La resistencia es inutil

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Susan y Lucy pusieron la misma cara de no entender lo que estaba ocurriendo, pero no les dio mucho tiempo a reaccionar ya que Wyn empezó a correr dirección a la salida.

—¡Cogedle! ¡No puede escapar!—gritó Digory.

Entonces, un cuerpo cayó desde lo alto de la escalera aplastando a Wyn. El mago quedó inconsciente en ese instante al golpearse la cabeza contra el suelo, pero el de arriba logró levantarse.

—¡Sí! ¡Por El Gran Tash, soy el mejor!—gritó.

Susan y Lucy fueron a ver que ocurría y se encontraron ni más ni menos que a Kalhed.

—¿¡Kalhed!? ¿¡Que haces aquí!?—gritó Lucy.

El joven la miró y se separó de sus amigas.

—Ey, no os acerquéis—dijo de repente poniéndose muy serio—.Unos Fríos me apresaron y luego me escapé, la casa de vuestro tío fue la primera que vi para refugiarme.

Lucy parpadeó un par de veces, miró a su tío y luego a Kalhed.

—¿Estás envenenado?—preguntó la chica con un nudo en la garganta.

El calormeno se encogió de hombros.

—Quien sabe. Aún no he mostrado síntomas, pero el viejo me ha dicho que tarda más en aparecer en la gente joven—dijo despreocupado.

—Vuelve arriba moreno—dijo Digory.

—Oye viejo, soy el heredero de un reino entero, ¡usted a mi...!

—¡Arriba o te hecho de mi casa!—gritó al anciano.

—Pero...

—¡Arriba!

El calormeno miró arrugando la nariz al anciano y subió arriba dando fuertes pisotones. Llevaron el cuerpo de Wyn al saloncito y lo ataron a una silla, esperando que sus poderes no fueran tan fuertes como para desatarse.

Después de un cuarto de hora, recobró la conciencia.

—De acuerdo tío, diga que está pasando—dijo Susan, cansada y confundida.

Wyn era un ser totalmente limpio, no le parecía alguien hijo de una Bruja milenaria y malvada. Pero si como decía el tío Digory, era un traidor, lo suyo era solo fachada.

—Pregúntaselo al traidor—contestó el anciano sentándose en una silla.

Wyn abrió los ojos y miró alrededor, parecía preocupado. Susan y Lucy ya se habían puesto de acuerdo en quien iba a ser el poli bueno y poli malo.

—Bien, Wyndemar el Zorro, o nos cuentas la verdad—sacó un cuchillo—, o te la sacamos—pronunció Susan.

El mago alzó una ceja.

—No te atreverías—se rió.

—Ponme a prueba—le desafió Susan.

Lucy se puso en medio.

—Tranquilízate Susan, estoy segura de que son desvariaciones de nuestro tío. Wyn no puede ser el hijo de Jadis, eso sería...

—Soy el hijo de Jadis—confesó.

Susan acercó su cuchillo a la garganta del mago, interpretando su papel de poli mala.

—¡Tenemos que acabar con el!

—¡Susan espera!—gritó Lucy—¡Déjale hablar!

Se separaron de el para darle espacio. Era hora de que hablara. El mago suspiró.

Las Crónicas de Narnia: el Veneno MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora