Capítulo 12: El pájaro de Vera...

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   Los piratas, ajenos a que Smee estaba siendo apaleado por un grupo de niños, nos soltaban.

   Garfio sonrió. Luego caminó tranquilo, escalando las piedras. Su voz seguía resonando aún cuando él no hablaba.

   Si conocen esto como yo, sabrán que se trataba de Peter.

─ ¿Quién eres, voz misteriosa? ─preguntó Garfio.

─ ¡Soy el Capitán Garfio! ─anunció la voz.

   Garfio sonrió.

─ ¿Ah, sí? Entonces... ¿Quién soy yo?

─ Eres un bacalao.

   La cara de póquer del Capitán Mano de Óxido valía más que todo el oro del mundo, en serio.

   Peter salió de detrás de una roca, apuntando a Garfio con su espada. Se veía increíblemente guapo. No fue difícil prestarle atención a la escena.

─ Peter... mi amigo ─susurró Garfio.

   Yo seguía parada allí, como una tonta, embelesada y paralizada con todo y mis manos libres.

─ ¡Por aquí!─me señaló Wendy. Ella sí que apareció de la nada porque no la vi salir o saltar ni nada por el estilo.

    La seguí. Pero un pirata nos detuvo antes de que tuviéramos un avance significativo.

─ ¿Hacoa dónde creen que van, señoritas?

   Aunque su falta de dientes me asqueaba, me encogí de hombros con completa tranquilidad y un rostro que intentaba emanar ternura. Como una niña que ha hecho o hará una maldad.

─ Nosotras, ni idea ─dije, muy calmada─ Tú, por otra parte...

─ ¡Al agua! ─gritamos al unísono Wendy y yo, y empujamos a ese pirata al agua.

(Narrador)

─ ¡Esto debe ser una broma! ─exclamó Alex mientras leía el libro─. Tú no puedes ser real... Es decir, ¿un hada? ¿De verdad?

   Campanilla lo pellizcó, furiosa e insultada.  ¡Claro que ella era real y el dolor lo probaba! Alex gimió.

─ Ya, ya. Calma. No hace falta ser violentos.

   Él seguía estando un poco desorientado puesto a que no conocía muy bien este cuento, a diferencia de la extravagante Vera. Lo suyo eran las películas.

─ Así que... ¿Puedes volar? ¿Y hacerme volar a mí?

   Campanilla asintió; y fue un movimiento apenas perceptible, resaltado por el salto de su chispeante melena rubia. Ella haría lo que fuera por deshacerse de las intrusas, hasta soportar una conversación tan ridícula con un chico medio atontado.

─ Y Vera está en Nunca Jamás, ¿cierto?

   Campanilla asintió, aún más emocionada. Ya casi llegaban al punto en el que se diría que todo avanzaba. ¡Su plan tomaba rumbo!

   Alex estaba un poco más que confundido. No sabía si pensar que se trataba de un sueño, o era cierto. Y se inclinaba más por lo del sueño. Es que bueno, no es normal que un hada entre y te diga que a la chica que cuidas por una noche se ha ido volando por la ventana con un niño en mallas. Y mucho peor es que tengas que ir a buscarla: eso no lo enseñan en la secundaria, ni en ningún lugar.

─ ¿Segura que eres real? Es decir, no quiero lanzarme de la ventana y aterrizar en el patio en pedazos. No es muy sano. O muy seguro...

   Campanilla puso sus manos en su cabecita. Alex era indeciso y lento para captar los mensajes; o quizás era sólo la hora y la situación: despierto a medianoche, hablando con una mini-persona brillante. No quiso estallar por nada, ¡su paciencia era tan brillante como su vestido e iba a seguir normal!

Peter Pan, el chico en mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora