Capítulo 26: ¿De vuelta a casa?

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- ¿Qué rayos?

El susurro de James llegó a mis oídos como una clase de bala que atravesaba ese ligero cristal entre donde me encontraba, y la realidad... O al menos ese mundo en donde se supone que me encontraba horas antes, incluso quizás minutos que pasaron y dejaron esto: Un sentimiento de que algo no encaja.

El chico de pie frente a mí no se sentía para nada como Peter, ¿pero cómo se sentía Peter de todos modos? Ya había pasado suficiente tiempo como para olvidarlo, así que podría haber sido eso. Podría haber sido que me separé de Peter por tanto tiempo que olvidé su aroma a...

- ¡Peter pero si hasta llevas perfume! -exclamé, y por impulso lleve una de mis manos a mi boca, y la otra al hombro del chico vestido con plantas, pero rodeado de un aroma a flores y elegancia que no cuadraba. Las flores sí, ¿pero dónde quedaba la naturaleza, la pureza del niño perdido? ¡Esto no tenía sentido!

Y el silencio repleto de narices olfateando y miradas curioseando lo dejó claro.

- ¿Gucci o Chanel? -preguntó Alex de repente, rompiendo el silencio como solo él-. No te creo que sea el de Antonio Banderas, pero si tú lo dices...

James le miró en reproche, pero no dijo nada. Parecía buscar las palabras correctas sin lograr más que su ceño fruncido y sus hombros rectos, en esa pose casi militar que de hecho sí le quedaba. A él le quedaba la seriedad, a Alex su indiferencia y a Zorrillo su vista desviada sobre un ave que justo iba pasando y parecía querer usar el baño sobre la cabeza de alguien el barco, pero en cuanto a Peter, seguía sin tener una opinión.

Mucho menos cuando continúo.

- Realmente no conoces nada de marcas, ¿no es así? Has dicho las primeras que se vinieron a tu cabeza -Y rió, pero no me gustó su risa.

- Realmente no quieres saber lo que se viene a mi cabeza ahora -contestó Alex, y Conejo tuvo que llamarle desde otro extremo de la borda para que no fuese hacia Peter. Es decir, Alex era inteligente, pero dudaba que supiese con quién se metía.

Claro que lo estaba dudando todo en ese instante.

Me sentí mareada con tantas ideas que se vinieron a mi cabeza, sobre todo con una de ellas que me esforzaba por callar. Me esforzaba de verdad, luchaba con mi insistencia y mi culpabilidad en lo que parecían horas, pero eran solo el segundos. Solo pasaron segundos antes de que Peter extendiese su mano hacia mí con una sonrisa.

- Ven, Vera, volvamos a casa -dijo.

Tal vez lo dije o tal vez no, pero la palabra me sonó muy clara: ¿Qué? ¿Así, solo así? Volver a casa. Es justo lo que pensé que quería, pero tan indecisa como lo soy, dudé, y temí, ¡porque no podía ser tan fácil! Ni siquiera veía piratas cerca del lugar, no después de que lograramos salir, y aunque no me quejaba solo... No lo creía.

Algo tenía que pasar. Algo.

Como en el cuento.

- Pero ése es el problema -murmuré para mí misma, muy, muy bajo. Y por un segundo lo hice, alcé mi mano para tomar la de Peter y seguirlo pero no, y a cambio de eso di otro paso hacia atrás, como si me hubiese tropezado. Hasta traté de parecer apenada, haciéndome la que no se enteraba de nada al expresar su preocupación-: ¿Pero y los piratas? Saben que estamos aquí. Los hemos perdido hace poco pero...

- Está bien, Vera, hablé con ellos -sonrió, y se cruzó de brazos como si todo el asunto no le afectara-. Todo puede solucionarse charlando.

- ¡Pero qué aburrido! -chilló uno de los gemelos.

- ¡Eso es para adultos! -siguió el otro.

Y lo admito: Me dolió.

En algún momento antes de todo esto, yo habría dicho lo mismo. ¡Que todo se soluciona con las palabras, sí! Pero no esto, ¡no algo que se supone que debería se divertido, emocionante, tan de Peter!

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2016 ⏰

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Peter Pan, el chico en mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora