Capítulo 12

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El 1 de septiembre llegó, y tras preparar mi baúl fuimos a la estación de King Cross. Cruzamos el andén 9 y 3/4 y nos acercamos al enorme tren escarlata.

-Que tengas un buen año hija- mis padres se despidieron dándome un beso en la frente y se fueron.

Esquivando a todos los niños que se despedían de sus padres llegué por fin al expreso.
Subí con mi baúl y mi lechuza y entré a un vagón vacío. Me paré junto a la puerta y cuando vi que Draco estaba entrando con Crabbe y Goyle, levanté la mano para que me vieran y se acercaran.

-Ey, hola a todos- los saludé.

-Hola- contestaron al unísono.

-Vamos, entrad- les dije mientras yo me sentaba junto a la ventana- ¿Qué pensáis de que Lockhart sea el nuevo profesor de DCAO?

-Que en Hogwarts no se preocupan demasiado de ponernos profesores decentes- Draco se sentó a mi lado- Mi padre dice que Lockhart es el mago más incompetente que existe. Después de los Weasley, claro.

-Deberían poner a Snape, seguro que sabe más que ningún otro sobre artes oscuras. Nos enseñaría maldiciones, a atacar a cualquiera que quisiera hacernos daño... Sería un gran profesor.

-Dumbledore lleva negándole ese puesto años.

-Será que no se fía todavía de él del todo.

-¿Lo dices por...?

-Sí- respondí intuyendo lo que iba a decir.

-¿Por qué no me dijiste que tu padre era mortífago?- me preguntó mirándome de reojo.

-No es algo que suelo ir contando por ahí. Y que yo recuerde tú tampoco me lo has contado.

-Creí que lo sabías.

-Me di cuenta el día que fuimos a tu casa. De eso se conocían nuestros padres.

-Nuestros padres también son mortífagos- intervino Goyle.

-Lo suponía. Creo que todos en Slytherin somos hijos de mortífagos.

Seguimos hablando el resto del trayecto hasta que el tren se detuvo en Hogsmeade. Luego montamos en carruajes que eran tirados por criaturas invisibles y llegamos al castillo al anochecer.
Al igual que el año pasado tuvo lugar la selección de las casas para los alumnos nuevos y tras unas palabras de Dumbledore la comida apareció en los platos.

-¿Habéis oído los rumores?- dijo Pansy que se levantó de su sitio casi al final de la mesa para sentarse frente a nosotros cuatro.

-¿Qué rumores?- preguntamos Draco y yo a la vez.

-Sobre Potter y Weasley. Dicen que han llegado en un coche volador y que se estrellaron contra el sauce boxeador. Se supone que ahora están en el despacho de Snape.

-¿De verdad?- estiré el cuello para mirar a los de Gryffindor y en efecto, faltaban ellos dos.

-Es una pena que el sauce no los haya aplastado. Pero al menos sabemos con seguridad que Snape los va a expulsar- Draco sonrió con satisfacción.

-No te emociones tan rápido, ¿de verdad crees que Dumbledore va a dejar que expulsen al cuatro ojos y al zanahoria? Yo creo que no.

Y tal como supuse, Potter y Weasley aparecieron en el Gran Comedor al día siguiente.

-Te lo dije.

Draco gruñó como respuesta. Mientras desayunabamos llegó una lechuza que aterrizó con torpeza junto a Weasley. Llevaba en el pico un sobre rojo.

-¡Atención chicos!- exclamó alguien de Gryffindor- ¡Weasley ha recibido un howler!

-Esto será divertido- dijo Draco dejando la cuchara en el bol de cereales y frotándose las manos.

Cuando abrió el sobre unos gritos histéricos resonaron por todo el gran comedor. Era la madre de Weasley regañándolo por haber cogido el coche volador de su padre y amenazándolo con sacarlo de Hogwarts si volvía a hacer algo así. Su cara de espanto fue épica.

La primera clase del curso era Herbología y se daba en los invernaderos.

-Buenos días a todos- nos saludó la profesora.

-Buenos días profesora Sprout- le respondimos.

-Bienvenidos al invernadero 3 alumnos de segundo año. Juntaos por favor- nos pidió y nos acercamos a una mesa repleta de macetas- Hoy vamos a aprender a replantar mandrágoras. ¿Quién me puede decir las propiedades de las mandrágoras? Sí, señorita Granger.

-La mandrágora o mandrágula se usa para devolver a los petrificados a su estado original. Es también muy peligrosa pues el chillido de la mandrágora es fatal para quien lo oye.

-¡Excelente!- la felicitó la profesora- 10 puntos para Gryffindor.

-Sabelotodo- dije por lo bajo.

-Ya que nuestras mandrágoras siguen en el semillero no os matarán sus gritos pero os pueden dejar inconscientes varias horas por eso os he entregado orejeras como protección auditiva. Haced el favor de poneoslas ya. Rápido. Almohadillas bien ceñidas y observad con atención: se agarra la mandrágora con firmeza y se extrae de la maceta de un tirón.

En lugar de raíces, surgió de la tierra una especie de niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le salían directamente de la cabeza y sus chillidos eran de tal magnitud y tan desagradables que se oían incluso con las orejeras puestas.

-¿Entendido?- continuó la profesora- Y ahora la colocais en la otra maceta y espolvoreais un poco de abono para que guarden el calor. Coser y cantar.

De repente Longbottom se desplomó en el suelo. La profesora resopló.

-Longbottom no se ha puesto las orejeras.

-No señora, se ha desmayado- explicó Seamus Finnigan mientras los de Slytherin reíamos.

-Ya, bueno... dejadle ahí. Continuemos, hay muchas macetas que trasplantar. Agarrad vuestra mandrágora ¡y tirad!

Seguimos sus instrucciones y sacamos las mandrágoras, que se retorcían, pataleaban, sacudían sus pequeños puños y rechinaban los dientes.

-Puagh, huelen fatal- me quejé y la tiré rápidamente a la otra maceta.

Draco se entretuvo en ponerle el dedo en la cara y la mandrágora le propinó un buen mordisco.

-¡Ah!- gritó de dolor y arrojó la mandrágora con rabia.

-Eso te pasa por tonto- reí.

Al final de la clase todos estábamos empapados en sudor y llenos de tierra por lo que volvimos al castillo para lavarnos un poco antes de ir a clase de Transformaciones.

EL AMOR DE UN SLYTHERIN (Draco Malfoy y tú) ❤ [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora