|CAPÍTULO 19|

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Leila

Nos encontrábamos sentados en el sofá jugando al juego de la copa y para colmo se había ido la luz. James estaba escondido detrás del sofá y nos había estado suplicando que no juguemos "estas cosas del diablo", lo cito.

- ¿No era que no le tenías miedo a nada? -le dijo Bella a James pícaramente.

- Eh... N-no, ¿cómo piensas eso? -se levantó rápidamente y se incorporó en el sofá junto a nosotros mientras no dejaba de mirar hacia los lados temeroso de que algo fuera a pasar.

Luego de estar jugando un rato escuchamos unos golpes provenientes de mi cuarto, estaban todos asustados y nadie se atrevía a subir a ver qué pasaba, menos James, con él no podíamos contar en estos momentos. Así que decido subir a mi cuarto a investigar con una vela qué era lo que causaban esos ruidos tan extraños.

Al subir, la vela se apagó repentinamente y, me asusté, sólo un poquito. Seguí caminando a oscuras guiándome por las paredes y los muebles, hasta que me di el dedo chiquito del pie contra un mueble que no sé de dónde carajo salió. Maldije por lo bajo, si es que eso sea que hasta los vecinos me hayan escuchado.

- Lei, ¿estás bien? -gritó Lucy desde abajo.

- ¡Sí, perfecta! ¡En una sola pieza! -le respondí con un grito sarcástico.

- ¡Ah, perfecto! ¡Sigue así!

- Nosotros estamos buscando el agua bendita, ¡no te preocupes! -comentó un poco sarcástico Matt.

Seguí caminando como pude sin pensar en el terrible dolor que sentía en mi pie en este mismo momento, hasta que choqué con una puerta. Espero que sea la de mi cuarto. Abrí la puerta sin temor de lo que pueda llegar a haber. Entré sigilosamente y en una esquina se empezó a formar una aurora. No estoy muerta, ¿no? Di unos pasos hacia esa resplandeciente luz y comenzó a tomar la figura de una persona. No podía creer lo que vi a continuación...

Alex

No podía creer quién era la persona que tenía frente a mí, no estaba tan seguro de si era la persona que yo creía, pero se parecía a Leila.

- Hola, Alex, finalmente te conozco. -dice con tono de superioridad.

- ¿Quién eres? -pregunté confuso.

- Yo soy la madre de Leila. -respondió sonriendo irónicamente.

Lo sabía, estaba casi seguro de que era ella, pero, ¿por qué querría ella que me separara de Lei? Se supone que es nuestra relación, ella no tiene por qué meterse. Aunque recordando cómo es ella con Lei, es capaz de hacer cualquier cosa.

- ¿Qué quieres? -pregunté con tono serio.

- Como ya dijo Jhon, quiero que te alejes de mi hija. -dijo seriamente.

- ¿Por qué? -le pregunté desafiante y un tanto confuso.

- Porque yo sé lo que es bueno para mi hija, y tú no lo eres. Eres un niño que llegó de la nada a su vida y se metió con ella sin saber cómo son las cosas. -respondió con un tono fuerte y de superioridad, quién se creía.

- Yo sé más de lo que usted cree, y usted no sabe lo que es bueno para Lei, usted no sabe nada, no la conoce. Y aunque lo haga, no tiene derecho a venir y decirme esto, porque si yo soy bueno para ella, ella misma lo va a decir, sólo ella lo sabe. Así que no se meta, déjese de tonterías, se supone que es una persona grande. -dije frustrado. La gente nos miraba preguntándose qué pasaba, pues creo que levanté un poco el tono de mi voz.

Lourdes me pegó una cachetada y se fue sin más. Esta mujer está loca.

No entiendo cómo Leila tuvo que aguantarla todo este tiempo. Alejarme de Leila, como si eso fuera a ocurrir.

Decidí ir hasta mi coche para poder volver a la residencia y recibí un mensaje de la madre de Lei.

Te advierto que si no te alejas de mi hija, las cosas irán muy mal para ti.

Ignoré el mensaje y fui a toda prisa a la residencia.

Leila

La aurora brillante comenzó a tomar la forma de una persona, no puedo decir que el miedo no me estaba invadiendo porque sí lo estaba. Cuando la luz tomó forma por completo, quedé boquiabierta y una lágrima cayó por mi mejilla.

- ¿Papá?- dije casi sin voz, pues esto era un poco extraño.

- ¿Papá?- dije por segunda vez y respondió.

- Leila, hija, ha pasado tanto tiempo... Siento mucho haberles dejado tan repentinamente y en esa fecha tan especial... Te has convertido en una persona grande, estoy muy orgulloso de ti, hija. Sé por lo que tuviste que pasar; a tu madre, a tu hermano y el bullying, y sé que por esas cosas llegaste a tal extremo que no te importaba nada. Sé que comenzaste a lastimarte, pero también sé que llegó una persona que cambió tu vida, y te ayudó. Lei, tú eres más fuerte de lo que aparentas, yo sé que puedes seguir adelante. Te amo, duendecito. -Dicho todo eso, mi padre desapareció y yo estaba llorando.

- ¡Papá, espera, no te vayas!- grité, pero fue inútil, él ya no estaba- Papá... Si supieras que ya no puedo más con esto, me haces tanta falta...

Bajé por las escaleras para reunirme con mis amigos, lo cierto es que yo ya no sentía miedo, estaba triste y feliz al mismo tiempo. Sé que no me creerían si les dijera que vi a mi padre allá arriba, así que me ahorraré en contarles y sólo responderé con una simple excusa.

- Lei, ¿qué era lo que había arriba?- preguntó James temeroso.

- Nada, chicos, sólo un gato de la calle que ha entrado por la ventana.- respondí relajadamente.

Empezamos a hablar de cosas, pero yo no prestaba mucha atención, no podía dejar de pensar en mi padre. De verdad lo extrañaba. Pero en ese momento sentí la mejilla húmeda. Mierda, estoy llorando, espero que no lo noten. En fin, sólo espero que Alex regrese pronto.

Pasaba el tiempo y Alex seguía sin aparecer.

- Oigan... ¿creen que Alex estará bien?- preguntó Bella preocupada. En sí, todos estábamos preocupados, pero no teníamos otra cosa que hacer, más que esperar.

- No lo sé, pero espero que llegue pronto.- añadí igual de preocupada.

Alex

Llegué a la residencia y los chicos estaban sentados, y parece que se había ido la luz.

- ¡Chicos, ya llegué!- grité desde la entrada.

En eso todos salieron corriendo hacia mí y Leila, literalmente, se abalanzó sobre mí.

- ¿Dónde estabas?- preguntó Lei contra mi pecho.

- Sí, amigo, ¿dónde te habías metido?- preguntó James.

- Ya estoy aquí y muero de hambre, así que si son tan amables, quisiera comer primero.- dije sobándome la panza.

- Está bien, iré a ver qué tengo para hacer.- dijo Lei rodando los ojos.

Y desapareció en la cocina. Yo la seguí, y los chicos se quedaron ordenando un poco el desastre que habían hecho.

- Te estaba extrañando.- dije abrazándola por detrás.

- Y yo a ti, tenía miedo de que algo te fuera a pasar.- dijo abrazando mis brazos.

Decidí darla vuelta, mirarla a los ojos y besarla como si no lo hubiera hecho hace tiempo.

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Bueno al fin aquí está el capítulo 19! Espero que lo disfruten, tanto como yo lo disfruto escribiendo. Ustedes que creen que era la madre de Leila? Es una forra ah
Bueno nada eso, no voy a decir cuando subir el próximo capitulo ya que no lo sé jajaja.

Bueno un beso y abrazo enorme.

Atte: Caroo Gerstner.

Los Cambios siempre existieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora