Capítulo 4

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La primera clase del día siguiente era Transformaciones y la compartíamos con los de Gryffindor.
Draco y yo nos sentamos en el segundo asiento de la fila del medio. McGonagall nos ordenó que copiaramos del libro el hechizo para transformar un botón en escarabajo.
Tras unos diez minutos de clase la puerta se abrió y Potter y Weasley entraron corriendo. McGonagall les echó la bronca por haber llegado tarde. Reprimí una risa y continué copiando el hechizo. La siguiente clase era una de las que más ansiaba dar, Pociones. Se daba abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo y había estanterías llenas de frascos con animales conservados, flotando en líquidos amarillentos.
Draco y yo volvimos a sentarnos juntos, en primera fila.

-Es un asco que tengamos que compartir esta clase también con los Gryffindor- me dijo Draco con una mueca.

-Lo sé, pero he oído que Snape siempre favorece a los Slytherin así que podremos conseguir puntos fácilmente.

La puerta se abrió de forma brusca y Snape entró a toda velocidad.

-No permitiré ni absurdos aireos de varitas mágicas ni bobos encantamientos en esta clase. No creo que muchos de ustedes aprecien la sutil ciencia y preciso arte de la elaboración de pociones. No obstante aquellos... pocos... elegidos...- nos dirigió una breve mirada a mí y a Draco- que posean tal predisposición... conseguiré enseñarles a embrujar la mente... y a confundir los sentidos... Os enseñaré a embotellar la fama, a elaborar la gloria y hasta detener a la propia... muerte...

Malfoy y yo lo escuchábamos embelesados, cada palabra que decía se grababa en nuestra mente y nos maravillaba el hecho de saber que algún día conseguiríamos llevar a cabo todo lo que Snape nos proponía.

-Señor Potter... nuestra... nueva... celebridad.

Snape comenzó a hacerle distintas preguntas a Potter; a las que él contestaba con un patético "no lo sé, señor".

-Oiga, Hermione lo sabe- dijo refiriéndose a la niña de pelo castaño que llevaba un buen rato levantando la mano- ¿Por qué no le pregunta a ella?

-Gryffindors- dijo Snape escribiendo en un cuaderno con una pluma- sepan que les serán sustraídos cinco puntos a su casa por el descaro... de su compañero de clase.

-Bien hecho Potter- dije girándome para verlo.

Durante el almuerzo llegaron las lechuzas con el correo. Mis padres me habían enviado una caja con un montón de golosinas. Cuando nos dirigimos a la sala común vimos una nota en el tablón: las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderíamos juntos.

-¿Otra vez con esos?- me quejé asqueada- Los profesores saben que hay más casas aparte de Gryffindor ¿no?

-Tampoco es tan malo- dijo Draco y lo miré sorprendida- Veremos a Potter hacer el ridículo de nuevo- rió.

La tarde del jueves nos dirigimos a los terrenos del castillo para asistir a la primera clase de vuelo. Era un día claro y cálido y la hierba se agitaba bajo nuestros pies. Había veinte escobas alineadas en el suelo. La profesora, la señora Hooch, era alta, de pelo canoso y ojos amarillos.

-Buenas tardes alumnos. Bienvenidos a clase de vuelo. Bueno, a qué esperáis; todo el mundo al lado izquierdo de su escoba, rápido. Bien, extended la mano sobre ella y decid "arriba".

-¡Arriba!- dije y la escoba subió hasta mi mano.

-Bien- continuó la señora Hooch cuando ya todos teníamos nuestra escoba- ahora quiero que os monteis. Cuando toque mi silbato quiero que cada uno dé una fuerte patada al suelo. A mi señal, tres... dos...

Antes de que tocara el silbato el estúpido de Longbottom se había elevado y no sabía bajar. La escoba comenzó a moverse de un lado a otro de forma violenta, chocó con las paredes del castillo y cayó al suelo. La profesora corrió hacia él; al parecer se había fracturado la muñeca.

-Que nadie vaya a levantar los pies del suelo mientras llevo al señor Longbottom a la enfermería. Si veo una sola escoba en el aire, el que vaya sobre ella estará fuera de Hogwarts en menos que se dice quidditch- nos avisó antes de marcharse.

-¿Visteis su cara?- dijo Draco riendo. Había agarrado la recordadora de Longbottom- Si ese zoquete hubiera caído sobre esto lo habría aplastado con su gran culo- yo reí junto a Crabbe y Goyle.

-Damela Malfoy- le ordenó Harry.

-No. La esconderé para que Longbottom la busque- Draco se montó en la escoba y comenzó a volar- ¿Qué tal en el tejado?

-¿Qué pasa Potter? ¿Muy lejos de tu alcance?- dije para molestarlo.

Me fulminó con la mirada y montó sobre su escoba. Draco tiró la recordadora y Potter fue tras ella. Al final pudo atraparla y cuando pisó el suelo todos fueron a felicitarlo. Pero en ese momento llegó la profesora McGonagall con rostro severo.

-¿Harry Potter? Acompañeme.

-Si consigues que expulsen a Potter te hago un altar- le susurré a Draco y él me sonrió.

Teníamos el resto de la tarde libre aunque no hicimos nada especial, nos quedamos en la sala común hablando. A la hora de la cena Draco nos pidió que lo siguiéramos a la mesa de Gryffindor.

-¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo coges el tren para volver con los muggles?

-Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme y tienes a tus amiguitos- dijo fríamente Potter.

-Nos veremos cuando quieras- contestó Malfoy- Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?

-Por supuesto que sí- intervino Weasley- Yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?

-______- dijo Draco rápidamente y yo lo miré alzando una ceja- A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.

-¿Cómo que soy tu segunda?- le pregunté cuando nos marchamos.

-Lo del duelo es mentira. No iremos.

-Ohhhh- dije después de caer en la cuenta- ellos irán, nosotros nos chivaremos y los atraparán fuera del dormitorio.

-Exacto- sonrió victorioso- Diremos adiós a Potter y a Weasley para siempre, dos pájaros de un tiro.

Después de la cena nos acercamos a Filch.

-Disculpe- le dijo Draco- hemos oído a unos alumnos decir que van a ir a la sala de trofeos a medianoche.

-¿Qué alumnos?- preguntó Filch arrugando la frente.

-No lo sabemos.

-Pero creemos que son de Gryffindor- añadí.

Filch dio un gruñido y se marchó junto a su gata.

EL AMOR DE UN SLYTHERIN (Draco Malfoy y tú) ❤ [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora