pero nunca le cayeron bien esos tipos.

Cuando llegamos a casa de Rebeca nos despedimos rápido y pongo el auto en marcha de nuevo.

Tardó en llegar a casa de Santiago porque esta al otro lado de la ciudad. Me voy acercando a la casa y ya hay carros estacionado a ambos lados de la acera. Encuentro un lugar disponible para estacionarme y me bajo del auto. La casa es de tres pisos y conforme me voy acercando empiezo a escuchar la música y el olor a cigarro me inunda los pulmones. Abro la puerta y juro que en esta casa no cabe un alma más, pero aquí estoy, empujando a toda la gente para poder entrar a la sala.

Alguien me toma del hombro y cuando volteo es Mauricio el amigo de Santiago. Lleva el pelo largo y un arete en la oreja izquierda. Tiene los ojos rojos por el alcohol, y las drogas, supongo. Lleva puesto un pantalón de mezclilla roto por la rodilla y una camisa de cuadros rojo con azul.

—Santiago te está buscando, dice que Luis está muy borracho —dice gritando.

— ¿Sabes dónde está? —grito hacia él. Ve por encima de mi hombro y luego sube uno de los brazos que sostiene un vaso rojo y señala hacia el otro lado de la sala.

—Esta por allá —dice y me da su vaso.

Me empiezo a abrir paso entre la gente. Espero que al menos el este bajando la novia a algún tipo x y no a algún jugador de futbol americano.

Sin embargo, cuando llego, me doy cuenta del problema en el que se ha metido.

Sólo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora