Ya habían pasado las once y cuarto de la noche.
—Despejado—dijo Edmund.
Una de las planchas del techo se deslizó y dejó ver unas piernas colgantes. Edmund cayó del techo.
—Vamos, en silencio—dijo mientras alzaba los brazos para coger a Aleeya. Después, bajó Ceres y Peter. Wyn bajó flotando.
—¿Estáis todos bien?—preguntó Peter.
Todos se veían extraños con sus ropas de los 50. Ceres no lo soportaba, incluso los vestidos solandianos le aportaban mayor movilidad.
—Démonos prisa—susurro Aleeya.
Se internaron en los pasillos de palacio con sigilo y extrañamente, no había ningún guardia o ningún frio, pero era imposible que les estuvieran esperando. Se dividieron en dos grupos: Susan, Edmund y Peter buscarían las Perlas del Destino mientras que Ceres, Wyn y Aleeya buscarían a Hier.
—Tened cuidado, intentad que los fríos no os toquen—les aviso el mago preocupado mirando en especial a Edmund.
Los tres asintieron y se marcharon corriendo. Era la primera vez que Ceres y Wyn se quedaban solos para hablar y la solandiana había querido preguntarle una cosa.
—¿Cómo era tu padre antes del accidente?—le preguntó mientras Aleeya miraba hacia el otro lado buscando guardias.
El mago asintió.
—Él hizo cosas horrible antes de perder la memoria, a mí me maltrató y le gustaba torturar a la gente—dijo pasando de un pasillo a otro.
—Shhh—chistó Aleeya.
Aquellas palabras le hicieron pensar a la solandia de algo que llevaba dando vueltas en su cabeza desde hace mucho tiempo.
—¿Y nunca has querido vengarte?—preguntó—Si se portó tan mal contigo...
Wyn suspiró.
—Lo pensé durante mucho tiempo, incluso ideé como iba a matarle. Pero después vi que la venganza no es la mejor solución—dijo francamente.
Ceres frunció el ceño, contrariada.
—Hay algunas personas que solo piensan en la venganza, puede que no conozcan otro estilo de vida. Y tampoco lo desean.
Aleeya y Wyn se miraron, estaba claro que la solandiana hablaba de ella misma y su venganza personal contra los calormenos y en especial.
—Esas personas deberían saber que si pierden la vida vengándose no vivirán la suya propia—dijo Aleeya poniéndole la mano en el hombro.
—Precioso—dijo una voz a sus espaldas.
Pero ninguno pudo ver el rostro, ya que se durmieron al instante gracias a un líquido llamado cloroformo.
***
Edmund y Susan habían perdido a Peter por los pasillos del palacio. Aquello parecía un verdadero laberinto.
Fue entonces cuando el hermano vio un espejo, un espejo extraño.
—Hey Su, mira esto—dijo acariciando el espejo.
De repente, desapareció. La hermana corrió delante del espejo y empezó a gritar Edmund, pero no respondía nadie. Asique tocó el espejo también. De repente, ambos se encontraban en una sala llena de espejos.
—¿Que es este lugar?—preguntó Susan.
Edmund observó la sala con atención, no recordaba haberla visto en ningún sitio.
ESTÁS LEYENDO
Las Crónicas de Narnia: el Veneno Mortal
Fanfiction¡Segunda parte de ''Las Crónicas de Narnia: Perlas del Destino''! *** Sinopsis: Amor, muerte y guerra, eso es lo que les depara. Desde que llegaron a Narnia, los Pevensie han tenido que luchar con multitud de peligros, pero ninguno es tan grande co...