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Cuando Isaías subió a la habitación le temblaban las manos

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Cuando Isaías subió a la habitación le temblaban las manos. Había pasado mucho tiempo desde que no sentía aquellos nervios. Nicolás le pidió que fuera a tocar para él, eso era muy raro, incluso le hizo sospechar que había algún tipo de engaño detrás de sus palabras, sin embargo, el hombre en verdad le extendió el ukelele y le hizo cantar.

Al principio Isaías tocó algunas notas descuidadas y después entró en ambiente, interpretando todas las canciones que conocía. Mientras rasgaba las cuerdas del instrumento se perdió de lo que pasaba a su alrededor, su mente se encontraba más concentrada en mover los dedos y cantar.

La ventana estaba entreabierta, así que la temperatura de la habitación había bajado considerablemente desde la tarde. Si no se hubiese abrigado bien, habría comenzado a dolerle la garganta enseguida. Sin embargo, a pesar del frío Isaías se sentía bastante cómodo.

En algún momento Nicolás se movió hasta sentarse a su lado, ambos compartiendo el sillón cerca de la ventana. El espacio era suficiente para los dos y cada uno se concentró en lo que tenía que hacer.

Nicolás estaba sonriendo. Un fogonazo de inspiración había llegado hasta él, al punto en que le preocupaba que sus dedos no pudieran seguirle el paso a su mente. Nicolás apretó los labios, avanzando cómo si no hubiera mañana, sin embargo, su línea de pensamiento se detuvo en el momento en que Isaías comenzó a cantar una tonada inusual.

Era Don't fear the reaper, de Blue Öyster Cult.

Sus manos se congelaron, mientras se giraba a ver al chico, quien se hallaba inmerso en su propio mundo. Nicolás no pudo ocultar su extrañeza y en un momento de distracción casi se le cae la computadora de las piernas.

De inmediato Isaías reaccionó, tratando de ayudarle a sostener el aparato, pero cuando sus reflejos le permitieron moverse Nicolás ya tenía todo controlado.

—¿Qué pasó? —preguntó el muchacho, afectado por el susto.

Nicolás se le quedó mirando un instante antes de responder.

—Nada. No pensé que te gustaran ese tipo de canciones —dijo, encogiéndose de hombros.

—¿Que? —Isaías frunció el ceño, de alguna manera aquel comentario lo ofendió.

—Blue Öyster Cult no suena como tu estilo —agregó, acomodándose mejor en su lugar y afirmando la portátil en sus piernas, que ahora estaban cruzadas en posición de loto.

—Por qué no —preguntó, frunciendo el ceño.

—Luces como un terrón de azúcar —se explicó soltando una carcajada—. Por cierto, tu pronunciación es muy buena, seguro que con tus calificaciones llevas un buen manejo del idioma —comentó, nervioso por el hecho de que Isaías lo escuchase hablando con Rina.

"¿Es tu amante?" la pregunta que la mujer le hizo resonó en su cabeza.

Mierda.

—¿Que tiene que ver mi cara con lo que me gusta escuchar? Es sólo una estúpida canción—espetó, bajando el ukelele y cruzándose de brazos.

Lejos de aquel paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora