Sweet Ice [Suga]

❄Capítulo 36❄

Llevo las manos cubiertas por guantes de lana, una bufanda de lana, un gorro de lana, un suéter de lana y encima de este un abrigo gigante de lana. Prácticamente llevo medio rebaño de ovejas puesto, y todo esto según mi madre, es para cuidarme del frío y prevenir accidentes.

Cuando me coloqué todo aquél rebaño, estaba sofocándome y parecía un malvavisco pero no quise llevarle la contraria a mi madre. No salí de casa sin antes escuchar unas veinte veces sus recomendaciones, consejos y advertencias. Llevaba todas las pastillas que necesitaba y dos repuestos extras para mi inhalador. Todo estaba en orden. Me despedí de mis hermanos y mi madre estaba muy angustiada y nerviosa pero finalmente se despidió de mí a regañadientes.

Ahora estoy en un auto de camino a nuestra "excursión" con cuatro de los chicos. Estoy mirando por la ventana los árboles adornados con nieve mientras pienso en aquella despedida agobiante con mi madre. Sonrío al recordar su rostro desesperado y entonces oigo que me llaman.

—Ice, ¿en qué estás pensando? —me pregunta Hoseok sonriente. En el auto voy con él, Jin, Tae y Jungkook. Este último está tan fascinado con las vistas como yo y sólo se limita a mirar por la ventana del copiloto y admirar el paisaje como un niño pequeño. Él es realmente tímido y ensimismado.

—Estaba recordando la dramática despedida con mi madre —respondo mientras me quito los guantes y el abrigo gigante y pesado que me estaba comenzando a fastidiar.

—De verdad llevas puestas muchas cosas —dice Tae mientras me ayuda a quitar el abrigo.

—Mi madre insistió en que debía ponerme todo este rebaño de oveja —suspiro y me rasco un brazo—. La verdad nunca había usado tanta lana en mi vida y creo que está comenzando a picarme todo el cuerpo.

—Así son las madres, ni que fuéramos a ir a Alaska —Hoseok pone los ojos en blanco y ríe.

—Las madres tienen un sexto sentido con sus hijos que no pueden ignorar, su instinto es protegerlos —habla luego Jin con aire orgulloso sin apartar los ojos de la carretera blanca. Él maneja con estricta prudencia.

—Por eso eres nuestra madre —le dice Tae con voz dulce y yo sonrío cuando todos cuatro ríen.

Vuelvo a centrar mi atención en la ventana y lo que hay a través de ella. Pego mi mejilla al vidrio frío para ver mejor el auto negro que está delante de nosotros por unos cuantos metros. Me pregunto cómo estarán Namjoon, Jimin y Yoongi. Por Nam no me preocupo demasiado pero por los otros dos sí. Me pregunto si hablarán, discutirán o simplemente se ignorarán como han hecho los últimos días. Deseo con todas mis fuerzas que sea la última cosa.

Cuando llegué a su casa con las maletas, Jimin me sonrió tímidamente a modo de saludo pero no me habló en todo el rato después, y Yoongi, bueno, él siempre es indiferente y distante cuando estamos delante de alguien más y sólo se limitó a inclinar la cabeza para saludarme y burlarse de mi vestuario de fábrica de ovejas. Después no cruzamos sino dos o tres palabras hasta separarnos en los autos.

...Y bueno, lo de irnos en autos diferentes fue mi decisión. Podía irme con el grupo de los chicos desenamorados y distantes o con el grupo de los chicos alegres y enérgicos. Por obvias razones elegí el segundo. No me apetecía mucho el ambiente del primero.

Minutos o tal vez horas más tarde, llegamos a nuestro destino. No supe cuánto tiempo pasó puesto que estaba muy distraída pensando en demasiadas cosas a la vez. Mis mentiras, Jimin, mi salud, Yoongi, el viaje, la nieve...

El lugar estaba muy alejado del centro de la ciudad y así mismo muy alejado de las personas, al parecer las únicas que estaban rondando por aquí eramos nosotros ocho. La cabaña que se encontraba en aquél bosque blanco pertenecía a algún familiar de los chicos o algo así me habían comentado ellos.