❄Capítulo 17❄

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Todo está totalmente oscuro y escucho leves voces a lo lejos. No sé cuánto tiempo permanezco inconsciente pero algo me impide abrir los ojos.

Cada vez las voces son más claras y puedo oírlas pero no hablar o abrir mis ojos.

—Debí haberlo esperado, ¿por qué no lo pensé antes? Esto es mi culpa.

—No fue tu culpa Lauren, no digas eso —la voz de papá suena triste.

—Sí, sí lo fue, yo fui la de la idea de venir aquí en primer lugar.

No, mamá, tú no.

—Señora Jung, ¿usted no sabía del problema de Ice? —Esa es la voz de Aileen.

—Bueno, sí lo sabía pero hasta ahora no sabíamos que era a causa de esto.

—¿Ya ha pasado antes? —la voz de Simon es a penas audible.

—Un par de veces... Oh, mira, ya está despertando. Hola, cariño.

Mis ojos se abren con lentitud y siento un leve mareo. Observo a mi alrededor y están todos mirándome. Mamá me sonríe pero yo no logro devolverle el gesto.

—¿Dónde carajos estoy? —pregunto con voz algo ebria.

—¡Nuestra Ice volvió! Vaya forma de saludar —Simon me sonríe.

—No te preocupes, aún seguimos en la pista de patinaje... en la cafetería —me tranquiliza Sarah. Ella sabe que odio los hospitales.

—Sí, mamá quería llamar hasta a la fuerza aérea por tu desmayo, pero no fue necesario mira, estás bien —dice Dan mientras me despeina el cabello.

—Y además sabemos que no te gustan los hospitales —agrega Sarah.

—¡Mocosa! Agradece que no fue algo grave porque o si no, te gusten o no los hospitales, allá te llevo —me regaña mamá mientras se seca las lágrimas.

—¡Eres una imprudente Ice! Bien sabes que no puedes agitarte ni correr y eso es lo primero que haces. —Alee me pellizca el brazo y yo me quejo.

—¡Auch! No es para tanto... Sólo quería comprobar si en verdad lo que me pasa es a causa de correr mucho.

—¿Pues ya no viste que sí? ¡Masoquista! —Alee sigue regañándome.

—No, la última vez que me desmayé, no corrí, sólo estaba de pie.

Recuerdo aquella tarde. Fue hace un mes y medio. No habían clases debido a que el maestro pescó un fuerte resfriado entonces me quedé en casa, leyendo algunos libros, dormitando o buscando algo en la nevera. El mismo ciclo una y otra vez. Yo estaba sola en casa, papá estaba en el trabajo y Sarah en su clase de baile. Estaba acostada en el sofá tranquilamente y se me antojaron galletas con mermelada, me levanté, fui hacia la cocina y mientras las preparaba mi visión se tornó borrosa, corrí como pude al lavaplatos y me mojé la cara pero los nuevos puntitos negros no desaparecían y cada vez aparecían más y más... Lo que pasó después de aquello no lo recuerdo, sólo sé que cuando desperté, seguía sola, estaba tirada en el suelo, boca abajo y para acabar de completar me había roto la nariz.

No sé qué me pasó... Simplemente sucedió. Mi padre se asustó mucho y dijo que debíamos acudir al hospital pero yo no quise, no de nuevo como hace un año. Aquél recuerdo me hace erizar la piel y entonces sacudo mi cabeza.

Vuelvo al mundo real. Papá me mira y sonríe.

—¿Ice?

—¿Q-qué? —contesto distraídamente.

—Que si quieres tomar un café o una aromática.

—Ah... ¿podemos irnos a casa? No me encuentro bien.

Sweet Ice [Suga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora