Capítulo 11: Primer encuentro...

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   Miraba una nube blanca, o rosada; creo que ya me estaba afectando no dormir mucho.

   En la cubierta del barco sólo estábamos el trío maravilla, Garfio, Smee, y yo. Yo, la niña que estaba a punto de gritar fastidiada.

─ Se hará de noche, Capitán ─avisó Smee.

─ ¿Qué? ─pregunté alarmada─. ¿Estás daltónico o te pasaste con los tragos? Ni siquiera es de tar...

   Mi boca se abrió y mis ojos la siguieron: era imposible. De un segundo a otro, ¡bam! ¡de noche!

─ ¿Qué clase de brujería es ésta?

─ Esa, magia ─me explicó Michael.

    Abrí la boca para discutir pero no tenía argumentos para defenderme, así que sólo cerré los ojos y me dejé caer en el suelo. Deslizarme a lo largo del poste fue, ni mucho menos, incomodísimo. Ymis manos atadas no ayudaron mucho; quedé sentada sobre mis manos, lo cual no es cómodo.

─ Un poco de ayuda aquí... ─miré a Garfio.

 Él rodó los ojos y se acercó, tomándome por la cadera. Chillé, ya era algo normal.

─ ¡Cuidado con lo que tocas, eh! ─advertí en voz alta y amenazante nivel gato asustado.

  Bufó. Era obvio que su metodo debía ser cambiado o yo le iba a arrancar la nariz de un mordisco. Acto seguido a su murmuro obstinado, me levantó un poco y colocó mis manos en la espalda.

─ Hago lo que quiero ─dijo Garfio mientras caminaba a otro lado ─. Una niña no me dirá qué hacer.

   Dejé caer mi cabeza y miré las nubes, otra vez.

   Pensaba en Peter. ¿Qué estaría haciendo en ese instante? Algo interesante, quizá. Algo divertido, también. Bueno, estaba segura que respiraba, era un gran paso.

   Me irrité un poco. Si la vida de piratas no es lo mío, mucho menos la de prisionera.

─ ¿Aburrida, Vera?

    Ladeé la cabeza hacia la izquierda, pero no vi a nadie.

─ A tu derecha, camarada.

   Volteé, pues, a la derecha. James sonreía.

─ ¿Respiras, James?

   El rió. Yo sólo le di una pequeña risa, medio despierta y medio adormilada. Estuve a punto de cerrar mis ojos, pero la voz de Garfio resonó.

─ ¡Preparados!

   Todos centramos nuestra atención al frente del barco. Un tenebroso ─ya lo había visto─, horroroso ─ya lo sabía─, y muy extraño ─nada me sorprende─, castillo negro, se irguió frente a nosotros.

─ Oh, no... ─dijo James en un suspiro─, ha comenzado.

─ ¿Te sabes el cuento? ─sacudí la cabeza, atónita. Eso me alegraba más de lo que me sorprendía, si te soy sincera.

─ Sí... por desgracia, lo sé.

   ¡Choca esos cinco! Bueno no... Interesante. Preferí no pasar mis pensamientos a palabras.

─ ¿Libro? ─pregunté.

─ Y musical... ─respondió, riendo.

   Asentí y sonreí al momento en que un estruendoso temblor azotó al barco. Todos se sostuvieron de algo. Y yo, bueno... ¡Estoba atada!

   Algunos piratas nos desataron. Y me veo obligada a decir que di pelea para que me bajaran del puente. No quería pisar esas rocas húmedas y viscosas.

Peter Pan, el chico en mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora