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Dani

Una semana.
Una semana es lo que llevo sin saber nada de Nicky, y aunque aún no haya asimilado todo lo que me contó, necesito verla y asegurarme de que está bien.
Jesús no sabe nada del tema, y no quiero ser yo quien se lo cuente, aunque debería. Pero confío en que Amy se lo dirá cuando esté preparada.

El ruido del timbre que da finalizadas las clases suena interrumpiendo mis pensamientos. Recojo todo lo más rápido que puedo y salgo corriendo ignorando las insistentes llamadas de mi hermano. En menos de dos minutos, ya estoy en la puerta del colegio público al que va Nicky y espero nervioso a que la gente empiece a salir. Miro a todos los lados en busca de la morena que me vuelve loco pero no está por ninguna parte, y cuando diviso a Amanda no dudo en ir corriendo hacia ella.

–¡Eh!–la llamo y aunque al principio pasa de mí, acaba por girarse para mirarme cansada.

–Dani, déjame.–suspira y frunzo el ceño.

–Como quieras.–levanto las manos inocente.–Solo quiero saber dónde está Nicky.

Se queda mirándome fijamente, como queriendo descifrarme la mirada. Hasta que al final resopla y da un paso hacia mi.

–Esta enferma.–dice volviendo a girarse para marcharse.

Me quedo mirando cómo se va y después de pensármelo varias veces, la sigo decidido, aunque mantengo las distancias.

La veo meterse por un callejón y no dudó en ir tras ella, y en cuanto me doy cuanta de que no tiene salida, empiezo a mirar hacia los lados.
¿Dónde se ha metido?

–Si intentas seguirme, recuerda que la ladrona soy yo.–habla de repente apareciendo de un salto delante de mis narices.

–Necesito ver a Nicky.–susurro mirándole a los ojos.–Por favor.

–Ella no quiere verte.–advierte con la mirada fija en mí.

–Por favor.–susurro sonando muy desesperado.–No voy a criticarle nada, solo quiero saber como está y...hablar de lo nuestro.

–Dani, yo...–aparta la mirada.–Ven, acompáñame.

Asiento a duras penas y la sigo durante varios minutos hasta una casa abandonada. Supongo que este será su hogar.
Abre la puerta y me hace pasar y una vez dentro, un escalofrío recorre mi cuerpo. Por muy abandonada y desastrosa que sea, es cálida y familiar y es lo que la mía jamás tendrá.

–Siéntate.–susurra señalando uno de los sofás.

–¿Dónde está?–dudo mirando a ambos lados.

–Eso es lo que intento explicarte, así que siéntate.–me ordena y le hago caso inmediato. Ella toma asiento a mi lado, y después de mirarme entristecida, se dispone a hablar.–No se porque lo ha echo.–susurra apartando la mirada.–No sé qué venazo de los suyos le ha dado pero...

–¿Qué ha echo?–susurro realmente preocupado.

–Ha ido a entregarse a al policía.–me mira con dolor en los ojos.–Por todos los robos que hemos cometido.

–¿Qué?–alzo la voz.–¿Y la habéis dejado?

–Cuando se le mete algo en la cabeza a Nicky, nadie consigue sacárselo, créeme.–traga saliva.–Ha asumido la culpa por todos y...

Eres todo lo que quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora