Capitulo 20: Lo olvidado...

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 Cuando desperté estaba tan oscuro que no pude diferenciar que ojo había abierto. Lo único que recordaba era haberme desmayado, o más bien haber sido dopada. Aún me sentía adormecida. Quizás me gustaba, pero quería despertar.

─ Pss... ¡Vera! Dios mío, pensé que habías muerto ─reconocía la voz, Alex.

─ Tú tomándome en cuenta, la cosa es seria ─ironicé─. ¿Dónde estamos?

─ No lo sabemos ─era James, pero parecía estar hablando con dificultad─. Pero es el barco de Garfio, tenlo por seguro.

 Oí pataleos a mi derecha, y hasta un manotazo llegó a mi rostro.

─ ¡¿Quién fue?! ─exclamé, y oí varias risillas.

─ Lo siento, lo siento, lo siento ─murmuró Conejo. Ignoré el hecho de querer matarlo, sonaba muy arrepentido entonces.

 Nadie más habló durante un rato, hasta que una voz ronca tosió desde lo más profundo de la habitación. Estaba claro quién era, Garfio.

─ Pe... Peter ─dijo entre tos y tos, el sonido de la sangre saliendo a gargajos de su boca resonó en el silencio─. ¿Está aquí? ─pero nadie respondió, y mi corazón subió a mi garganta de un salto─. Ellos... se lo han llevado.

─ ¿A Peter? ¿Dónde? ─preguntó Zorrillo.

─ Arriba... en... en el camarote de Garfio.

  En lo más profundo de mí algo bailaba. No en mi estómago, casi, sino en donde creo que están mis sentimientos. Te odio, pensé al distinguir una chispa de brillo en el metal de su garfio. Mentiroso, te odio. Tal vez lo juzgaba antes, pero casi juraba que ese Garfio tenía algo que ver con lo que sucedía. Y mentía, nada le dolía y de seguro ni tosía en serio.

─ ¿Cuál es tu verdadero nombre, Garfio? ─pregunté, mi voz era un lío que se escapaba a través de mi garganta. Estaba tan profunda y ronca que podía ser la de mi padre.

─ Garfio ─respondió Zorrillo, inocente.

─ No, no lo es.

 Creí que yo iba a decir eso, pero yo no lo hice. Fue alguien más allá de todos nosotros en el oscuro rincón de la habitación. Y, por la silueta sombreada y rechoncha en el marco de la puerta, estaba claro que era Smee.

─ Smee... basta ─murmuró el capitán mentiroso.

─ Su nombre no es Garfio.

 Dio un paso hacia adelante y la habitación se iluminó. James, Alex, Wendy y Michael estaban atados a barilles de cerveza en lo más profundo de la habitación. Supuse que era un sótano. Un horrible sótano oscuro y mugriento. James y Alex, despiertos. Wendy y Michael, tan dormidos que podrían estar muertos.

 John y los niños perdidos, a excepción de Zorrillo y Conejo, estaban un poco más adelante, atados en círculo con cadenas de metal. No podía verlos así sin odiar mucho más a Garfio, Smee y los suyos.

 Entonces me di cuenta de que Garfio no estaba.

No estaba allí, ni a mi lado.

 Zorrillo y Conejo estaban junto a mí. Tenía los brazos atados a postas, justo como ellos. Y empezaban a dolerme las muñecas con el material de las sogas. Pequeñas espinas y grandes heridas, pensé.

─ ¿Y qué, se llama Douglas o qué? ─preguntó Alex, usando el nombre de su ex mejor amigo. Hubiese reído, pero no fue posible gracias a mis ánimos de perros. 

─ No tiene nombre... ─continuó Smee, para sorpresa de todos─. Porque lo ha olvidado.

─ ¡Smee! ─Garfio alargó la última sílaba hasta que raspó su voz desde su garganta. Pareció emerger de las sombras, arremetiendo como un animal en dirección a Smee.

 Garfio, o cómo fuera su nombre, estaba en la pared que daba fin a la habitación, desecho y con la ropa cerca de estar hecha pedazos. Golpeado y adolorido, gimió, suplicó. Estaba allí, encadenado en cuello y extremidades como un criminal peligroso.

─ Decidió quedarse aquí mucho más del tiempo necesario... y lo olvidó.

 Con esas últimas palabras, Smee dejó ese oscuro lugar silencioso.

Peter Pan, el chico en mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora