La noche londinense

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El fauno llevaba puesto un típico delantal del mundo humano y unos pantalones largos que sin duda tapaban sus patas de cabra. Se dio la vuelta para largarse de allí, pero la solandiana alargó la mano y le cogió del cuello de la camisa.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Nog?—preguntó enfadada y confundida.

—Era esclavo en el palacio de la Reina Blanca cuando esta activó las puñeteras perlas. Fui arrastrado a este mundo hace seis años, pero no os creais que soy el unico, todos los que estaban en ese momento en el palacio o en sus alrededores tambien han sido arrastrados aqui—Peter y Susan le miraron con cara inquisitoria—¡Así que dejadme! ¡Soy un hombre honrado!—gritó el fauno.

—Creo que en esa ultima frase, todo está mal—dijo Peter apoyándolo contra la barra del bar.

De repente, el niño que los había invitado a entrar empezó a pegarle puñetazos en las piernas a Ceres.

—¡Soltadle! ¡Soltad a mi papa!—gritaba.

—¿Tu... padre?—preguntó Susan.

Nog se mordió el labio.

—¡Sí! Ahora estoy casado y son un respetable miembro de la sociedad inglesa—dijo el fauno—¡Suélteme regente!

La solandiana le soltó y luego de un rato, corrió a darle un abrazo. Puede que fuese un ser repulsivo, pero le agradaba saber que estaba vivo. Le recordaba en cierto modo a los felices tiempos en Sol Eclipsado, cuando Hier era un hombre tímido y dulce y Jadis no estaba por conquistar un segundo mundo.

—Te he echado de menos, fauno—susurró—¿Cómo es posible que tengas un hijo?

El fauno cogió a su hijo en brazos.

—Pues verá, una noche mi señora y yo...

—Lo que quiere decir es que si tu esposa sabe... ya sabe... lo tuyo—dijo Susan extrañada, refiriendose a las patas de cabra.

Nog negó con la cabeza.

—Le dije que era herencia familiar. Por desgracia, mi hijo ha salido humano completamente, ¿verdad George?—le preguntó a su pequeño.

—Si papa.

Parecía una escena muy dulce. Lucy y los demás habían salido del cuarto de O'Brian y se habían reunido alrededor.

—Esa niña está contagiada. Puede que su padre también, el Veneno Blanco les convertirá a los dos en Fríos—dijo la reina menor.

—Dado que su final condición ya está decretada, debemos de ponerle fin a esto—dijo Wyn.

Nog suspiró porque O'Brian no se quedaría de brazos cruzados.

Entonces entraron en el pub unos guardias de Jadis. Pudieron identificarlos rápidamente porque eran Fríos.

—¡Corred!—gritó Peter.

Todo el mundo empezó a alborotar y a intentar correr fuera del pub, pero los Fríos les disparaban y los dejaban en el suelo. De repente, salieron de la trastienda O'Brian y su hija Shirley... convertidos en Fríos. Eran como estatuas de hielo.

—¡La resistencia es inutil!—dijo la pequeña. Entonces, empezó a tocar a los demás del pub, haciendo que estos empezasen a convulsionar. En unas horas, serían Fríos todos. Entonces uno de los guardias Fríos se quedó mirando a Ceres.

—¡Es ella!—gritó—¡Apresadla!

Los guardias se acercaron a la solandiana y la cogieron por los brazos mientras que ella no dejaba de moverse para soltarse. Entonces le pegaron un golpe en la cabeza que la dejó desinflada.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora