Stitches

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Kathia

Termino mi examen de química en el menos tiempo establecido. Estudie bastante para este examen. Me sabia la respuesta de cada pregunta.

Estoy caminando a algunas calles de la casa de Jonathan. Me pregunto que es de su vida. Se que tiene novia y son bastante felices juntos, pero no he sabido más.

Jonathan es buena persona, es verdad que a veces se pasa de ojo alegre y mujeriego, pero es un muy buen amigo, hace más de un año que no lo veo.

Saco mi teléfono relativamente nuevo. Lo compre después de que Marco se fuera. amaba mi antiguo teléfono, pero después de que la pantalla se estrellara contra el piso de mi cuarto, dejo de funcionar.

Son las 11:23, entro al trabajo a las 2, podría pasar a preguntar como esta.

Sigo caminando en dirección a la casa de Jonathan mientras fumo un cigarro.

Miro la casa un momento. Creo que solo estuve aquí 2 veces, si no es que solo una. El auto de Jonathan esta estacionado al frente. Tiro lo que queda del cigarro y lo piso. Camino hacia la puerta y toco el timbre.

Una pequeña niña de ojos muy grandes abre la puerta. Jessica.

—Hola nena —digo con la sonrisa más sincera que me sale.

—Hola Kathia, ¿buscas a Jonathan? —dice mientras me deja entrar por la puerta.

—Si, así es pequeña —digo y me agacho para darle un beso en la mejilla.

—Hueles raro —dice mientras hace una mueca.

—Si, lo siento —digo y me alejo de ella.

Este lugar está igual que como lo recordaba.

—Jessica te he dicho que no abras la puerta a los extraños —dice Jonathan desde arriba de las escaleras y escucho como resuenan sus pies en cada escalón. Lleva puesto un pantalón, va sin camisa y se va secando el pelo con una toalla. Cuando llega al final de la escalera, me mira algo sorprendido—ya veo que no es ninguna extraña —Me sonríe—¿por qué no vas a tu cuarto a jugar cariño? —Le dice a Jessica y ella lo obedece.

—Hola —digo mientras él se acerca para darme un abrazo.

—Hola, te he intentado llamar, pero creo que cambiaste de numero —Me dice mientras me abraza.

—Si, así es, mi otro teléfono murió por la paz —digo mientras me mira un momento. Se ve que estos meses ha hecho ejercicio, se le notan los músculos más definidos—¿cómo has estado?

—Bastante bien —Me hace una seña de que me siente en el sillón y lo hago—me va muy bien en la escuela y en otros proyectos que estoy haciendo. ¿Y tu? ¿ya no estudias o que onda?

—Si, pero en el sistema abierto, solo presento exámenes y si los paso: bien, y si no: tengo que volver a pagarlos y presentarlo de nuevo.

—Se escucha muy fácil, creo que hare lo mismo —dice y se empieza a reír, me uno a sus risas.

—No es tan fácil, tienes que estudiar por ti solo todo lo que puedas, no es como que te den un temario de lo que va a haber en el examen y no hay un maestro que te oriente, pero, si, es bueno.

—Interesante, y que haces en tu tiempo, digo, ahora que no vas a la escuela.

—Trabajo, tengo dos trabajos, en el mismo lugar —Se levanta y camina hacia la cocina—de hecho, entro a trabajar a las 2 —digo viendo la hora, aún tengo tiempo.

—Mmmm ya —dice desde la cocina—¿quieres algo de comer? —dice abriendo el refrigerador.

—Claro, me encantaría —Me levanto del sillón y camino a la cocina—he visto por ahí que ya tienes novia —digo con un tono de voz un poco pícaro. Él sonríe como un niño y se ruboriza un poco.

Sólo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora