A thousand years

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Jonathan

Son las 3 de la mañana cuando estoy tratando de meter las llaves en la cerradura de mi casa. No sé cuánto he bebido en estas últimas horas, solo sé que ya veo 3 puertas. Ni siquiera sé cómo llegue hasta aquí.

Cuando al fin logro abrir la puerta, la cierro con mucho cuidado para no hacer ruido y que nadie me escuche.  Camino hacia las escaleras y al tratar de subir el primer escalón, me caigo de rodillas y las escaleras no dejan de moverse. Me levanto como puedo y me dirijo al cuarto de abajo, tiene baño y tiene cama y es lo único que quiero en estos momentos. Llego al cuarto que esta después de la cocina haciendo ruido, cuando al fin abro la puerta, me tiro en la cama y me quedo profundamente dormido.

—Levántate Jonathan —Me grita una voz enojada. Tengo un terrible dolor de cabeza y no sé que hora es, ni donde estoy—. Que te levantes —Me dice de nuevo y yo abro los ojos. La luz que entra por la ventana es muy brillante así que no puedo distinguir quien me habla. Me siento muy despacio y me dan ganas de vomitar así que corro al baño y vomito todas mis penas de la noche anterior.

Me quedo ahí tirado en el piso del baño, no tengo la suficiente energía para moverme.  Veo a mi padre en la entrada del baño y me mira con enojo. Me levanto del piso del baño y me recargo en la pared.

—Estas más blanco que la harina —dice y me da el vaso de agua que tiene en la mano, ¿De dónde lo saco? No lo tenía hace un momento—. Tienes suerte de que tu madre se haya ido de compras con tus hermanas hace horas, si te encuentra así, no sé que te hace. —Empiezo a tomar el agua y sabe tan bien que, una vez que me la termino, quiero más.

—Subes a bañarte que hueles a podrido. —dice y da media vuelta.

—Gracias papa —digo y empiezo a caminar.

—Espero que no hayas echo algo estúpido anoche de lo que te arrepientas en 9 meses —dice mi papa sin verme.

La verdad es que casi no recuerdo la noche de ayer. Recuerdo haberme ido de casa de Kathia, y haber llegado a un bar cerca de ahí, también a la chica sentada junto de mí y haberle invitado unos tragos. Luego fuimos a su casa a seguir bebiendo y... No, no creo que hiciéramos algo más allá de unos besos. Busco mi teléfono y está en mi bolsa del pantalón. De fondo de pantalla, está la foto de una chica guapa, de cabello negro, pantalón corto y una blusa pegada. Reviso mis fotos y esta la misma chica abrazándome, besándonos, de nuestras manos, entre muchas más. En una de ellas, veo que tiene un collar de plata con su nombre, Vanessa. Suena mi teléfono y es un mensaje de alguien llamado, "la más guapa" no recuerdo haber registrado a alguien con ese nombre, abro el mensaje y dice

"Que bueno fue encontrarnos ayer en el bar, si no hubiera sido por eso, jamás te hubiera conocido y no seriamos novios... Te amo, Vanessa"

¿Novia? ¿En serio?, maldita sea, pude haber tenido sexo, emborracharme hasta morir, besar a 100 chicas hermosas y no hice nada de eso, hice lo peor, conseguir una novia. Simplemente extraordinario. Subo a mi cuarto y me baño. Cuando salgo, me pongo una sudadera y una bermuda. Y me tiro en mi cama, son las 2 de la tarde y, aun así, me quedo dormido. Despierto a las 3:15 justo cuando alguien abre la puerta de mi cuarto.

—Hermano —Entra Jessica gritando con una bolsa en la mano. Mi cabeza está a punto de estallar.

—Hola enana, ¿Cómo les fue? —Le digo tratando de sonar normal. Ella se sienta en mi cama y pone la bolsa.

—Mi mamá te compro algo —dice con una sonrisa—. Ábrelo —dice viendo la bolsa.

—Mmmm veamos —digo y empiezo a abrir la bolsa con cuidado. Dentro, hay unos tenis negros con rojo y una playera azul que tiene escrito "el mejor hermano del mundo" de color negro.

Sólo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora