Thomas

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"A dónde tú vayas yo iré, somos un equipo Tommy, no lo olvides"

Ya no podían seguir así, cada noche los penitentes se llevaban a un chico, ya no podían aguantar ver cómo alguien de la familia se iba a una muerte segura, y no ayudaba que Gally estuviera tratando de lavar el cerebro de los demás, había que parar ésto, tenían que escapar.
Se reunieron en secreto, necesitaban tener una idea de que harían, no podían llevar a los demás a un lugar qué no supieran exactamente donde estaba, por que en temas de seguridad no se podía ni pensar ya que se trataba del mismísimo hogar de los penitentes. Tenían miedo pero ya no podían seguir viviendo así, ya no más.
I

bas caminando junto con Thomas, tenían que llegar antes de que oscureciera, iban en un silencio que para ambos era cómodo, ambos se sentían cómodos con la presencia del otro. Desde que Thomas había llegado al Claro tú lo habías aceptado de inmediato, sabias lo difícil que era llegar a ese horrible lugar, con el paso del tiempo te volviste su mejor amiga, siempre pasaban tiempo juntos, o bueno ésto fue hasta la llegada de Teresa, y más aún cuando está despertó desde que eso pasó toda la atención de Tommy fue para ella y tú quedaste en segundo plano, y eso te dolía ya que para ti Tommy siempre sería primero.
-¿Estás nerviosa? - Preguntó Thomas.
-Algo, pensar en ya no estaremos en éste lugar me alegra - dijiste - pero no se que hay más allá.
-Todo ira bien - dijo con una sonrisa - pero si prefieres quedarte aquí con tú hermano sería entendible, son familia.
-No seas tonto - dijiste - a donde tú vayas yo iré, somos un equipo Tommy, no lo olvides - sonreíste.
-No lo hago - tomó suavemente tú mano - Sólo temo que algo te pase y que eso nunca más lo pueda olvidar.
-No me pasara nada - dijiste - se cuidarme.
-Lo sé - dijo para luego apretar tú mano - Eres la chica más valiente que conozco.
Le sonreíste, ambos quedaron en silenció así que volvieron a caminar en dirección a la finca, debían ponerse a salvo, y arreglar los últimos detalles del plan, todo debía ser perfecto, no podían darse el lujo de cometer errores que podrían ser pagados con la vida de alguno de los clarianos.

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