Para dos caminos que avanzan en paralelo es imposible encontrar un momento de convergencia. Sin embargo, existe la posibilidad de que esos dos caminos tengan un elemento que los una antes de seguir avanzando, al igual que los puentes que conectan tierras separadas, están condenados a mirarse sin poder tocarse.
El café Poirot fue ese elemento que obligó a dos destinos diferentes a conectar durante un breve instante.
El primero era Nicolás, un exitoso fracasado de veinte años cuya vida avanzaba rápidamente en un camino de gravilla inestable. Y el segundo era nuestro Isaías, de apenas dieciséis años, que representaba un paraje mágico e inexplorado, cuya salvaje naturaleza amenazaba con desaparecer el camino para transformarlo en un bosque sin forma.
Y el resultado podía ser bueno o malo dependiendo de cómo lo mirases.
—¿Cómo dice que se llama? —Isaías sonrió, notando por primera vez que no se había presentado.
—Llámame Nicolás—dijo mientras un par de hoyuelos se volvían visibles en sus mejillas. Isaías asintió, sentándose en la silla de adelante, no se supone que pudiera hacerlo, pero sentía que la situación lo ameritaba.
—Bien Nicolás, me llamo Isaías, mucho gusto —Nicolás asintió con la cabeza.
—El gusto es mío—Su rostro seguía expectante.
—Bueno, hace poco comencé a tocar la flauta dulce en la escuela y déjame decirte que lo odiaba con toda mi alma —comenzó a relatar en tono dubitativo.
—Eso no fue lo que te pregunté —Lo interrumpió el chico, frunciendo el ceño, pero Isaías lo ignoró y continuó hablando.
—Mi profesor dijo que la flauta dulce tiene uno de los sonidos más felices del mundo, que si sabes tocar la flauta dulce puedes regresar a la niñez, ser un adulto y transportarte a través de los años con su música —explicó, intentando imponer su voz ante la réplica de Nicolás, quien pareció fastidiarse por ello.
— Si, no quieres responderme no lo hagas —espetó, dispuesto a regresar su atención a la pantalla de su computadora.
Isaías suspiró continuando con su explicación.
—La cosa es que aún odio la flauta dulce, pero gracias a que logré aprender a manejarla a la perfección, mi profesor me dejó tocar los saxofones que tiene guardados en el almacén y ha sido una de las mejores experiencias que he tenido con instrumentos de viento, sin embargo, antes tuve que escuchar todas las canciones de flauta que cabían en mi teléfono y marear a los empleados del Poirot en mis ratos libres, así que creo que puedes hacer un gran articulo trabajando con la gente que conoces y preguntando por él tema, siempre necesitas ayuda para hacer las cosas y en ocasiones pienso que tienes que aprender a hacer algo que no te gusta para poder hacer las cosas que te gustan y cuando haces estas últimas el mal rato vale la pena ¿No?— Isaías observó el rostro de Nicolás perderse en pensamientos lejanos.
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Lejos de aquel paraíso
General Fiction(LGBT+) Isaías ama la música, tiene un IQ por encima de la media y un talento abrumador para todo lo que haga, sin embargo, no tiene idea del rumbo que le quiere dar a su vida. Isaías ha vivido hasta ahora en un paraíso terrenal, rodeado de árboles...