La tarde había caído en la finca WodTher y el hijo del duque estaba más que dispuesto en ir por los placeres que del campo da con los brazos abiertos, pero su compañero de vicios le dijo que lo esperara por unos momentos.
Su amigo de la infancia, Arthur (ya tenía una semana de haberse encontrado) en esos momentos encontraba solo con su padre (qué había regresado) por lo tanto tenía el deber moral de esperar que su padre lo liberará para salir. Claro él también lo hacía y por eso lo comprendía; cuando los padres les pasa el legado a sus hijos mayores esperan grandes resultados para con la familia pero también esperan obediencia y deber moral para con ellos. Lo bueno es que su padre aún no lo hacía.
-Ah Ethan ya estoy listo.-Arthur sacudió su pantalón-. ¿Y tú?-. Ethan levantó la cabeza y vio a su compañero de andadas libertinas en el campo.
Sonrió.
Cuando Sarah lo averiguara lo mataría y él se partiría de la risa.
-Arthur tu adorada Sarah te matará-dijo burlón.
-No, mi bella esposa sabrá que acompañe a un irreparable libertino para que no dañara la honra de su servidumbre.-se jacto Arthur.
Cuando Ethan iba a rebatir tal acusación supo que Arthur tenía razón. Las chicas que estaban en su casa eran bellas, de cabellos rizados y caderas anchas con pies pequeños.
-Deja de pensar cosas sucias mi amigo. Y vayámonos.-Arthur volvió a subirse en su caballo y dio unas cuantas vueltas para esperar a Ethan.
Ethan solo pudo levantar las comisura de sus labios para decir que se alegraba de que su amigo lo conociera tan bien. Y ahora él tenía que buscar a una mujer para poder sosegar su cuerpo. Aunque acompañado de un hombre perdidamente enamorado de su esposa y reconocido de la zona era una tarea algo difícil.
Ambos ya listos para cabalgar salieron rumbo a la taberna más concurrida de la zona ya que esa también era la mejor. El viaje solo duro unos cuantos minutos que llenaron hablando de minorías y una invitación a comer en casa de los Ronchester, a causa del regreso de la señora Sarah y compañía.
Al llegar a la taberna empezaron con algo suave, cerveza y un poco de ron pero mientras avanzaba la noche el whisky también enfilo la mesa.
-Así que tu amada esposa llega...-Ethan empezó la platica con un tema seguro, como era hablar siempre de Sarah, una mujer muy guapa y fina, de cabellos rebeldes y de color tan rojo como los tomates. ¿Tomates?, bueno, a él le gustaban los tomates ¿acaso eso quería decir que veía atractiva a la dulce Sarah...? No. Solo que la dama era encantadora. Sacudió la cabeza y sus cabellos se alborotaron más.
-En tres o cuatro días. Parte mañana de la capital eso leí en su última carta que llegó. Así que haremos una comida y tú ya estas invitado. Padre estará más que feliz hablando contigo.-Arthur era un hombre muy alegre medito Ethan tras recuperar un poco el cerebro por tantas jarras de cerveza y ron.
-Ahora donde encontraré una linda dama-ni al cabo de terminar la oración Ethan tenía una linda muchacha en sus piernas la cual parecía saber el arte de la seducción.
La vista de Arthur paso de vivaz y parlachina a una sombra y se alejo a fumar su puro afuera del local. Claro que no era necesario salir para consumir tal producto, pero ver a una mujer con poca ropa no era algo que él gozara. A menos que fuera su esposa.
Mientas Arthur solo pensaba que su amada estaría otros cuatro días más sin él, sufriría como un niño abandonado. Cuando la cabeza le dejo de zumbar un poco se dio cuenta que llevaba por lo menos unas dos horas afuera, su piel estaba helada y le temblaban los dientes. Si Eva lo viera lo reñiría y si Rachell que era la menor por casi seis años, buena ella lo mataría, así que regreso a la taberna para haber si el "Casanova" de su amigo ya había terminado con la rubia.
-Hey amigo ya terminaste por que creo que queda poco para el amanecer, y yo tengo cosas que hacer en la mañana...-la voz de Arthur se fue apagando al ver a Ethan con dos mujeres una enredada entre sus piernas y la otra en sus brazos, una con sus faldas muy arriba y la otra con su corpiño muy abajo, nada saltaba a la imaginación.
-Rayos Ethan, vayámonos o te dejo. -ofuscado soltó Arthur.
-No. Yo me quedo, vete, no necesito que hoy me cuides.-mas enredado que los trapos sucios Ethan y sus compañeras despidieron al señor Thresser.
Y así el conde se fue a su casa mientras el futuro duque estaba más que feliz con sus damas de la seducción.
La mañana siguiente fue otra historia el futuro duque despertó en una cama llena de listones y camisones con tres damas, todas de diferentes cabelleras pero rubias. Si el amaba a las rubias. Y sus modales de caballero estaban al otro lado de la puerta. Mientras él pensaba como pasar el día con tan bellas chicas, el conde de Ronchester preparaba una nota para su padre que solo tenía dos días de llegada de Edimburgo para decirle que su esposa había adelantado el viaje e iba a recogerla. Tarde, pero la culpa era del correo.
Estúpido correo.
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Una esposa perfecta © - Completa
Historical FictionYa Publicada en Bookmet... Donde las familias aristocráticas tienen sus casas de campo, la mayoría iba solo por la temporada de caza pero en este caso, el hijo del Duque WodTher se había refugiado, para ocultare de los bailes para evitar las mañas c...