Esas últimas palabras de mi madre me dejaron en duda, no tenía una explicación lógica y mucho menos científica, realmente me sería imposible explicar aquello. Me quedo mirando la pared con confusión, así que mi madre decide irse aunque con muchas dudas en la cabeza.
Los días van pasando y todo sigue igual, excepto por una razón: mi madre no viene a verme. Después de ese día ya no me visita, ni me llama, solo me deja aquí en este manicomio por algo que yo no puedo explicar. Mi camisa ha sido llevada a un laboratorio y mis heridas son tratadas delicadamente todos los días, pero no me siento vacía, triste, sola y ... sin Jackof, esa es la mayor de todas mis tristezas, sé que no puedo comprobar con certeza que está vivo, si es que realmente existe, porque de eso no estoy del todo segura.
Estoy tan aferrada a esto, que soy capaz de volver a intentarlo, pero sería un error. No me importa, vamos a intentarlo, puede que cambie algo, no lo sé.
Me levanto sigilosamente y voy al baño, me lava la cara y me miro a los ojos, como si estuviera mirando a otra persona, pero solo veo un enorme vacío, mis ojos son como los de Jackof pero los de él reflejaban algo que sería imposible encontrar en un lugar como el campo de concentración, algo muy extraño: ESPERANZA. Eso era lo que me ayudaba a seguir viva, y encontrar refugio en esos ojos azules llenos de vida, en esas manos que me agarraban con convicción y me decían que se puede seguir. Me decían que no hay vuelta atrás, pero que todavía podíamos crear un nuevo comienzo. Todos tenemos a esa persona que nos alegra todo el día, aunque solo la hayas visto un segundo. Él era esa persona para mí, y no sé si nuestras miradas se volverán a encontrar
Pienso en todo lo que sucedió en el campo: el pan viejo, la sangre, el avión, las niñas, la camisa, mi pie, la celda, la muerte, el ODIO: la principal causa de toda esta masacre. Lo deseo con mi alma y mi mente, lo deseo enormemente, pero me vence la desesperación y empiezo a llorar amargamente, me dejo caer y me quedo tumabada en el suelo.... hago un intento para levantarme pero solo logro lastimarme y romper el espejo.
De repente siento un suave viento, más bien la respiración de una persona, al sentirla me tiemblan las manos sin razón y rápidamente lo veo: tiene el símbolo nazi, la cruz esvástica.
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Esas rayas azules (#wattys2016)
RandomErica, un chica de 17 años amante de las historias de la Segunda Guerra Mundial y de todo lo que tenga que ver con los judíos, Hitler y las SS. Un día después de tantos esfuerzos logrará aparecer en esa época tan terrible, allí conocerá a Jackof u...