Capítulo VII

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Desperté, sintiendo unos murmuros cerca de mi oído. Al principio me asusté, pero en cuanto me giré para toparme con mi amiga hablando en sueños me calmé. Me levanté de la cama y fui al vestidor. Saqué un vestido de estampado floral, una cazadora vaquera y unas cuñas. Decidí hacerme una trenza espiga con un pequeño lazo. Después de dejarle una nota en el frigorífico a Verónica diciendo que volvería en un rato, cerré el apartamento y me subí al ascensor.

-Buenos días, Bryan -saludé al portero. Inesperadamente, salió de detrás de su mostrador a gran velocidad alcanzándome antes de que saliese por la puerta.

-Siento molestarla, señorita Anderson pero, ¿le importaría darle esto a su amiga? -me entregó con timidez un papel cuidadosamente doblado- Se lo agradezco mucho -sonrió y volvió a su puesto de trabajo. Alce ambas cejas. Vaya, quién lo diría; mi portero dándole su número de teléfono a Vero.

Pedí un taxi que me dejase en Ginger's. Dos minutos más tarde me hayaba frente a la fachada de la pintoresca cafetería.

-Hola, cariño, ¿lo de siempre?

-Hoy no -sonreí.

-¿Y ese milagro? -soltó una risilla, mientras dejaba en su sitio la taza que acababa de limpiar.

-¿Sigues preparando esas galletas tuyas que tanto me gustan?

-Solo para personas especiales como tú -me guiñó un ojo.

-En ese caso ponme una buena ración de ellas. Ah, y dos manchados para llevar.

Me miró soprendida, pero no pidió explicaciones. Desapareció tras aquellas puertas y en cuestión de segundos aquel agradable olor entró por mis fosas nasales.

-Aquí tienes, recién hechas -me entregó la bolsa, junto a los cafés.

-Gracias, Ginger -deposité un beso en su mejilla y salí de allí rapidamente.

Corrí por las calles hasta dar con el bloque de edificios de mi novio. Saqué la réplica de las llaves de su apartamento y entré. Las diez. "A estas horas aún seguirá durmiendo, como siempre" me dije. Quería darle una sorpresa y desayunar los dos juntos, ya que sería mi último día con él hasta la semana siguiente. Fui a su cocina y saqué una bandeja para poder llevar las cosas más fácilmente.

A medida que me aproximaba a su habitación escuchaba... ¿Ronquidos? Abrí la puerta de la habitación de par en par.

-¡Buenos días, cie...!

Dejé caer la comida a mis pies, mientras una lágrima silenciosa resbalaba por mi mejilla. Era ella; la misma chica rubia que me miraba con rabia en la discoteca. Salí a toda prisa de allí, aún sin poder creérmelo. Jamás me lo habría esperado de él, de Óliver, ¡de mi propio novio! Mi cabeza era un cúmulo de emociones: decepción, dolor, tristeza, sorpresa, angustia, celos, ira... Todo ello logró que me desplomase en el suelo, estallando en llanto.

-¡Por favor, ____, déjame que te lo explique!

-¡No hay nada que explicar! ¡Te odio! -intenté apartarlo de mi camino.

-¡Venga, no te hagas la víctima, qué sé que tú también me habías engañado!

-¿Qué? -quité las manos de mi cara para observarlo con asombro- ¡Eso es ridículo!

-Sí, ya. Por eso Tiffany -con que así se llamaba su amante, eh...- te vio salir de los baños de la discoteca y bailar con el niñato cuando me dijiste que estabas "enferma", ¿no? ¿Por qué crees sino que te lleve a ese lugar? "No me gusta este sitio, ¿podemos irnos?" Por algo no te creí, ¡la noche anterior fuiste con ese tío! ¿Cómo pudiste traicionarme, ____? ¡¿Cómo coño pudiste?!

Glad You Came (Nathan Sykes y tú) 1ª temporada TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora