El gran palacio

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Un día después, en la nueva taberna de Nog, Peter, Aleeya, Edmund y Ceres estaban reunidos. En unas horas se harían pasar por turistas y se infiltrarían en el palacio de Buckingham. Edmund le había comprado a Ceres un maquillaje para tapar sus marcas azules, ya que la solandiana estaba harta de responder que eran tatuajes.

—En una hora entramos—dijo Peter tomando una pinta.

Ceres le miró con cara pocos amigos, no le gustaba que Peter bebiera en esas circunstancias.

—Tienes que estar alerta cuando entremos en el palacio—dijo la solandiana—.No quiero que nos descubran por tu culpa.

—Tranquila Ceres—respondió Peter mientras la cogía de los hombros.

Entonces, aparecieron por la puerta algo que no esperaban ver: a Susan, a Lucy vestida con un hermoso traje de gala a Wyn y a Kalhed también con un esmoquin. El calormeno llevaba guantes en las manos.

—¡Hermano!—gritó Aleeya intentando abrazarse.

—¡No! Puede tener Veneno Blanco—dijo Susan interponiéndose.

Kalhed movió la mano para restarle importancia.

—Pero no lo creo, siento que podría tumbar a un solandiano de un puñetazo—dijo tocándose el pelo—.Sin ofender, pelirroja.

Ceres le miró con sarcasmo.

—¿Porque vais vestidos así?—preguntó Edmund.

Lucy sonrió apenada.

—El tío Digory recibió dos invitaciones para el baile de esta noche. Los trajes eran de nuestra talla—dijo—.Ahora está muerto, por el Veneno Blanco.

Hubo un silencio, hasta que Susan cogió a Wyn del brazo.

—Bueno Wyn, creo que mis hermanos necesitan escuchar algo interesante, ¿no crees?—preguntó Susan, acercándole.

El mago se puso nervioso, pero luego suspiró.

—Lo que vuestra hermana y amiga Susan está intentando presionarme para que diga es que he omitido parte de la verdad. No era una mentira, solo era algo que no hacía falta para las circunstancias—miró a Edmund—.Yo soy el primogénito de la Bruja Blanca.

Todos quedaron conmocionados durante unos instantes y Edmund fue el primero en saltar.

—¿¡Que!?

—Es cierto—dijo Lucy—, pero no es malo. Nos ha prometido ayudarnos. Dice que Hier nos puede ayudar a expandir una cura al Veneno Blanco y a aniquilar a su madre.

Peter miró con cara de pocos amigos a Wyn.

—Si eso es cierto, ¿cómo podemos confiar en ti?—preguntó.

—Creedme, soy vuestra última esperanza—dijo apoyándose en la mesa—.Mi madre tiene espías en todas partes. No me extrañaría que tuviese uno aquí ahora mismo, vigilando cada uno de nuestro movimientos...

De repente llegó Nog con una bandeja de cervezas.

—¿Me he perdido algo?

Aleeya se puso nerviosa y miró a su hermano buscando apoyo, pero parecía que estaba demasiado ocupado tonteando con Lucy o al menos, la definición de estos dos por tontear, que era discutir.

***

En la recepción real había toda clase de famosos y miembros de casas reales de todo el mundo aunque la mayoría, Lucy no los conocía y menos el calormeno. Al llegar andando los guardias les miraron mal, pero les dejaron pasar.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora