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Ahora estaba un poco más despierto y luego de analizar la imagen de Nicolás escribiendo en su computadora se dio cuenta que había algo extraño ¿Cuánto tiempo tarda un periodista en escribir un artículo? La última vez Nicolás tardó varios meses en completar un sólo trabajo y sí, era cierto que había investigaciones que podían resultar extensas, pero no estaba seguro de exactamente que clase de trabajo estaba haciendo en aquella casa.

Por un momento se preguntó si acaso trabajaba en otros artículos mientras desarrollaba uno más extenso o si se dedicaba a los documentales, sin embargo, surgía otra duda ¿Cómo mantenía su trabajo si se movía para todos lados sin un número de contacto?

Tenía entendido que algunos periódicos importantes pagaban los viajes de su gente cuando era por trabajo, además, era posible que sus empleadores sí tuvieran forma de contactarlo, sin embargo ¿No era demasiado extraño? Ahora que se ponía a analizarlo Nicolás incluso había comprado una cámara profesional cuando se le hinchó en gana.

Ladeando el rostro se preguntó si quizás estaba pensando demasiado en el tema, puede que Nicolás sólo fuese un periodista de alto calibre y por eso le permitieran muchas cosas, sin embargo, aún no podía sacarse aquella idea de la cabeza.

Isaías se quedó pensando tanto en ello, que siguió con la corriente una conversación en la que su abuela le pidió que fuera a hacer la compra de la despensa para la semana. Cómo Alfredo le había enseñado a manejar su camioneta, él pensó en tomar el vehículo de su abuelo, un poco de dinero y encargarse de todo por sí solo, sin embargo, aunque no estaba entre sus planes, Nicolás terminó uniéndose a la ecuación.

Frunciendo el ceño se sentó detrás del volante y manejó mientras Nicolás se acomodaba a su lado. Al principio sus abuelos no estaban muy de acuerdo con que él condujera, pero teniendo en cuenta las pobres habilidades de manejo de su acompañante, prefirieron dejar la camioneta en sus manos.

Era prácticamente una hora desde casa hasta la ciudad, así que Isaías no perdió el tiempo, se colocó un abrigo, una bufanda roja y salió. Mientras encendía el vehículo, seguía pensando en el asunto del trabajo de Nicolás. No sabía por qué jamás preguntó al respecto, él incluso vivó un tiempo con los padres del tipo, pero ellos tampoco hablaron mucho del tema, en su lugar, parecían más preocupados por atiborrarlo de comida y enseñarle álbumes viejos con fotografías descoloridas.

A pesar de que había tenido la oportunidad, al final Nicolás seguía siendo en esencia, un misterio para él.

Con aire consternado, Isaías se giró para verlo y notar que él parecía un poco menos alarmista con su atuendo, por lo que solo traía puesta una chamarra de mezclilla encima de una playera blanca. Nicolás no era muy friolento, así que ni siquiera tuvo que cerrar la chamarra para estar cómodo. Isaías le echó un vistazo ocasional, admitiendo, aunque sea para sí mismo, que se veía muy guapo de aquella manera y poco a poco sus pensamientos siguieron otro camino.

Lejos de aquel paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora