EL AMOR DE UN SLYTHERIN (Draco Malfoy y tú) ❤ [PAUSADA]

Capítulo 13

Las clases de la profesora McGonagall eran siempre muy duras, pero ese primer día sólo repasamos los hechizos que aprendimos en primer curso. Cuando sonó la campana bajamos a comer.

-Esta tarde es la primera clase de DCAO de Lockhart. ¿No estáis ansiosos?- pregunté sirviéndome un cucharón de puré de patatas.

-Estoy más ansioso porque empiece ya la temporada de quidditch- respondió Draco.

-¿Y eso por qué? ¿Piensas presentarte a las pruebas?

-No, no necesito hacer las pruebas.

-Ya...- reí.

-¿No me crees?

-Pues no. Aquel es Flint, el capitán del equipo- lo señalé- Sabes tan bien como yo que para él lo más importante es el quidditch. Así que no creo que se arriesgue a poner a alguien sin saber como juega.

-¿Quieres apostar?

-No.

-¿Tienes miedo?- me miró alzando una ceja.

-No, pero prefiero no arriesgarme. Tú no juegas limpio.

-Ni tú tampoco, así que eso no es excusa.

Cuando terminamos de comer salimos al patio. El día estaba nublado.
Nos sentamos en un peldaño de piedra mientras la suave brisa acariciaba nuestros rostros.

-Qué bien se está aquí fuera- dije apartándome un mechón de pelo de la cara.

Pansy pasó delante nuestro con su grupo de amigas.

-Hola ______.

La saludé con la mano y fingí una sonrisa que cambié rápidamente por una mueca de desagrado cuando dejó de mirarme.

-Creo que Pansy esta intentando que seamos amigas. Ayer estuvo hasta las tantas contándome todo lo que había hecho en verano, qué pesada. Y no entiendo por qué, el año pasado yo no le caía demasiado bien.

-Las chicas sois muy raras- concluyó Draco.

-Tú si que eres raro, nada más hay que ver ese pelo con diez kilos de gel que llevas.

-Te encanta mi pelo y lo sabes.

-Más quisieras. Eh, ahí hay un ajedrez mágico. ¿Jugamos?

-No- negó Draco.

-Nosotros jugaremos- dijo Crabbe- Goyle y yo contra ti.

-¿Vosotros dos? ¿Sabéis siquiera lo que es el ajedrez? Lamento deciros que no se come- se burló Draco.

-Déjalos en paz Malfoy- le dije yendo a buscar el tablero.

-No me llames Malfoy, para ti soy Draco.

-Vale, vale... no me he dado cuenta.

Resultó que Crabbe y Goyle sí sabían jugar al ajedrez pero no eran muy avispados.

-Hmm... caballo a E4.

-Torre a D3.

-Reina a...

Pero antes de que pudiera ordenar nada Draco me agarró de la muñeca y tiró de ella para que lo siguiera.

-¿Qué haces?

-¡Crabbe, Goyle!- los llamó para que vinieran también.

-¿Dónde vamos?

-Allí está Potter, quiero oír de qué está hablando con el crío ese de la cámara.

Nos acercamos a ellos con sigilo.

-...tal vez tu amigo querría sacarnos una foto para que pudiera salir yo a tu lado. ¿Y me la podrías firmar luego?- le pidió el niño y Draco habló de inmediato.

-¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter? ¡Todo el mundo a la cola!- gritó para que le oyeran todos- ¡Harry Potter firma fotos!

-No es verdad- dijo Potter de mal humor, apretando los puños- ¡Cállate, Malfoy!

-Lo que pasa es que le tienes envidia- dijo el otro niño.

-¿Envidia? ¿De qué?- esta vez hablé yo- ¿De tener una asquerosa cicatriz en la frente? ¿Desde cuándo uno es más importante por tener la cabeza rajada por una cicatriz?

Crabbe y Goyle reían a carcajadas.

-Entiendo que eso sea lo que pienses Allen, ya que una mierda de trol es más importante que tú- me dijo Weasley con cara de malas pulgas.

Crabbe dejó de reír y empezó a restregarse de manera amenazadora los nudillos.

-Weasley, ten cuidado con cómo le hablas a ella- me defendió Draco- No te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio.

Varios alumnos de quinto curso de Slytherin que había por allí cerca rieron.

-A Weasley le gustaría que le firmaras una foto, Potter- sonrió Draco- Pronto valdrá más que la casa entera de su familia.

Weasley sacó del bolsillo de su túnica una varita envuelta en celo.

-¿Qué pasa aquí? ¿Qué es lo que pasa aquí?

-Nada profesora McGonagall, tan solo estamos hablando.

-Permítame decirle señorita Allen, que dudo mucho que el señor Malfoy y usted estuvieran manteniendo una conversación agradable con sus compañeros de Gryffindor.

La campana sonó, indicando el inicio de las clases de la tarde.

-¡Adentro todos, venga!- gritó y los de segundo nos dirigimos a DCAO. El aula estaba llena de cuadros de Lockhart, daba bastante repelús.

-Sentemonos aquí- me dijo Draco- vosotros poneos detrás nuestro- les ordenó a Crabbe y a Goyle.

El profesor Lockhart entró segundos después con aires de grandeza.

-Permitidme presentaros a vuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Yo, Gilderoy Lockhart de la Orden de Merlín de tercera clase. Miembro honorario de la liga para la defensa contra las artes oscuras y cinco veces galardonado con el premio a la sonrisa más encantadora de la revista corazón de bruja. Pero no hablaremos de eso, no me libré del presagio de una banshee con mi sonrisa- rió enseñando los dientes exageradamente blancos.

Todos nos miramos unos a otros con cara de incredulidad.

-Ahora, cuidado- sacó su varita de la túnica y cambió el tono de su voz por uno más serio- es mi misión dotaros de útiles defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico- dio un golpe con la mano a una jaula cubierta con una manta roja y ésta vibró de forma brusca- Podríais encontraros frente a los peores terrores en esta habitación. No obstante- continuó Lockhart- sabed que nada malo os ocurrirá mientras yo esté aquí. Solamente os ruego que no griteis, podrían enfurecerse.

Destapó la jaula de repente y dejó ver a una gran cantidad de bichos azules de unos veinte centímetros.

-¿Duendecillos de Cornualles?- preguntó un Gryffindor soltando una gran carcajada. Toda la clase suspiramos aliviados.

-Ríase si quiere señor Finnigan, pero los duendecillos pueden ser endiabladamente engañosos. Veamos que podéis hacer con ellos.

Abrió la jaula y los duendecillos salieron disparados en todas direcciones y comenzaron a destrozarlo todo.

-¡Ahh!- chillé cuando varios de ellos me tiraron del pelo.

-¡Salgamos de aquí!- gritó Draco y salió despavorido de la clase. Los demás no lo pensamos dos veces e hicimos lo mismo.