Revelaciones

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Habían pasado los días y el ambiente se notaba más calmado. No habían tenido problemas, salvo algunos encuentros con Nog. Lo que Peter había tenido, era un ataque de ansiedad provocado por el estrés. Y era verdad que el pobre no había parado desde hacía meses.

Esa noche, Tal dejó aSusan y a Lemec tomando Nectar Visenthna a solas mientras reían. La forma en la que se relacionaban, le hacía recordar a Hier y eso le hacía sentirse profundamente triste. Estaba muy preocupada por él. Esa Bruja Blanca le había comido la cabeza, estaba segura.

''Mi verdadero nombre es Bjorg y soy el consorte de la Reina Blanca'' no dejaba de repetirse en su cabeza ''la resistencia es inutil''

Tenía que salvarlo. Con esos pensamientos fue a la cama, pero esa noche tendría más que un par de sorpresas. A mitad de la noche se despertó con una rara sensación.

—Verte dormir es algo que me llena de paz. Pareces muy serena cuando duermes—dijo una voz en la habitación.

Rápidamente, la solandiana se irguió y fue a encender una luz y a coger un arma, pero él la detuvo.

—Yo no se lo recomendaría, regente Tal—dijo Ghemor, apareciendo de entre las sombras.

Ceres se encogió en su cama y se tapó un poco con las sabanas. Se sentía expuesta. Ghemor parecía bastante maltrecho tenía barba de una semana, y la ropa hecha jirones. Sin embargo, en su mano derecha había un gran cuchillo.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado?—preguntó ella, intentando ganar tiempo.

El hombre sonrió, intentando crear misterio.

—Fui directo a por Curzon y su grupito de rebeldes. Esa panda de maleantes no saben custodiar una perla tan poderosa—dijo sacándola de su bolsillo.

La solandiana supo que Ghemor se había teletransportado justo donde estaba la otra perla. Su cuarto.

—¿Cuánto llevas espiándome?—preguntó.

—¿Dos minutos? ¿Una semana? ¿Toda tu vida? El tiempo es muy relativo y también muy preciado Ceres—se acercó a la cama y se sentó en los pies, mirando a la solandiana—.La muerte de mi pequeña estrellita me ha hecho ver el horrible hombre que era, todos mis crímenes, mis mentiras y autoengaños. Quiero cambiar de verdad, Ceres. Empezar una nueva vida—le sonrió encantadoramente—.Y, ¿Qué mejor día que el cumpleaños de tu madre?

Ceres frunció el ceño y se quedó algo extrañada(a la vez que repugnada)

—¿Crees que eso me molesta? ¿Qué sepas el cumpleaños de mi madre?—preguntó con odio.

—Ella era una perfecta combinación de inteligencia y hermosura. Se parecía mucho a ti. Sobretodo sus grandes ojos, tan bellos y llenos de preguntas... por eso tus abuelos la llamaron Luna. Por sus grandes ojos. Fue en lo primero que me fijé cuando nos conocimos.

Ahora sí que la solandiana estaba confundida, ¿Cómo podía saber Tarkaan Ghemor esas cosas? Estaba claro que su nombre estaba en los registros de esclavos, pero ¿y el motivo de su nombre? Él quería confundirla, seguro.

—Buen intento Ghemor—sonrió falsamente—.Pero usted nunca conoció a mi madre. Por si no lo recuerda, ella fue asesinada...

—Si, lo se. Fue asesinada en las minas bajo mi orden, ¿iba a decir eso?—preguntó sabiondo—Me temo que eso no es cierto, regente. Eso fue una mentira que os contó vuestro padre a ti y a tus hermanos para no tener que enfrentarse a la verdad.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora