Evan.
Ocho años y siete meses atrás.
Ya pasaron siete meses desde que me hice amigo de Logan, es un hermano para mí. Su mamá me ayuda demasiado, hay veces que se quedarme a dormir en su casa pero esto mucho no me gusta. No me gusta dejar a mi mamá sola con mi padre, no me parece muy confiable, últimamente pelean mucho, y mi papá pasa días enteros fuera de casa.
Cuando cumplí los once él ni siquiera me saludo, eso fue hace cinco meses, mamá hizo un gran pastel y todos mis amigos estuvieron aquí, pero mi papa no, y eso me dolió demasiado. ¿Qué niño no querría que sus padres estén juntos para su fiesta de cumpleaños? Mamá hiso todo lo que estaba en su alcance para hacer esta fiesta, así que en ese momento me propuse disfrutarla a fondo, y así fue, en esas horas que duro, vi a mi mamá sonreír como antes, sus ojos se llenaban de lágrimas de felicidad cuando el tío Bob, hacia algunos de sus chistes. O cuando el abuelo Noah, comenzó a contar las anécdotas de su hija cuando era pequeña.
Mi abuelo, me contó que mi madre fue la luz del hogar, hubo un periodo en el que estaban sin trabajo, y mi abuela sufría mucho porque ella ya no podía trabajar, pero aun así, a pesar de que algunos días no pudieran comer, mi madre nunca borro su sonrisa. Siempre feliz. Así era ella, poniendo los problemas de los demás delante de los suyos. Los ojos de mi abuelo se llenaban de lágrimas, recordando lo buena que era su hija. Me contó, que cuando falleció la abuela Nora, debido a un paro cardíaco o algo así, mi madre hacia todo lo posible por no llorar y ese fue el día en el que se conoció con mi padre.
Eso, voy a preguntárselo otro día, porque el abuelo ya está cansado y quiere ir a dormir, asique le voy a prestar mi habitación. Eso pensé en el día de mis once años, esa era mi máxima preocupación que mi madre sonriera y que mi abuelo Noah tuviera donde dormir y que no se cansara demasiado.
Ese día, mi padre llego a casa oliendo a licor barato, y a cigarrillos. Pero no me miro, ni siquiera me saludo. Otro día será, pensé. Dios, solo era un niño de once años, seguía siendo inocente como no lo sospeche.
Ahora desde ese día, el de mi cumpleaños pasó cinco meses, todavía espero su feliz cumpleaños hijo, pero no llega, se estaba demorando, pero no me importaba, lo esperaba con ansias.
Me levante bastante temprano y escuche a mi madre llorar dentro del baño, no sabía que le pasaba así que quise entrar a verlo por mí mismo, toque la puerta dos veces.
-¿sí?- pregunto mi mama con un hilo de voz.
-¿Qué pasa mamá?- pregunte mientras apoyaba mi cabeza en la puerta blanca del baño.
-nada mi niño, no pasa nada- dijo
-pero estas llorando mami, algo te pasa- dije mientras tocaba con mi dedo la puerta- ya sabes que puedes decirme lo que sea, ya soy grande- continúe diciendo mientras seguía tocando la puerta.
-me había olvidado que eras un niño grande corazón, ¿me perdonas?- pregunto mientras lloraba, no podía verla pero lo sabía, la conocía bastante.
-siempre estas perdonada mamaita, pero por favor, no es momento de hablar sobre mí- dije, y quería que mi madre me contara que le pasaba, pero nada salía de su boca, no me decía nada de lo que le estaba pasando. Quería ser grande, todo un hombre para que ella pudiera contarme todo, pero, ¿Qué esperaba que me dijera, si era tan solo un niño inocente de once años, que no conocía la gravedad de sus problemas?
Pude sentir que se levantó de donde estaba sentada, abrió el grifo de la pileta, lavo su rostro, y apago la luz. Sabía que iba a hacer, lo hizo por mucho tiempo y ahora de grande me doy cuenta, pero ahí solo la admiraba por ser fuerte. Suspiro tres veces bastante audible, puso una sonrisa en su rostro y salió de allí.
-no me pasa nada bebe- dijo mientras acariciaba mi cabeza.- estoy bien ¿lo ves?- pregunto sonriendo completamente.
-que no soy un bebe mamá, soy grande.- dije y sin darme cuenta ya estaba llorando, lagrimas caían por mi rostro como si fueran una cascada de agua cristalina. No sabía porque lo hacía, pero supongo que al ver a la persona más fuerte del mundo hacerlo, me daba pie para yo hacerlo también. Me dolía verla intentar ser fuerte cuando ya se sentía derrotada, mi fuerte madre, siendo derrotada. En ese momento, cuando tenía tan solo once años, pensé que lloraba porque mi madre me había ofendido diciéndome bebe, pero ahora, que ya puedo comprender todo aquello, me di cuenta que lloraba, por haber visto a mi heroína hacerlo y no saber el motivo. No saber por qué el rostro de mi sonriente madre estaba cubierto de lágrimas.
¿Impotencia? Capas.
-¿Por qué lloras cariño?- pregunto mientras se agachaba hasta quedar de mi altura, y al quedar justo de mi tamaña limpio mis lágrimas.- están bien, no eres un niño, eres una personita grande y fuerte para mí.
-¿de verdad?- pregunte emocionado. Y vi que su mejilla estaba bastante rojiza y un poco hinchada.
-si corazón, lo eres- dijo mientras volvía a sonreír- ahora vamos a preparar el desayuno, ¿me vas a ayudar cariño?
-si mamá- conteste completamente feliz, y rápidamente en ese momento, cuando tan solo tenía once años, marque y archive ese suceso, con aquellos que creí que no eran importantes. Pero ahora me doy cuenta de que fui un idiota.
No pude ver su mejilla colorada.
No pude ver la marca de la mano de un hombre marcada en su mejilla.
No pude ver nada en ese momento, estaba ciego.
No pude ver el dolor que había en los ojos de mi madre.
No pude ver lo que estaba por venir. Odio ese momento, odio todo lo que vino después.
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sorpresa!!!!! debido a que mi ausencia fue larga les dejo dos capítulos :) para que vean que no me olvide de ustedes. por favor lean, voten y comenten, y como regalo les dejo una fotito de Evan, que seria Dyland O'brien... Besos enormes
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Recuerdos de mi primer amor
RomanceEl, una montaña de problemas, la persona con menos autoestima a pesar de su fachada de "mujeriego", tiene el pasado más despreciable de todos, y en sus acciones se reflejan las ganas de olvidar y seguir adelante. Pero los vicios lo llevan a alejars...