Evan.
Siete años y cuatro meses atrás.
Éramos un grupo de tres Logan, Brad y yo, estábamos constantemente juntos, no nos separábamos ni un instante. Pero al único que podía confiarle lo que pasaba dentro de mi casa era a Logan, no podía contarle a alguien más para que la impotencia que sentía cada vez que llegaba a casa y ver a mi padre y madre discutir se hiciera mucho más notoria.
No hubieron más golpes hasta ese día, solo eran peleas y maltrato verbal con ambos. Pero igual, sentía vergüenza al no poder defenderle, plantearme frente a mi padre y devolverle todo aquel mal que ocasiono, pero no podía. Llegue al punto de pensar que prefería que mi padre me golpeara, pero no quería recibir un solo segundo más su maltrato verbal.
El dolor que causa a un niño de casi trece años, que tu padre ni siquiera te note al llegar a casa y cuando lo hace, es cuando deseas volverte invisible, y el corazón se te cae a los pies. El maltrato verbal, es lo peor que puede existir, que te digan "¡INÚTIL!" entre gritos, "¡BASURA!" entre golpes, "¡PARA QUE NACISTE PEQUEÑA PORQUERÍA!" mientras bebe el ultimo sorbo de su vaso con licor, "¡ESCORIA!", "¡PEDAZO DE MIERDA!", todo esto en la última calada de su cigarro barato.
Cuando soñabas con ser un Héroe, y salvar a los buenos, pero te das cuenta que con casi trece años no puedes salvar ni a tu madre de un maldito borracho.
Todo continúo con maltrato verbal, hasta que mi madre entro a los siete meses y medio de embarazo. Ahí Se derrumbó todo. Mi padre perdió lo único que lo hacía humano, para transformarse finalmente en un monstruo.
Ese día, llegue del colegio camine hasta casa despacio, intentando pensar en que todo estaría bien. Solo tenía doce años, todo niño desea que todo sea simplemente una pesadilla. Cuando llegue a la puerta de entrada de mi casa, comencé a sudar frió. Un miedo, pánico me corría por dentro, los bellos del cuerpo se me erizaron por completo, y mi corazón parecía desesperado por abandonarme y salir corriendo de mí. Me debatía internamente si debía entrar o no a mi casa. Solo era un niño oculto bajo un disfraz de fuerza y protección que me había obligado a colocarme.
Un quejido agudo, me obligo a entrar.
Lo sabía.
Ese quejido, venia de mi madre.
Comencé a sentir un cosquilleo en mi interior, un escalofrió en mi nuca, y miedo por no saber con qué me encontraría al entrar. De un golpe abrí la puerta, y lo que vi me dejo sin aliento. Mi padre había levantado del cuello a mi madre y la mantenía apoyada en contra de la pared mientras le daba golpes en seco en contra de ella. La maldecía, le gritaba, estaba fuera de sí.
-¡Eres una maldita zorra!- le gritaba bien cerca de su rostro dejando saliva en el rostro de mi madre, que estaba cubierto de moratones.
-¡Bas-ta!- pidió mi madre- por favor Patrick me duele- comenzó a pedir entre suplicas.
Y eso me derrumbo por dentro, comencé a llorar y corrí hacia la cocina, era tan grande el odio que estaba sintiendo mi padre en ese momento que no me noto, solo mi madre que me decía entre labios que me fuera.
Tome un palo que había sobre la mesada, mientras me impulsaba con aquella adrenalina que sentía por dentro, corría hacia él y lo golpee fuertemente en las costillas y callo arrodillado al suelo, suspire una vez, tenía la mente en blanco y lo golpeé una vez más, en la cabeza. Haciendo que callera inconsciente a mis pies.
Cuando oí a mi madre toser desesperadamente volví a la realidad y comencé a llorar. Acababa de golpear a mi padre, me sentía un monstruo igual que él.
-¡MAMÁ! ¡MAMÁ! ¿ESTAS BIEN?- comencé a preguntar entre gritos y lágrimas.
-Me duele Evan- me decía mientras se tocaba el vientre,- llama a una ambulancia por favor- dijo mi madre- te prometo que nunca más vas a pasar por esto cielo.
Entre llantos llame una ambulancia y a la policía. Todo pasaba como imágenes ante mí.
Llego la ambulancia, y me llevo junto a mi madre. "Eres un héroe jovencito" dijo el paramédico que iba con nosotros, mientras le ponían oxígeno a mi madre. Cuando llegamos al hospital, rápidamente aparecieron Doctores que la alejaron de mí con urgencia y, otra vez estaba solo. Me dejaron solo.
Solo repetía dentro de mí, que no quería estarlo, que tenía miedo, y le suplicaba a dios que mi madre y mi hermano estén bien, que no me abandonaran.
Tenía miedo. Miedo de mí. Miedo de mi padre. Miedo a quedarme solo.
No sé cuántas horas habrán pasado, juro que aunque ahora las estoy recordando pensé que fueron una eternidad. Salió el doctor y se agacho a mi lado" Todo está bien pequeño, tu madre está fuera de peligro y nació tu hermanito, fue un milagro, pero los salvaste a ambos".
Recuerdo que en ese momento, mi alma volvió a mi cuerpo y nuevamente comencé a llorar.
Todo estaba bien.
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Recuerdos de mi primer amor
RomanceEl, una montaña de problemas, la persona con menos autoestima a pesar de su fachada de "mujeriego", tiene el pasado más despreciable de todos, y en sus acciones se reflejan las ganas de olvidar y seguir adelante. Pero los vicios lo llevan a alejars...