Linea de sangre

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Una aclaracion para los que no se hayan leido los libros, el tio Digory (el que sale en la pelicula) 


—¿Comité de rescate? ¡Yo no necesito un comité de rescate! Me estaba rescatando yo sola—dijo ayudando a la calormena a subirse.

—¡Nos rescatábamos a nosotros solos!—gritó Ghemor

—Ah no, tú has sido un error—reprendió Ceres.

Cuando la chica subió, contempló a Ghemor.

—¿Quién es usted? Parece de mi país—opinó.

—Permiteme que me presente, mi nombre es Ghemor, Tarkaan Ghemor—dijo haciendo una reverencia.

Aleeya se puso la mano en el pecho.

—¿¡Tarkaan Ghemor!? ¿¡El Ex Tisroc de Calormen? ¿El gran general que dirigió las batallas de Puerta de Luna y Playa Angosta?—gritó contenta, como una fan.

—Por Aslan, esto no por favor...—masculló Ceres llevándose la mano a la cara.

—El mismo—sonrió el calormeno—.Está bien que alguien te trate con dignidad de vez en cuando—dijo con la voz intencionadamente mirando a la solandiana.

Aleeya empezó a gritar descontroladamente.

—¡Tash es Grande! ¡Jamás creí que conocería al gran héroe nacional! ¡Y que atractivo es usted!—gritó de emoción.

—Oh, por favor no sigas, llevo seis años en la cárcel, no estoy tan guapo como siempre—dijo restándole importancia.

—Nono, se lo aseguro—dijo Aleeya.

—¿Podemos irnos ya?—preguntó Ceres.

—¿Viene con nosotros, gran Tarkaan Ghemor?—preguntó Aleeya.

—¡No!—gritó Ceres.

—¿¡Porque!?—preguntaron los dos calormenos.

—Puedo daros dos mil razones.

—¿Dos mil?—preguntaron.

—Son todos los solandianos asesinados bajo el mando de este individuo—respondió con la voz fría.

Ghemorse rio.

—Y yo solo puedo darte una razón por la que debería ir contigo—dijo guiñándole un ojo.

Aleeya pestañeó sin creérselo.

—¡No puedo creérmelo! ¿Vosotros dos...?

—¡NO!—gritó enfadada Ceres.

—Ceres y yo hemos pasado muchos ratos juntos—se rio entre diente.

La solandiana estaba harta.

—Si, ¿recuerdas aquella vez que te golpeé con un orinal?

—No ,¿porque...?

Pero no pudo terminar la frase, ya que la solandiana cogió un orinal del suelo y le dio en la cabeza dejandole inconsciente.

—Ahora lo recordarás—dijo mientras se encaminaba a bajar de la torre.

Aleeya estaba demasiado asombrada como para articular palabra, pero mientras descendian puso volver a hablar:

—¿Vamos a dejar a Ghemor ahí en el suelo?

Ceres la miró.

—Definitivamente.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora