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El libro de viajes de Isaías parecía mucho más femenino que el de su madre

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El libro de viajes de Isaías parecía mucho más femenino que el de su madre. Para empezar, toda la manufactura era hecha a mano, cosa que no se notaba a simple vista, pero que siendo un poco más minuciosos resultaba evidente. La portada era un forro de imitación de cuero con motivos victorianos, gruesa y agradable al tacto. Dentro, las hojas eran blancas, suponía que para que fuese más fácil colocar la información de manera más libre, y estaban cosidas con mucho cuidado.

El contenido, por otro lado, parecía sacado de una novela romántica, no en el sentido más obvio de la palabra, sino que ofrecía una imagen cautivadora de la mente de Isaías, plasmada de las maneras más variadas.

Para empezar, la letra del muchacho era preciosa, estaba seguro de que había escrito con una pluma fuente porque era difícil obtener ese tipo de caligrafía con un bolígrafo común. El muchacho había utilizado diferentes recursos para ilustrar un montón de viajes, que, a diferencia del diario de su madre, sí había realizado dentro del interior de la república. La mayoría no era a lugares demasiado ostentosos, pero se notaba que el muchacho disfrutó sus experiencias.

Leyendo por encima el contenido, Isaías se explayaba bastante en explicar las sensaciones que tuvo durante cada salida, había polaroids pegadas de los sitios que más le gustaron, en algunas de ellas estaba con Bruno y Alfredo. Él se había esforzado por ilustrar la magia de su destino de diferentes formas, a veces colocando flores prensadas, hojas, cinta de colores, sellos y recortes. Se notaba que había puesto mucho empeño en la creación de aquel diario, así que Nicolás lo trató con mucho cuidado.

Sonrió un poco cuando vio algunas partituras pegadas en ciertas secciones específicas. Por lo que entendió utilizaba estas para "musicalizar" algunos de los momentos que consideró adecuados.

—¿Por qué te ríes? Deja de reírte —a pesar de que Isaías le había dado acceso al diario, parecía a la defensiva con cualquiera de sus reacciones. Por ejemplo, en cuanto vio, aunque sea un atisbo de humor en su rostro del hombre, se molestó de inmediato y trató de quitárselo. Nicolás tuvo que levantar el cuaderno sobre su cabeza para poder conservarlo consigo.

—Sólo estaba apreciando tu esfuerzo —espetó—. No es nada malo.

Isaías hizo una mueca, pero no dijo nada, parecía un poco arrepentido por haber aceptado que viera su diario, sin embargo, ya todo estaba hecho y debía aguantarse.

Nicolás por su parte, siguió observando el trabajo de Isaías. Él sabía que muchas personas en el mundo hacían ese tipo de cosas, pero ver uno en la vida real, tan cargado de sentimientos, de vivencias, le pareció maravilloso. Sobre todo, cuando imaginaba al chico sentado en un rincón, trabajando y esforzándose por convertir aquellas páginas en blanco en algo que reflejara la magia de sus aventuras.

—Bien, ya es suficiente, dámelo —espetó, tratando de quitárselo por segunda vez. La verdad eso de prestarlo, de inicio, no le había parecido una idea del todo mala, pero ahora, se arrepentía profundamente de haber hecho aquel trato.

Lejos de aquel paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora