Extra 3

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—Esto parece colecta del Teletón. —Se quejó Bruno, caminado a duras penas con dos bolsas negras sobre su espalda.

Era día de San Valentín e Isaías había recibido un montón de cosas a su paso, tanto de amigos, como pretendientes, pasando por las personas que le regalaban a todo el mundo, hasta algún par de chocolates de agradecimiento.

—No tienes que cargarlas, ya las llevo yo —comentó preocupado porque su amigo fuese a terminar lastimándose o algo así. Los regalos se habían acumulado, llenando esas dos bolsas que a Isaías no se le había permitido cargar.

—No, las llevaré yo —aseguró con determinación—, si a ti se te ocurre andar con un poco de peso extra, ese de ahí encontrará su oportunidad de saltar a la caza —gruñó señalando a Alfredo, quien les esperaba en la puerta de la escuela. Llevaba en sus manos un ramo de rosas enorme y un peluche que medía al menos, la mitad de la altura de Isaías.

—Oh dios mío —murmuró Isaías, bajando la cabeza y comenzando a andar a prisa—. Por favor Bruno, anda lo más rápido que puedas.

No sabía cómo, pero había salido por un mes con Alfredo cuando entró a la universidad. Fueron treinta míseros días, de los cuales solo se vieron un par de veces, que le valieron tres años de persecuciones por parte del muchacho. Sólo lo soportaba porque la mayor parte del tiempo Alfredo se la pasaba hablando por teléfono con Bruno, intentando convencerle de que fuera su celestina y solía acompañarlos a todos lados sin tocar demasiado el tema, pero en las fechas festivas, siempre aparecía con algún regalo ostentoso, logrando que Isaías se sintiese con la obligación moral de aceptarle una salida al cine.

Joder, si no fuera por Bruno, quien le protegía a capa y espada, tal vez ya habría vuelto con él. En realidad, no era un mal tipo, era agradable, se la pasaban bien juntos, pero no del modo en que Alfredo desearía.

A veces podía ser una pesadilla. Sin embargo, con todo y todo, Alfredo no era el peor de sus ex novios.

Por ejemplo, estaba Carlos.

—¿Bueno? —Bruno detuvo su andar, contestando al llamado de un escandaloso timbre de contacto. Isaías se tensó, el rey de Roma hacía su aparición—. Hola Carlos ¿Cómo estás? Esta pregunta, por si no te lo imaginas, es sólo de cortesía, en realidad no me interesa lo que estás haciendo —Tan cortante como siempre, Bruno siguió con su tarea de atender los desastres de Isaías. Carlos era un insistente y problemático ex, quien también era molesto la mayor parte del tiempo. Tenía otro par como él, que a además no le causaban ninguna lástima, sino una especie de repulsión extraña, pero gracias a Bruno, estos últimos se mantenían a raya.

—Oh dios mío —repitió haciendo una mueca, para después morderse los labios. Esperaba que ese año, Carlos no se apareciera por la casa borracho, rogando por una segunda oportunidad. Era común ver esa clase de escenas desde que terminaron, el muchacho no podía meterse en la cabeza que Isaías hubiese terminado con él luego de una semana de relación... Si es que a eso se le podía llamar relación.

Lejos de aquel paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora