Adiós, Sol Eclipsado

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El fauno Nog corrió por los pasillos de Sol Eclipsado hasta llegar a la azotea, donde Peter estaba tumbado junto a Susan, ambos hablaban de nada en particular.

—¡Nog! ¿Qué HACES aquí? ¿Por qué estás tan cansado?—preguntó Susan, al verlo casi muerto llegando a gatas  por las escaleras.

Nog se dio tiempo para descansar.

—Es ella, ha vuelto—dijo antes de caerse en redondo, había subido más de cien escalones.

—¿Ella?—preguntó Peter.

—La Bruja Blanca, majestad. Ella y su ejercito ya han conquistado media calormen y se dirigen directamente hacia aquí.Hay un ejercito de estatuas de hielo e oído que arrasan con todos.Están a un par de días de camino.

Susan y Peter se miraron alerta.

—¿¡Que!? ¿un par de días?—preguntó Peter.

—Es importante que huyamos majestad, ellos son imparables—dijo el fauno—. Yo voy a cerrar mi bar y a irme.

—Que valiente—comentó Peter.

—¡No voy a dejar que me conviertan en estatua de hielo!—gritó el fauno—Os deseo suerte majestades.

Entonces se acercó a Susan y le plantó un beso en los labios.

—Siento que no hayamos tenido tiempo para nuestro amor—dijo el fauno teatralmente antes de irse.

Peter empezó a reírse.

—¿Tiempo para nuestro amor?—preguntó.

Susan enrojeció.

—Cállate y bajemos a dar un comunicado.

****

Lo que decía el fauno era cierto: una avalancha de calormenos se acercaba a Sol Eclipsado. Y no se trataban de soldados dispuestos a obedecer a su Tisroc, sino de familias. Normales y corrientes. Pese a que Ceres primero dio una negativa, no pudo ignorar que esta vez no se trataba de una ocupación a su país,sino que eran refugiados.

Los dos reyes narnianos y ella, se reunieron con una mujer portavoz de su pueblo. Se la veía deshidratada y en los huesos.

—¿Qué ha ocurrido en Calormen?—preguntó Susan mientras le daba un vaso de leche.

La mujer miraba hacia todos lados con miedo.

—El infierno. La Bruja Blanca y su consorte, el Emperador del Invierno congelaron los ríos, los campos y convirtieron Tashbaan y a su gente en estatuas. Nosotros, los campesinos que vivíamos en las afueras, conseguimos escapar—dijo apunto de llorar—.Si vierais lo que han hecho con el desierto... la mitad a muerto congelados.

Ceres intentó disimular que le había molestado escuchar que Hier era el consorte de Jadis, pero Susan lo notó enseguida y le dio la mano para infundirle fuerza. Peter asintió.

—Podéis quedaros aquí el tiempo que queráis—dijo amable.

Pero la mujer negó con la cabeza.

—Vienen hacia aquí. Arrasarán Solandia y por último Narnia. No hay nada que podamos hacer—dijo llorando finalmente.

Ceres se levantó.

—Vamos a matarles y a pararlos. No tocaran mi país—dijo apretando los puños.

La calormena la miró sin saber como responder.

***

Horas después, Ceres estaba subida a una de las torres de Sol Eclipsado que aun no habían reconstruido después de la batalla. Miraba hacia abajo con la cabeza burbujeante de pensamientos. Hier, su amigo,ahora parecía haberse vuelto loco y era el ¿marido? De una bruja. Y querían conquistar su país, otra vez.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora