Mientras rescatábamos a tu hermana

480 43 23
                                    

Peter se había quedado solo, Susan y Edmund habian desaparecido. Aprovechó para entrar en la sala de la corona, pero no se esperaba una sorpresita.

—Hola Peter—dijo Jadis mientras levantaba una ceja—.Que guapo estas—, luego miró a Hier—no te preocupes querido, te sigo amando a ti.

—No me preocupo—contestó Hier secamente.

Habían encadenado a Peter cuando este intentaba robar la corona donde las Perlas del Destino estaban engarzadas.

—Tengo a todo un equipo dentro de este palacio y todos van a por ti—amenazó Peter con ira.

Jadis se rió.

—¿Crees que soy estúpida? Mis guardias os llevan siguiendo desde que entrasteis en este pequeño y pestilente mundo—se rio—.Será divertido adivinar cuál de tus hermanitas se ha hecho pasar por vuestro fallecido tío Digory—chasqueó los dedos y se levantó al unísono—.No las hagamos de esperar, vayamos al salón de baile, seguro que les doy una agradable sorpresita.

***

Edmund y Susan llegaron al salón de baile mediante un espejo de viaje. Se encontraron en mitad y sin estar vestidos para la ocasión lo que era algo horrible para Susan, ya que había querido asistir a un baile real desde que tenía memoria.

—¿Susan?—dijo una voz a sus espaldas—¡Que joven estas!

Era una antigua amiga de instituto acompañada de un lord. Siempre había tenido fama de cazafortunas y por el anillo de su dedo lo había conseguido.

—Si gracias—contestó ocupada.

—¿Dónde has estado estos seis años? Creíamos que estabas muerta—se rio—.Han pasado muchas cosas, Loriel...

—¿Que hacéis aquí?—preguntó Lucy acercándose.

—No estabais en el punto de encuentro—dijo Kalhed.

—Nos hemos perdido, todo esto es un lio—confesó Edmund—.Y ahora esta pesada nos está molestando.

De repente, Kalhed se llevó la mano al pecho. Lucy le miró extrañada.

—¿Que te ocurre?—preguntó preocupada.

—Vaya, vaya, ¿que tenemos aquí?—dijo una femenina voz sibilina desde el otro lado de la sala. Se trataba de Jadis y tenía en su poder la corona... y a Peter.

Toda la sala se quedó en silencio e hicieron hueco para dejar paso a la reina. Jadis avanzó mientras sus súbditos se arrodillaban pero, evidentemente, no los Pevensie.

—¿Porque no te arrodillas, Susan?—preguntó Allison con cara de reproche.

—Cállate Allyson—respondió Susan mientras daba unos pasos por delante.

—Suelta a nuestro hermano—dijo Edmund mientras desenvainaba su espada.

Jadis se empezó a reír.

—¿O sino, que? ¿Vas a clavarme esa espadita? Hemos pasado y esa etapa de nuestra relación, Edmund—miró a Hier—¿Cuantos intrusos más hay?

Hier cerró los ojos momentáneamente.

—Tres más—luego señaló a Kalhed—.Y ese está a punto de convertirse en Frío.

Jadis chasqueó los dedos y unos Fríos empezaron a andar hacia Lucy y Kalhed. Entonces Edmund se adelantó y le clavó a uno su espada, que por desgracia no le hizo nada. Apartaron a Edmund de un manotazo. Al llegar a Lucy, puso a Kalhed detrás.

—No vais ni a rozarle—dijo con odio.

El Frío la cogió del cuello y la tiró al suelo, pero antes de que tocase a Kalhed, la reina narniana ya se había levantado y se había tirado contra el Frio. Empezó a darle puñetazos mientras el otro frío cogía a Kalhed y lo arrastraba como un saco inservible hacia Jadis y su trono.

Lucy se apoyó en el hombro del frio y le pegó una patada en la cabeza haciendo que este se quedase momentáneamente atolondrado, aprovechando para cogerle del cuello y partírselo delante de toda la sala sin reparo entre los gritos de la gente. El otro frio le faltaba unos metros para llegar a Jadis asique Lucy tuvo que correr para coger la espada y deslizarse por el suelo, hasta llegar él.

Aprovechando que estaba en el suelo le cogió de los dos tobillos y le hizo perder el equilibrio tirándole al suelo. El frio se estampó contra el mármol y Lucy empezó a golpearle la cabeza contra él hasta que empezó a salir un líquido blanco, seguramente sangre fría. Kalhed estaba muy débil y le cogió de la mano para llevarle al centro de la sala.

—Vaya, estoy muy impresionada Lucy, veo que eres una asesina a sangre... fría—comentó Jadis haciendo un chiste con malas intenciones.

—Y yo veo que sigues siendo una puta—sonrió Lucy.

Jadis frunció el ceño de indignación.

—¡Se acabó! ¡A por ellos!—gritó mientras señalaba a los Pevensie.

Empezaron a salir fríos por todas partes y los invitados empezaron a correr, mientras que Edmund y Susan se ponían en guardia. Empezaron a darle puñetazos a todo lo que se les acercaba, entonces, a uno de los invitado se le cayó una pistola y rápidamente Edmund la cogió y empezó a dispararles a los fríos.

Un tiro, dos y tres tiros certeros hasta que al revolver se le acabaron las balas. Luego se lo pasó a Susan y le pegó a la cabeza a uno de ellos, aunque solo lo enfureció más. Mientras Lucy iba protegiendo a Kalhed, este se ponía más y más blanco. Agarraron a sus hermanos y los pusieron boca abajo.

—Lucy ya basta, tengo a tus tres hermanos en mi poder—dijo Jadis levantándose del trono, como molesta.

Lucy no dejaba de jadear, con Kalhed detrás muy débil. La reina alzó su espada en dirección a Jadis.

—Por encima de mi cadáver—respondió mientras respiraba entrecortadamente.

Jadis hizo un movimiento y un bloque de hielo salido de la nada golpeó a Lucy  y la hizo caer al suelo de rodillas ante la reina. Entonces unos fríos aprovecharon para coger a Kalhed y arrastrarlo ante la reina. Cuando pasó al lado de Lucy ambos se miraron, conscientes de que aquel podía ser su final.

De hecho, tenía toda la pinta de que iba a serlo. Por eso, con sus últimas fuerzas, el calormeno intentó escapar de los fríos, y lo consiguió por unos segundos.

—Lucy—dijo mientras la acariciaba la cara.

Entonces, se besaron profundamente con pasión y una profunda tristeza. No hubo tiempo para mayores despedidas, los Fríos le arrastraron junto a Jadis.

—Tanto jaleo por un mortal, Lucy pensé que tendrías mejor gusto que un asesino calormeno—le dio una patada que lo tiró por el suelo y le apuntó con el dedo—.Bien, di tus últimas palabras.

Kalhed miró a Lucy y ella a él, sin poder moverse de rodillas por culpa de un conjuro de Jadis. Susan y Edmund miraban la escena bocabajo con el corazón en un puño.

—Mientras rescatábamos a tu hermana—susurró Lucy con lagrimas rodándole por las mejillas. El chico le preguntó mientras bailaban cual fue el momento exacto que supo que estaba enamorada de el, ¿no? Pues fue aquel. Le estaba declarando su amor. Por primera y ultima vez.

Kalhed sonrió débilmente, reconociendo el significado de las palabras.

—La noche en la que matamos a Atizi—respondió mientras sonreía, declarándose también.

Jadis bufó, harta de tonterías y sensiblerías y sin ningún aviso más, convirtió a Kalhed en una estatua de hielo. Los Pevensie cerraron los ojos.

—No basta con convertirlo en hielo—dijo Jadis mientras recogía la espada de Lucy—.Hay que hacerle añicos.

Y con fuerza, alzó la espada para partirlo en mil pedazos.


Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora