Capítulo 1: La camisa

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Revisando entre mis cosas viejas, ví una camisa a rayas naranjas y blancas, me quedaba muy bien en el tamaño y no tenía ni una mancha, parecía completamente nueva. Decidí pintar las rayas naranjas de color azul como símbolo del uniforme de debían usar los judíos. Me miré al espejo y me hice preguntas a mí misma: ¿Será que alguien comprenderá los colores de mi camisa? Yo creo que no. En una sociedad como esta nadie sabe del pasado de otro país, porque ni siquiera conocen la historia de su país.

Entre otras dudas me dije: ¿qué haré ahora ? En ese momento pensé, pensé y solo pensé en eso: quería ir a la época del Holocausto, dicen que la mente puede hacer cosas increíbles y era el momento de intentarlo.
Con todas mis esperanzas, con todo mi ser y toda la fuerza que tiene mi mente decía dentro de mí: Quiero ir a Alemania en la época del Holocausto, deseo eso más que nada.

Abrí mis ojos y no había pasado nada, lo volví a intentar, pero esta vez antes de abrir mis ojos conté hasta tres. No quise apresurarme en abrir los ojos solo tuve que quedarme parada unos segundos, hasta que escuché gritos. Abrí rápidamente los ojos y vi el milagro que habia sucedido: Yo estaba en Alemania. Parece ilógico, pero para mí es algo un poco lógico. En unos segundos transpasé las barreras del tiempo y el espacio.

No dudé en ayudar a alguien, pero había un problema: yo también tenía una camisa con rayas azules, para ellos yo también era una judía más.

Hasta que recordé que debajo de mi camisa tenía una remera y para mi suerte era una remera opaca que no llamaba la atención. Pero tuve que aguantar el insoportable frío de Alemania.

Me quité la camisa y fui a ver en que podía ayudar y vi a una señora dentro del campo de concentración gritando, físicamente no parecía judía, yo me quedé mirándola, ella tenía un aspecto lamentable: estaba desnutrida, tenía la cara sucia y las manos llenas de sangre, estaba gritando en yidis, no puede comprender lo que decía, pero después de todo solamente una cosa podía estar diciendo: ayúdenme.

Era la gran oportunidad de mi vida, debía ayudar a una judía. Me acerqué a ella sin pronunciar una palabra, temerosamente le pasé la mano y ella retrocedió como si me tuviera miedo, con señas le hice entender que no le haría daño y como si leyera mi mente nos cambiamos de camisa, ella se quitó su estrella de David y empezó a llorar, me dijo palabras que no entendí, como ella era muy flaca logró salir por un costado del cerco del campo de concentración que estaba muy gastado.

Me puse su estrella de David y me coloqué mi camisa. Esa señora se alejó corriendo y al poco tiempo se esfumó.

Estaba completamente mentalizada: iba a ver la cosa más triste, cruel y dolorosa detoda mi vida. Entré al campo y vi un espectáculo que me dejó con pesadillas: vi a un niño muriéndose lentamente, luego de tropezarse cayó sobre mis zapatos y hasta ahora sigo viendo la cara del niño pidiéndome ayuda en su interior.Era un lugar horrible con personas desnutridas, sucias y cadáveres. Era demasiado triste... era un espectáculo malvado con personas llenas de llagas y cicatrices,con niños descalzos y madres embarazadas que daban a luz y morían. No había nada digno de recordar, pero alguien que hubiera visto esto nunca lo olvidaría.

No tenía idea de lo que iba a hacer ahora, casi todos los judíos hablaban yidis y yo no me atrevía a decir una palabra en alemán pues creerían que vine contra ellos, pues yo no tenía rasgos alemanes pero tampoco tenía rasgos judíos.

Via un muchacho de mediana estatura, alto y muy blanco. Que gritaba en alemán:mamá, mamá ¿dónde estás? Yo me dirigí hacia él y le pregunté si su madre era una señora con las manos sangrando y el preguntó:

- ¿Mi madre ha muerto?

- No, claro que no yo...

- ¿qué le hiciste?

- Nada... yo la ayudé a

- Escapó verdad

- Sí... yo la ayudé

- ¡Gracias! Muchas gracias

- Ah, de nada. Creí que te molestaría

- No para nada... lo único que quería era salvar a mi madre de todo esto.

- Tú hablas alemán es raro

- Sí, aprendí hace mucho a hablar alemán, de esa forma descifro algunas conversaciones y planes.

- Es increíble. ¿cuál es tu nombre?

- Me llamo Jackof.

- Yo soy Erica.

- Encantado de conocerte Éricka

- No, yo soy...

- Sí tú eres Éricka.

No podría describir la forma en la que pronunciaba mi nombre, era como si algo le impidiese pronunciar la "c" y quedaba como Éricka, raro pero aceptable.

No estábamos en el lugar adecuado como para discutir sobre la pronunciación de mi nombre,pero él estaba muy feliz porque pude salvar a su madre, él me cayó muy bien, apesar del "apodo" que me puso. Aunque ya se había dado cuenta de que yo no era judía, él no tenía idea de donde yo venía realmente.

Esas rayas azules (#wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora