Capítulo 15

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Al inicio del mes de octubre un frío húmedo se extendió por los campos y penetró en el castillo. Otoño vino acompañado de unas fuertes e incesantes lluvias que raros días cesaban. Pero cuando lo hacían, Flint preparaba un entrenamiento de quidditch sin perder un segundo; antes de que una tormenta fastidiase sus planes. Y por si fuera poco para mí el tener que helarme de frío en nuestra sala común, Draco me insistía cansinamente que fuera a verlo entrenar.
Así que ahí estaba yo la tarde de un nublado sábado, calada hasta los huesos y tiritando viendo el dichoso entrenamiento. Cuando podría estar frente a la chimenea, bebiendo un chocolate bien calentito, en pijama...
Por suerte unas gruesas gotas comenzaron a caer y Flint permitió a sus jugadores volver al castillo.

-Por fin- dije abrazándome a mí misma para entrar en calor- En invierno deberían suspender el quidditch.

-No digas tonterías.

-Bueno pues entonces no vuelvas a pedirme que vaya a verte. Casi muero congelada.

-Como te gusta exagerar. Pero si tienes frío... yo puedo calentarte- dijo Draco abriendo la puerta del castillo y haciendo un gesto con la mano para que yo pasara primero.

-No soy exagerada, como tú te estabas moviendo...- respondí ignorando su otro comentario.

-Si alguien ha pasado frío he sido yo. Estaba volando en escoba, con todo el viento dándome en la cara.

Delante de nosotros, en la pared de piedra de las mazmorras, el profesor Snape estaba pegando una nota. Luego pasó por nuestro lado serio como siempre y dándonos una breve mirada se alejó de nosotros. Me detuve a leer la hoja mientras Draco siguió andando.

-Date prisa que quiero ir a cambiarme.

-Voy...- respondí leyendo el papel.

-¿Qué pone?

-Nada, es un aviso de que en dos semanas será la fiesta de Halloween en el Gran Comedor y que podemos ayudar a decorarlo si queremos.

Noté un cosquilleo en el tobillo y bajé la vista, encontrándome con unos brillantes ojos rojos. La señora Norris maullaba y caminaba entre mis pies.

-Hay un gato a tu lado.

-Gracias, no lo había visto- dije con sarcasmo- Es la gata de Filch, y me está llenando las medias de pelos... Quita- intenté separarla de mí pero no se movía ni un centímetro.

-Déjala y vámonos- insistió Draco. Caminé hasta él y la gata vino detrás- Estúpido gato, vete por ahí- le dio con el pie para apartarla de nuestro lado.

-¡Suciedad!- un grito nos sobresaltó. Giramos la cabeza lentamente y vimos a Filch con la mandíbula temblando y los ojos salidos de las órbitas, al tiempo que señalaba las pisadas de barro que nosotros dos habíamos dejado por las escaleras- ¡Suciedad y mugre por todas partes! ¡Hasta aquí podíamos llegar! ¡Seguidme!

Draco y yo nos miramos con una mueca y seguimos a Filch.

-Oiga a mi padre no le haría ninguna gracia saber que va a volver a castigarme- comentó Draco con un leve temblor en la voz.

Llevé mi dedo índice a mis labios indicándole que se callara pero él siguió hablando.

-Por si no lo recuerda, mi padre trabaja en el consejo escolar y...

-¿Me estás amenazando muchacho?- acercó su rostro crispado de rabia al de Draco.

-No señor...- titubeó.

-Mendrugo, has conseguido enfadarlo más- le susurré y me lanzó una mirada fulminante.

La consejería era una habitación lóbrega y desprovista de ventanas, iluminada por una solitaria lámpara de aceite que colgaba del techo. Filch cogió una pluma de un bote que había en la mesa y empezó a revolver con la mano en uno de los cajones.

-¿Dónde están los formularios? Ajá...

Sacó un pergamino y lo extendió ante sí, y a continuación mojó en el tintero su larga pluma negra.

-Nombre: Draco Malfoy y ______ Allen.
Delito: ...

-Oiga sólo fue un poco de barro- me quejé- La entrada a las mazmorras está al lado de la puerta principal así que no hemos ensuciado tanto.

-Sólo es un poco de barro para ti, ¡pero soy yo el que tiene que limpiarlo!- gritó.

-Ya pues por si no lo ha notado hemos ensuciado más el suelo viniendo hasta aquí y eso no es culpa nuestra.

-¡Silencio!

-¿Ahora quién lo ha enfadado más todavía?- me replicó Draco en un susurro.

-Calla.

-Delito: ensuciar el castillo. Castigo propuesto: ...

Filch nos miró entornando los ojos, deliberando que castigo imponernos. Pero cuando bajó la pluma para escribir, se oyó un golpe tremendo en el techo de la conserjería, que hizo temblar la lámpara de aceite.

-¡PEEVES!- bramó tirando la pluma en un acceso de ira- ¡Esta vez te voy a pillar, esta vez te pillo!

Y olvidándose de nosotros, salió de la oficina corriendo con la Señora Norris a su lado.

-Esto es culpa tuya.

-¿Se puede saber que he hecho ahora?- rodé los ojos mientras me sentaba en una silla de madera llena de polvo.

-Si no te hubieras parado a leer esa estúpida nota habríamos llegado a la sala común sin que Filch nos viera.

-Y una mierda.

-¿Eso es todo lo que vas a decir?

-Sí.

-Seguro que nos pone a limpiar el castillo como castigo. O peor... ¿te imaginas que nos manda otra vez al Bosque Prohibido? Mi padre...

-¿Quieres callarte de una vez? Tu padre no va a hacer nada- dije con fastidio.

Sonidos de pisadas se oyeron por el pasillo.

-¡Sí! ¡Ya es mío, ya es mío!- Filch entró eufórico y se dirigió a toda prisa a la mesa. Sacó otro informe del cajón y con la pluma comenzó a escribir- De esta no se libra- le dijo triunfante a su gata que estaba sentada sobre la mesa.

-Eh... ¿qué pasa con nosotros?- pregunté con esperanza de que nos dejara marchar.

-Podéis iros- gruñó- Esto es más importante. Pero como vuelva a veros ensuciando el castillo, deseareis no haber venido nunca a Hogwarts. Venga, fuera.

Draco y yo salimos sin perder un segundo.

-De la que nos hemos librado.

Suspiramos con alivio y chocamos los cinco. Debíamos de ser los primeros alumnos que se libraban de un castigo de Filch.

EL AMOR DE UN SLYTHERIN (Draco Malfoy y tú) ❤ [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora