De nuevo en casa

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Pararon para descansar porque ya llevaban tres horas andando. Cada vez iba acentuándose la idea de que Lucy no sabía nada de nada y que se lo estaba inventando todo. La solandiana miraba mal a los hermanos calormenos y Kalhed se dio cuenta de ello.

—¿Tienes algún problema?—preguntó el calormeno. Ceres prefirió mirar hacia otro lado—Te he preguntado que si tienes un problema.

La solandiana achinó los ojos.

—No se quienes sois y que hacéis aquí acompañándonos—respondió.

—Venimos a ayudar a los reyes de Narnia—respondió Aleeya, intentando ser buena.

—No pertenecéis a Narnia—respondió Ceres.

—Ni tu tampoco, eres solandiana—dijo Kalhed—.Es más, la última vez que supe de Solandia... déjame que piense... ¡Ah sí! Había sido invadida por Calormen... otra vez.

Ceres se levantó y se remangó las mangas dispuesta a pegarle, pero Peter se puso en medio.

—Ya está, ya está, tranquila—dijo—.A ver si encontramos una licorería o algo así por el estilo.

Ceres alzó la ceja e iba a responder algo cuadno de repente Lucy gritó.

—¡Jadis ya ha elegido!—dijo con expresión de horror—¡Y ha elegido nuestro mundo!

***

Todo el grupo corrió siguiendo a Lucy entre las enredaderas del bosque, hasta que se detuvo en un charquito. No media ni medio metro.

—Es aquí Peter, este es nuestro mundo—señaló Lucy—.Cuando más tiempo pasemos pensando si entrar o no, más tiempo de diferencia habrá con Narnia.

—¿Y eso cuánto es?—preguntó Susan.

—Un minuto por año—respondió Lucy—.Han pasado seis años desde que está en la tierra. El tiempo vuela.

Sin pensarlo, Wyn cogió a Lucy de la cintura y ambos cayeron a la charca. Susan y Peter se miraron y saltaron. Edmund saltó después. Solo quedaban los calormenos y Ceres. La solandiana desenvainó su espada y se tiró. Aleeya y Kalhed se dieron la mano y saltaron también.

***

El grupo entero cayó en un frío y asqueroso callejón de la capital londinense, encima de los cubos de basura. Susan fue la primera en reaccionar.

—¡Ratas, ah, ratas! ¡Como las odio!—gritó mientras saltaba.

Los hermanos calormenos salieron de detrás de unos contenedores, Aleeya tenía un plátano en el pelo.

—¿Que es este sitio?—dijo mirando al cielo gris—Es frio y oscuro. Hace frio.

Ella y Ceres eran las únicas que llevaban pantalones, ya que Susan y Lucy llevaban vestidos narnianos. Pronto la reina Susan se dio cuenta de ello.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?—preguntó Peter saliendo del cubo y ayudando a Lucy.

Edmund miró a todos lados y se encogió de hombros.

—A mí me parece todo igual—dijo—.Salgamos de aquí.

Todos siguieron a Edmund por las calles sombrías londinenses. Era de noche y todo estaba silencioso. Ceres estaba seriamente preocupada porque sus marcas azules solandiana la delatasen.

Entonces... llegaron a una calle comercial. Realmente había cambiado mucho, pero de alguna manera, todo estaba igual. Para los narnianos, aquello les parecía asombroso.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora