Mis uñas golpeando la gran mesa de la peculiar "casa" de mi padre, es el único ruido que se oye ahora mismo. Él me mira con superioridad, intentando descifrar en mi mirada algo que le de la seguridad necesaria para saber que no encontraré a mi hermana. Pero conociéndome, si lo haré, y él lo sabe.
–Ya puedes irte.–dice dirigiendo su mirada a la ventana por la que he entrado.
–Yo creo que no.–sonrío sarcástica mientras busco su mirada.–Dime, ¿qué es exactamente lo que te preocupa de mi?–me levanto para acercarme a él.–Si según tu, no soy más que una pobre y desgraciada niña.
–No me hagas llamar a mis hombres.–gruñe mirándome con furia.–¡Vete!
–¿A tus hombres?–carcajeo.–Soy capaz de dejarlos inconscientes a todos en menos de un minuto, yo de ti no me molestaría en...
–¡Cállate!–grita pasándose las manos por el pelo.–¿Por qué no podías simplemente olvidarme?–da un paso hacia delante.–Me has echo la vida imposible desde que sabes que sigo aquí.
–¡¿Qué yo te he echo la vida imposible a ti?!–grito perdiendo completamente los papeles.–¡Fuiste tú quien mató a mi madre!–me acerco a él amenazante.–¡Intentaste matarme a mí!–logro que de unos pasos hacia atrás.–¡Y ahora me quitas a la única familia que tengo!
–También es mi hija.–dice tragando saliva.–Fuiste tu quien la rapto.
–¡Para que no le hicieras daño!–me muerdo el labio intentando calmarme.–En lo que llevo de vida lo he perdido todo.–susurro aportando la vista.–Y no pienso perderla a ella también.
–Si he querido recuperarla después de tanto tiempo es porque quiero remendar mis errores, ser un buen padre.–dice y ahogo una carcajada irónica.–Es la verdad.
–Tu no sabes ser un buen padre y jamás sabrás serlo.–cojo aire.–Para eso hace falta tener sentimientos, y tú no los tienes.
Se queda callado unos segundos, mirando al suelo sin saber qué decir. Jamás pensé que tendría el valor suficiente para enfrentarme a él y en estos momentos, me siento orgullosa.
–Te hice fuerte.–susurra de repente, consiguiendo que mi furia vuelva de nuevo.–Si no fuera por mí, no serías la persona que eres ahora.
–¿Qué persona?–alzo la voz de nuevo.–¿Esa que roba para poder comer?–intento reprimir las lágrimas.–¿O esa que tiene que fingir para estar a salvo?–cierro los ojos unos segundos.–Lo gracioso de todo esto es que encima crees que has echo algo bien.
–Joder Nicky, eres como un grano en el culo.–gruñe.–¿Quieres a tu hermana?–me mira directamente a los ojos.–Pues búscala.–dice apartándome y pasando por mi lado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.