Salto de tejado en tejado, cogiendo carrerilla y volviendo a saltar como si fuera la cosa más fácil del mundo. Sonrío orgullosa al darme cuenta de que no he perdido facultades después de dos meses en la cama y me paro ante la orilla de un gran edificio abandonado. Aún recuerdo como si fuera ayer lo rápido que pasó todo, casi ni me di cuenta cuando uno de esos perros a los que adiestran para atrapar a la gente como yo, se me agarró a la pierna y me dejo totalmente inconsciente. A las semanas desperté en mi cama, con goteros y la pierna totalmente vendada. Y hasta hoy no me han dejado volver, por más que insistiera.
Doy un gran salto hasta atravesar una de las ventanas sin cristales del lugar donde vivo y una vez estoy dentro me deshago del pañuelo que cubre mi cara. Salgo de la habitación y ando hasta las escaleras para bajar hasta donde están organizándolo todo.
–Cuando queráis deshaceros de mi, recordad que yo soy la lista.–me cruzo de brazos enfadada, llamando su atención.
–¡Nicky!–se acerca la pequeña de la casa, Hanna, que me abraza cariñosamente intentando dejar de llorar.–¡Creíamos que te había cogido la poli!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–Óscar ha ido a por ti.–se acerca Marc a mi.–¿Enserio te crees que no te queremos aquí?
–¿Enserio?–doblo un poco la cabeza hacia un lado para mirar con rencor a Mario, el que pone una mueca de culpabilidad.
–Lo siento, ¿vale?–me mira arrepentido.–Teníamos a la policía muy cerca y no me he fijado si estábamos todos.
–Esta bien.–me acomodo en uno de los sofás y giro la cabeza al oír el ruido de la puerta principal.
–No está por ningún lado.–habla Óscar en tono preocupado.
–Si, estoy aquí.–levanto la mano para que me vea y después de sonreír se acerca corriendo a mi.
–¿Estás bien?–se preocupa.–¿Y tú pierna?
–Si.–me chupo los labios.–Y la pierna ya está bien desde hace mucho tiempo.
Asiente dudoso antes de darse la vuelva para entrar en la cocina. Hoy le toca preparar la cena a él y eso me alegra, porque todo lo que hace le sale riquísimo.
-Amanda me ha traído este libro pero se está duchando.–se sienta en mi regazo la pequeña.–¿Me lo lees?
*****
Daniel Oviedo.
Apoyo mi cabeza en mis manos intentando no dormirme, pero tener a primera hora historia y que nos hayan puesto un vídeo sobre la Segunda Guerra Mundial no ayuda nada.
–Tienes una cara de dormido que se merece una foto.-bromea mi hermano en un susurro.–¿Qué has echo toda la noche?
–Intentar dormir, pero no se que me pasa.–admito dudoso.