Capitulo 18: Tu historia...

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 El cuerpo de una debilitada y casi muerta Campanilla reposaba en el suelo. James corrió hacia ella y de rodillas, empezó a llorar. Su vida entera había leído esta parte del cuento, y siempre era lo mismo... ¿cómo no puso saberlo antes?

 Quizás porque Garfio jamás vino por sí mismo con este plan. Lo cual era lo lógico. Pero, después de todo, este no parecía ser el mismísimo Garfio. Smee, y los demás piratas, si eran ellos mismos.

─ ¿Campanilla? ─preguntó uno de los niños perdidos, que miraba a James arrodillado frente a la pequeña hada─. ¡Campanilla!

 James bajó la mirada y siguió llorando, el niño de traje de Conejo no pareció querer culpar a James, pero no le sorprendería que lo hiciera. Detrás de Conejo llegó Zorrillo, quien sí se lanzó contra James y levantó, hasta acorralarlo en el árbol.

─ ¿Qué le has hecho a Campanita?

 James se enjugó las lágrimas y le miro con furia.

─ Nada... ¡No he sido yo quien le ha hecho esto a Campanita!

─ ¿Ah, no? ¿Entonces, quién? ¿La arena?

─ Fueron los piratas... ─susurró Wendy, que aparecía detrás del árbol, con un rostro entristecido.

 James y Zorrillo fueron hacia ella y le preguntaron cómo lo sabía. James estaba aun más sorprendido.

─ Lo siento ─murmuró ella, conteniendo las lagrimas─. Lo siento, chicos... quise hacer algo pero...

─ ¡Pero nada, Wendy! ─exclamó Zorrillo─. ¿Cómo pudiste?

─ No pude, es por eso que Campanita esta ahora así...

 Wendy se echó a llorar, y James les dio la espalda... solo había una solución.

─ No podemos pelear... debemos creer ─susurró

(Vera)

 No podía creer todo lo que estaba sucediendo. ¿Debía decirles que teníamos que creer en las hadas? O... no lo sé.

─ ¿Qué sucede, Vera? ─preguntó Alex.

─ Nada bueno ─le respondí, abrazándolo─. Quiero irme, Alex, quiero irme.

 Él me empujó, y me miró perplejo.

─ Pero... ¡has sido tú quien nos arrastró a esto! Además, es tu sueño, Vera. Esto es lo que querías.

─ Campanita está muriendo, y nunca quise eso...

─ Uno no puede ser del todo perfecto, igual que los cuentos de hadas.

─ ¡Pero si esto es un cuento de hadas! ¡Se supone que debe ser perfecto!

 Alex negó con la cabeza y sacó un libro de su bolso.

─ Mira ─dijo, mientras alzaba el libro en sus manos─. Esta no es tu historia, ¿entiendes?

─ No entiendo...

─ Tu historia es la que tu ayudas a crear, y ayudas a crear esta realidad. Olvídate del libro y piensa que es un sueño, tu sueño, haz lo que quieras... pero no despiertes...

 Volví a abrazarlo, esta vez, él aceptó mi abrazo. Quería llorar, y eso hice. Él acarició mi cabello mientras leía algunas partes del libro.

─ ¿Les dirás a todos lo que deben hacer? ─preguntó.

─ Eso creo...

 Garfio nos miraba desde un rincón del barco, cruzado de brazos y muy serio. Aquello no era por furia, o por fastidio, sino por reflexión. Él mismo había dicho que no era el Garfio, por eso quizás no era malo.

─ Debo ir al baño ─susurró Alex, y fue apresurado hasta entrar al barco. No pude evitar reír.

─ ¿Sabes lo que debemos hacer al llegar, cierto? ─preguntó Garfio al aparecer a mi lado, no me sobresalte, ya estaba acostumbrada.

─ Sí, ayudar a Campanita...

─ No hablo de eso ─sonrió─. Hablo de... luego de todo eso.

 Guardé silencio, esperando a que se explicara mejor. No lo hizo, y me limite a negar con la cabeza.

─ ¿Te irás, Vera?

 Su tono de voz me recordó cuando Peter me preguntó lo mismo, y era igual: no sabía que decir.

─ Podrás decirme luego ─me guiñó un ojo y fue hacia adentro─. Ahora debemos ver cómo está el niño, espero que no muera aun... preferiría matarlo yo mismo ─rió.

 ¡Peter! Casi lo olvidaba. Corrí detrás de Garfio, pero me tropecé con el libro de Alex. Estaba abierto en la última parte, pero no iba a leerlo. Cerré el libro y volví a mi camino...

─ Olvídate del libro… esta es tu historia ─me dije a mi misma.

Peter Pan, el chico en mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora