|CAPÍTULO 5|

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Pasaron tres años desde que dejé de hablar con Alex, a pesar de que no lo dejé entrar a mi vida ni como amigo, no dejó de llamarme y mandarme mensajes. Ahora ya tengo 17 y él 18, era un año mayor que yo, era su último año de escuela, pero eso a mí no me importaba, él no me interesaba para nada.

Se preguntarán qué pasó durante todo este tiempo. Bueno, básicamente lo mismo de siempre, me enojaba conmigo misma y esa voz me decía que lo hiciera y hasta el día de hoy lo sigo haciendo, no tengo cura. Los estúpidos de siempre me viven molestando, pero como ya "crecieron" me hacen cosas peores. Alex sigue insistiendo en hablarme, pero saben cómo soy, así que creo que le va a costar un poco ganarse mi confianza. En estos años, sólo fui un par de veces a visitar a mi madre, pero sigue igual de cascarrabias como siempre. Mi hermano se mudó con su novia, así que no lo tengo que ver al menos.

Eran las 06:30 a.m., Bella y yo nos levantamos y desayunamos nuestro cereal "matutino".

- ¡Buenos días, Lei! -dijo felizmente.

- Buenos días. -dije sin ánimos, como siempre.

- No tienes arreglo. -dijo riéndose.

- Lo sé. -también me reí.

Después de desayunar fuimos a la escuela y al entrar fuimos con los demás.

- ¡Hola, chicas! -dijeron Matt y James alegremente.

- ¡Hola! -dijo Bella igual de alegre.

- Hola. -dije sin ánimos como siempre.

- No tienes arreglo.- dijo James riéndose.

- Eso mismo me dijo Bella. -dije intentando reírme.

Todos empezaron a reírse y sonó el timbre para entrar a los salones. Al entrar, después de un rato Emma se levantó porque el profesor se había ido, fue hasta mi banco y me pegó una patada en la pierna. Llegó el profesor y le pedí si podía ir al baño, ya que me había dolido bastante, él me dejó, entonces salí de ahí y estaba yendo al baño cuando me choqué con alguien. Automáticamente me sequé las lágrimas que me caían.

- Lo... Lo siento.- dije y seguí caminando, pero me agarró del brazo. Esa forma de agarrarme, era Alex...

- ¿Por qué lloras?- dijo secándome las lágrimas con su pulgar delicadamente.

- No te importa, déjame.- dije en un tono firme.

- Por favor, seamos amigos Lei, no pretendía ofenderte, me agradas.- dijo suplicándome.

- Está bien, suéltame.- dije cortante.

Me soltó y dejó que siguiera mi camino, fui al baño y esa voz apareció.

¿Qué acabas de hacer?

Acabo de perdonar a Alex.

Estás mal, ya te dije que nadie se fijará en alguien gorda y fea como tú.

Tienes razón, por eso vine al baño.

Está genial, es lo único que te sale bien en esta vida.

Ya, ¿me dejas?

Está bien, haz lo tuyo.

Saque un cúter que tenía en mi bolsillo ya que lo habíamos utilizado en clase para hacer algo y me hice un solo corte, no sangró mucho por suerte. Me levanté, guardé todo y volví al salón.

- Señorita Leila, ¿se encuentra bien? -dijo el profesor en un tono formal.

- Sí, estoy bien. -dije sarcásticamente.

Los Cambios siempre existieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora