Mis párpados abrieron. Bostecé, estiré mis brazos y miré a mi alrededor.
No estaba en el bosque, en general no.
Unas cuatro paredes y un techo me rodeaban. Si estaba en lo correcto, esta era la casita de Wendy. Claro que, en este caso, se trataba de la mía. La casita de Vera, suena bien...
─ ¿Vera?
Volteé hacia la ventana: Wendy.
─ Oh, Wendy. ¿Qué sucedió?
Ella suspiró y abrió la puerta, ¿Dónde...? Olvídenlo.
─ Michael y John están perdidos, Vera.
Exacto, esta era la parte donde debíamos ir a buscarlos. Si no estoy mal, ya debieron encontrarse con Tigrilla. Oh, parece que le presté atención al libro. Aunque aquí las cosas están un poco cambiadas, o, por decirlo de una manera más suave, desordenadas.
─ ¡Sé dónde están! ─exclamé entusiasmada por mi conocimiento de este cuento. Wendy sonrió.
─ ¿Dónde?
─ Sólo confía en mí...
Salí de la casita con un par de zancadas. Iba muy confiada hasta que me tropecé con una piedra y caí de cara con la húmeda grama.
─ No confíes al cien por ciento, quizás al setenta por ciento... o al diez por ciento, tal vez ─dije con la cara sumergida en la arena.
Me levanté, y sacudí mi ropa. Logré andar bien después de eso y caminamos hasta el bosque.
Peter y los Niños Perdidos buscaban por todo el lugar: alredor de los árboles, sobre ellos, en los arbustos, a las orillas del lago, y hasta donde yo no alcanzaba a ver. Gritaban los nombres de John y Michael, pero no obtenían resultados.
Obviamente, yo tenia la solución. A medias, en verdad no conocía el bosque. Pero, sí sabía que estaban con Tigrilla, y eso era un avance, ¿no?
─ Debemos adentrarnos más en el bosque.
─ ¿Vera? ─Peter sonrió.
─ ¡Hola, Peter! ─Soy débil...
Peter ensanchó su sonrisa.
─ ¡Vera sabe dónde están! ─soltó Wendy.
Sacudí la cabeza y volví a la realidad, o eso creo...
─ Peter, ¿dónde planeabas buscarlos en pocos minutos?
─ Más adentro del bosque...
─ ¡Vamos allí! ─grité caminando.
─ Al otro lado... ─corrigió Peter.
Volteé a la otra dirección.
─ ¡Vamos allí!
Los chicos siguieron a Peter. Pero, al recordar, ellos no iban al lugar correcto. Pero, ¿y si sí iban al lugar correcto?
Bufé y caminé a donde mi instinto me llevó. Lo que quiere decir que caminé un buen rato. Vagué, a decir verdad. Y oí unas risas. ¡Las risas de Tigrilla!
Lentamente me escondí detrás de una gran roca. Los demás no daban señal de estar cerca de mi zona.
Vi como los tontos de John y Michael caían en la trampa. No pude evitar rodar los ojos. Entonces, Tigrilla resbaló y cayó frente a Garfio. Luego, la interrogó. Tigrilla respondió hablando no-sé-que-idioma, y finalizó con mi parte favorita: escupiéndole en la cara. Reí tan alto, que Garfio volteó, me miró y sonrió.
Yo sólo intente correr, pero un pirata desaliñado me tomó por los hombros y me cargó. Pataleé y pataleé como un pez fuera del agua, pero no sirvió de nada.
Me lanzaron a pies de Garfio. Finas botas, debo agregar.
─ Tú debes ser Vera...
¿Qué? Oh, cierto. Disimular, disimular...
─ Sí, lo soy. Pero dudo que te importe.
Garfio miró al horizonte y sonrió.
─ Buena e inteligente...
Puedo jurar que eso tenía un doble sentido.
─ ¡Callad, Mano de óxido! ─decidí sacar provecho del momento─. ¡Eres un bacalao!
Garfio gruñó.
─ ¿Ah, sí? ¿Quién lo dice? ─preguntó, mirándome.
─ ¡Yo lo digo! ─exclamé, sin borrar la sonrisa de mi rostro.
Michael y John entonaron un "uhhhhhh" mientras yo chocaba los cinco con Tigrilla.Entonces, Garfio me cargó en sus brazos. Lo golpeaba una y otra vez, pero nada de nada.
─ Bien, muy bien ─susurró a mi oído─. Aprendes rápido, Filibustera*.
─ Aprendí a ser rápida de alguien que escapa de un cocodrilo, ¿qué esperabas?
Garfio rió sin diversión, pero yo solté una carcajada.
Nos alejamos un poco del resto, sólo entonces me bajó.
─ ¿Ahora qué? ─pregunté.
─ Tengo entendido que Peter vendrá por los mocosos. Así que, al castillo negro.
─ Mira, no es por nada, pero deberías no tardarte mucho. Es sólo un consejo ─dije, y me fui directo al barco.
Garfio sacudió su cabeza y entró al Jolly Roger. Smee se acercó a él, nervioso como siempre. Pude oírlos hablar mientras simulaba mirar el agua cristalina bajo nosotros.
─ ¿Hacia dónde, Capitán? ─preguntó Smee.
─ El Castillo Negro ─respondió éste.
─ ¿Está seguro? No creo que...
─ Smee ─interrumpió Garfio─. Yo hago las ordenes, tú las sigues. ¿Entendido?
─ Entendido, Capitán.
No pude evitar reír. Es que la voz de Smee es de anciano gracioso. Tomé seriedad al ver que Garfio me hizo una señal. Luego, siendo de nuevo el Garfio que yo conozco, me ató las manos.
─ ¡¿Qué rayos te pasa?!
─ Disimula, querida. Disimula.
Me llevaron junto a los también atados John, Michael y Tigrilla. Nos dejaron atados a un gran poste en medio del barco.
Esta era una parte emocionante del libro y, para ser sincera, imaginaba que estaría junto a Peter y los Niños Perdidos, en cambio, estuve atada junto a estos niños. Bufé y bajé la cabeza, no quedaba de otra que esperar...
(Narrador)
Peter y Wendy estaban cerca de las sirenas, a una distancia razonable.
─ Ten cuidado... ─advirtió Peter.
Wendy asintió. Las sirenas son seres malvados que pueden ahogarte mientras te hechizan con su belleza. Peter lo sabía, pero, por lo visto, Wendy no.
─ Si Garfio tiene a tus hermanos, ellas lo sabrán.
Wendy sólo asintió, embelesada por la imagen que se ceñía a pocos centímetros de sus pies.
Las sirenas se acercaron cuidadosamente a ellos. Era hermosas... y peligrosas. Wendy estaba fascinada por ello.
Entonces una de ellas intentó acercarse a Wendy, pero Peter le gruñió, haciendo que estas se alejaran. Todas ellas, sin siquiera decir una palabra.
Por lo menos, así lo vio Wendy.
─ ¡Garfio los tiene!
Peter se levantó y salió de allí. A su manera, él entendió lo que pasaba.
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* Filibustera(o): Marino, pirata.
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Peter Pan, el chico en mi ventana
FanfictionVera es una jovencita soñadora que a pesar de no decirlo en voz alta, desea crecer antes de tiempo. Crecer de la manera aburrida: Trabajar, no jugar. Sumar y restar, no dibujar. Dejar la niñez atrás, muy atrás... O eso al menos hasta que un día, mi...