Nicky.
—Mierda, mierda, mierda.—me llevo las manos a la cara bastante nerviosa.
—¿Es guapo?—se ríe Amy tirada en mi cama.—Venga, no seas orgullosa y dilo, que por aceptar la realidad una vez no te va a pasar nada.
—Si, supongo que si.—ruedo los ojos y sonríe dándole golpecitos en la cama para que me siente con ella. No entiendo porque no está preocupada.
—¿Cómo se llamaba?—se interesa y me tumbo boca bajo pensando.
—David.—contesto.—No, no.—me muerdo el labio.—Daniel, si, creo que si.
—Oh, tiene un nombre sexy.—me hace reír y sonríe tecleando algo en su móvil.—¿Apellido?
—No me sé su DNI entero, eh.—le hago ver y rueda los ojos.—Olvido, creo.
—¿Daniel Olvido?—se ríe y frunzo el ceño.—Pobre de quién se llame así.
—Espera, no era ese.—me muerdo el dedo nerviosa.—Oviedo.
—¿Oviedo?—abre los ojos como platos y asiento segura.–No puede ser.
—¿Qué?—dudo.—¿Lo conoces?
–¿Quién no conoce a Daniel Oviedo, tío?–pregunta y la miro como si fuera tonta. Está claro que yo.—Vale, vale, olvidaba que no eres muy social.
—No me lo eches en cara.
—Lo siento.—suspiro.—Bueno, Dani es el adolescente más rico y guapo de todo Madrid, y no hay chica que no este loca por él.—sonríe.—Bueno, por él, o por su hermano, que más da, si son iguales.
—¿Gemelos?—adivino y asiente, pero nuestra conversación es interrumpida por un sonido procedente de un móvil.—El tuyo.
—No.—niega comprobándolo.—Es un WhatsApp y no es el mío.—celebra orgullosa.—Corre, corre, a ver quién reclama la atención de la increíble Nicky.
–Eres tonta.–le hago ver agarrando mi iPhone y sorprendiéndome al ver que es un número que no tengo guardado.
–¿Y bien?–sonríe acercándose para mirar.
–No sé quién es.–me encojo de hombros entrando en el chat y leyendo el mensaje.
"Así que Nicky, mmm...me gusta."
–¿Y qué te ha dicho?–duda la rubia y entreabro la boca sorprendida.
–Creo que es él.–me alarmo bloqueándolo.–Mierda, joder.
–¿Mierda?–me mira incrédula.–¿Te habla el tío más sexy de Madrid y es lo único que sabes decir?
–¿Quieres que te recuerde quién somos?–la miro sería.–No podemos tener contacto con nadie.
–Eso es lo que tú te piensas.–se queja quitándome el aparato.–Si la gente nos conoce, no sospechan, pero si no lo hacen...
–Esta bien.–gruño agarrándolo de nuevo y abriendo el chat.–Pero como esto salga mal, la culpa será tuya.
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Eres todo lo que quiero.
Ficção AdolescenteQue me has enseñado a vivir en vez de a ver la vida pasar, y en esa diferencia se esconden todos los matices que te definen.