|CAPITULO 9|

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Salimos corriendo hacia el gigantesco parque de atracciones, donde Alex había decidido hacer nuestra cita.

- ¿A dónde quieres ir? -dijo viendo hacia todos lados.

- ¡A la montaña rusa! -dije emocionada.

- ¿A... la... montaña rusa? -dijo con la voz temblorosa.

- ¿Miedo? -pregunté empujándolo.

- ¿¡Qué!? ¡Claro que no! -dijo haciéndose el valiente.

- Entonces vamos. -dije llevándolo a rastras hasta la montaña rusa.

Después de bajar y de que a Alex le dieran siete ataques cardíacos juntos, me llevó a un puesto donde había que derribar latas.

- Tres tiros son 5 dólares. -dijo el vendedor apuntando hacia las latas.

- Deme los tres tiros. -dijo eso y le pagó, yo me quedé de brazos cruzados viendo como perdía.

- Wow, eso fue increíble, solo que el juego consiste en darle a las latas no en esquivarlas. -dije riéndome y aplaudiendo sarcásticamente.

- Oh cállate. -dijo abrazándome por detrás.

- Te... quiero. -dije muy poco segura.

- ¿Qué dijiste? -dijo girándome para verme y sonriendo.

- Lo siento. -dije agachando la cabeza.

- No pidas perdón por eso, yo también te quiero. -dijo abrazándome contra su pecho.

Estuvimos recorriendo todo el parque hasta que se hicieron las 20:00 p.m.

- ¿Y ahora? -pregunté mirando por todos lados.

- Ven, guardé lo mejor para el final. -dijo tomando mi mano.

Fuimos a la rueda de la fortuna. Y cuando estábamos en lo más alto Alex me tomó de la mano.

- Lei... tú sabes que me gustas desde los 14 años ¿no? -preguntó nervioso.

- Sí, lo sé. -dije mirándolo.

- Bueno, nunca me dejaste de gustar, eres la primer chica que conozco que no se interesa en mi por lo físico o por ser el líder del equipo de rugby, si no por quien soy. -dice rascándose la nuca.

- ¿A qué viene todo esto? -dije divertida.

- Lei... ¿quieres ser la chica con la cual haga todas mis locuras y con la que me despierte todos los días? -dijo nervioso.

¡Dile que no!

Cállate esta es mi vida, no tuya.

- Alex... yo... claro que sí. -dije eso y lo abracé.

El me correspondió el abrazo y pude por primera vez sentirme segura en los brazos de alguien. Estuvimos abrazados hasta que llegamos abajo. Nos estábamos yendo al auto y...

- ¿Tienes hambre? -preguntó entrelazando su mano con la mía mientras caminábamos.

- La verdad que sí. -dije tocándome la panza con la mano que tenía libre.

- Pues vayamos a comer, ¿te parece? -dijo sonriendo.

- Claro, vamos. -dije abrazándolo.

Subimos al auto y fuimos a un Mc Donald.

- No es el lugar más elegante, pero bueno. -dijo con tranquilidad.

- No pasa nada. -dije caminando a una mesa.

- Voy a ordenar algo ¿quieres una hamburguesa? -preguntó parándose.

- No... No me gustan las hamburguesas, tráeme una ensalada. -dije sonriendo.

Los Cambios siempre existieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora