No puedo evitar sonreír mientras la miro a los ojos. Llevamos unos minutos en completo silencio, pero creo que ambos lo necesitamos. Ella para recapacitar y yo para darme cuenta de que es real, de que ha vuelto.
Le acaricio la mejilla lentamente consiguiendo que sonría, y he de admitir que su sonrisa me hace sentir como en casa, a salvo. Me acerco dispuesto a volver a besarla con todas mis ganas, y cuando estoy rozando sus labios, unas voces nos interrumpen. Me muerdo el labio frustrado y me giro encontrándome a Carlos, Hugo y Jorge, los chicos que estaban conmigo en la mesa del local.
–Daniel, ya nos hemos cansado de esperar.–informa el más alto, acercándose a mí con prepotencia.
–Si, sobre eso...–pongo una de mis mejores sonrisas.–Olvidaos, lo dejo.
–¿Qué?–carcajea Hugo.–Oh, no, tú nos debes pasta.
–No os debo nada, porque no habéis comprado nada.–intento mantenerme firme, mientras le echo una mirada a Nicky, que raramente no parece asustada.
–Nos has echo perder el tiempo, y eso son al menos...–se queda pensativo Carlos.–Mil euros a cada uno.
–No te flipes.–doy una risa divertida.–Largaros de una vez.
–Bueno...–sonríe Jorge.–Pues tendremos que conseguir el dinero a las malas.
No pasan ni dos segundos cuando su puño toma contacto contra una de mis mejillas, y rápidamente me aparto para que el siguiente acabe en la pared. Miro a Nicky de nuevo, pidiéndole con la mirada que se largue, pero en vez de dejarme aquí, avanza con seguridad hacia Hugo y lo tira al suelo como si fuera lo más fácil del mundo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Es ahora Carlos quien se le acerca, intenta tocarle el hombro pero ella de un rápido movimiento y sin ningún esfuerzo se deshace de él.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.