# 19

907 76 29
                                    

A partir de hoy tengo apenas 72 horas para disfrutar junto a mi "amigo" pues el momento de partir está cada vez más cerca, pero la idea de perderlo está haciéndome trizas, por ello estoy pensando muy seriamente en volver a Corea y hacerme la vida allí, después de todo no hay mucho que me impida irme.

Y eso a Jb lo pone muy contento, en especial después de aquella noche, esa noche en que ambos nos convencimos que el estar juntos no era una completa utopía. De hecho es él el más entusiasmado con la idea, se la pasa recordándome lo felices que podríamos ser, no solo los dos, sino el grupo entero en sí.

Por otra parte, aunque a mamá no le encantó la idea, no le pareció mala tampoco, es más, fue ella quien me animó a hacerlo, pues al ver que la relación entre el amor de su vida y su hija va de mal en peor prefirió verme partir antes de vernos tocar fondo.

Mis abuelos, prima y hermana tampoco están tan contentos con la decisión, que a pesar de no estar tomada aun, es la más probable. Pero sin importar lo disgustados que estén con ella, prometieron apoyarme y visitarme de vez en cuando.

Gracias al afecto y apoyo que no solo mi familia, sino mis amigos también me han mostrado, es que mi corazón está más en Corea que aquí, pues me hicieron saber que incluso estando yo en el fin del mundo no perderé a ninguna de esas personas a las que amo, y que me aman.

Si bien todo pinta un largo viaje en mi vida, Jb y yo planeamos disfrutar cada segundo juntos antes de su partida, misma que debido a su trabajo no puede ser aplazada ni una hora.

Lo que no es tan difícil, pues lo hemos venido haciendo desde que le abrí la puerta al guapo repartidor de pizzas que me secuestraría y vendería al mejor postor (él mismo)


— ¿A dónde iremos hoy?

— A tocar el cielo

— ok, ¿Qué debo ponerme para tocar el cielo?

—Ropa muy abrigada y un rompe vientos o te congelaras

— ¿Acaso iremos al páramo?

—Algo parecido— conversábamos de forma muy amena mientras yo preparaba el desayuno y el guardaba en una mochila ciertas cosas que se acostumbró a llevar después de estar en Quito tan solo una semana y media, cosas sumamente necesarias para el bipolar clima de mi ciudad y que, a pesar de ser mía yo no me he acostumbrado a llevar conmigo todo el tiempo.

Al terminar con su labor Jb se acercó para observar que hacía, y como se hizo habitual desde aquella noche, interrumpe mis quehaceres envolviéndome en besos y abrazos, o simplemente picando mi cuerpo para verme enojada.

Pero hoy, estoy preparando panqueques, si nos los saco a tiempo se quemarán, así que los jugueteos con Jb tendrán que esperar un poco. Sin embargo él no entendió el mensaje, y debido a mi negación ante su juego, comenzó a hacerme cosquillas sin parar.

Ya estaba yo en el suelo riendo hasta el cansancio, intentando defenderme de sus traviesas manos, pero cuando me di cuenta que era imposible dije en voz alta.

— ¡¡Suficiente Jackson!!

Jb me soltó y se fue sin decir a donde iba ni cuando volvería y solo entonces me di cuenta de lo que había dicho.

Cinderella y los 7 Enanitos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora