Capítulo 14

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Aquí el capítulo 14. A disfrutar.

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Rachell tenía su baño en la comodidad de su cuarto, en la tina que privilegiada-mente su padre le trasladado, era una muy cómoda, larga y espaciosa, es más ella podía decir que dos personas bien tenían el gusto de bañarse juntas. Mientras el agua con aceites y las burbujas -por los mismos aceites- la bañaba, y su cabello se humedecía, Molli le pasaba la esponja a su espalda, y ella a sus piernas.

-Mi señorita ¿desea más agua caliente?. - la empleada le hablaba pero ella solo pensaba en como responder a la pregunta del caballero.

-¿Qué pasa Molli?

-Mi señorita Rachell ¿ocupa más agua caliente o un poco fría?.

-Creo que fría, con esta calor es imposible que me bañe con agua caliente, así que háblale al bueno para nada de Quique que sé está el diván. - Rachell no comprendían porque su adorado hermano tenía que estar en la salita de su cuarto mientras se bañaba. No era correcto. Aunque a ella no le molestaba, era él único con el que podía tener una conversación fuera de tono-los limites de la sociedad, fuera de temas de las señoritas- sin temer al que dirán.

-Si señorita.

Molli salió y lo vio arrecostado en el divan, pero no pudo decirle eso a su patrón, así que presidio de lo antes ordenada por su señorita y salio de la habitación para llamar a los mozos que subieran más cubetas de agua, agua de los barriles esas estarían más cálidas que las del pozo.

Enrique miró la salida de Molli y sonrió, la muchacha sabía su lugar. Se levantó y sus botas negras altas caminaron sin ruido por la alfombra hasta detenerse detrás del biombo.

-Sirena mía. Qué crees que haces ahí. Te arrugaras como una pasa.- se mofo.

Rachell lo miró mal. Su bata color crema empapada por agua, se le pegaba a la piel y además era corta. Se acurruco un poco más en el agua-. Quique hermano de mi alma; que crees que haces, soy tu hermana no tu amante. Así que vuelve al diván y quédate ahí.

-¡Bah! Tus novelas son aburridas, hermana. Además esa Diana no sabe nada del arte del amor.

-Por supuesto que no sabe, es tan... insípida que nadie le decía nada, por eso terminó con un ladrón. Acaso no leíste el título Enrique. Se llama "El ladrón y la dama".

-Yo le llamaría "El arte de robar la inocencia" y a caso a eso es lo tu llamas literatura.

-Creí que dirías otra cosa.- rodó los ojos.

-Quita esa cara, Rae. Y ya sal de ahí antes que seas una pasa.

-Molli trae más agua, tengo jabón en casi todo mi cuerpo. Así que vete ya. Tienes que entrenar con Rayo y ve ¡haber si ya me llegó Luz!

-¡Oh sí!-Enrique de pronto se acordó- gracias por cubrirme, y lamento dejarte allí en la fiesta; pero tenía que ir al pueblo a comprar unas cosas. Perdóname Rae, se que a veces soy un mal hermano.

-Mi señorita, ya esta el agua- Molli dio un pequeño salto, su señor Enrique estaba hablando con su patrona en un ambiente muy privado. ¡No era correcto!

-¿Dónde están los mozos Molli?-. Enrique preguntó.

-Ahí en espera de meter los baldes aquí.- señalando atrás de los paneles de tela, Molli indicó.

-Yo los traeré aquí, nadie vera a Rachell en esos paños menores, son horribles, nunca seducirás a nadie así Rachell.

Molli ahogo un grito, Rachell tenía ganas de tirarle lo que sea y el muy cretino se iba y pronto regresaría con los baldes de agua. ¡Como si nada!

Una esposa perfecta © - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora