17.- Adelina Amouteru

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Al día siguiente, las nubes se reúnen en el horizonte, acercándose amedida que avanza el día. En el momento en que comienza a anochecery la tierra y las plantas de Kenettran dan paso a los primeros ríos deEstenzia, el cielo está cubierto de una gruesa capa gris, por lo que el crepúsculoparece medianoche. Hay una promesa de rayos en el aire, algo afilado y tenso quepresagia una tormenta. La tensión crece a medida que nos acercamos a la ciudad,hasta que el cielo se abre y, finalmente, una fuerte lluvia fría empieza a empapar latierra.
Me pongo la capucha cuando el viento azota mi espalda.
—¿Cuánto tiempo durará esta tormenta? —le pregunta Violetta a Sergio através de la lluvia.
Sergio cabalga a nuestro lado.
—Por lo menos un día. Nunca puedo decirlo bien. Una vez que la pongo enmovimiento, toma vida propia y no la puedo detener.
Tomamos un descanso cuando llegamos a la primera aldea a las afueras deEstenzia. La posibilidad de toparnos con Inquisidores después de este punto esalta. Me bajo del caballo, le acaricio el cuello y lo llevo del bozal hacia los edificios.Detrás de mí, los demás hacen lo mismo. Es hora de renunciar a nuestros corceles eir a pie.
O más específicamente, ir por el canal.
Dejamos los caballos atados frente a una taberna y continuamos nuestrocamino. Atravesamos el pueblo y llegamos al siguiente, con un grupo más grandede casas. Pronto vemos los muros de Estenzia comenzando a vislumbrarse a travésde la niebla y la lluvia, se ven las siluetas negras contra el cielo gris. Las farolasiluminan vacilantes el pueblo detrás de nosotros. Mis botas aplastan el sueloempapado. La capa con capucha ya es inútil contra la lluvia, la utilizamossolamente para ocultar nuestros rostros. Prefiero guardar mi energía para cuandoestemos más cerca de la ciudad.
En este lugar la tierra empieza a astillarse en trozos que están conectados porcanales. La tormenta ya comenzó a inundar algunos, llevándose muchas góndolas.Magiano nos obliga a detenernos donde varias góndolas se han acumulado en laesquina de un canal. Un lienzo oscuro cubre la parte de arriba y los remos se mueven al azar sin sus gondoleros.

  —Últimamente, Estenzia ha mantenido los canales bloqueados con el fin decontrolar el paso de la carga —dice en voz baja—. Pero en una tormenta como esta,los canales de la ciudad se inundarán demasiado rápido si no se levantan algunaspuertas. Tienen que ayudar a bajar el nivel del agua. —Asiente hacia las góndolasapiladas.
Es nuestra oportunidad de entrar a la ciudad.
Mientras los chicos destapan una parte de la primera góndola, Sergio ayuda aVioletta a subir. Me quedo mirando las murallas de la ciudad. La lluvia lasdesdibuja de manera que parecen solo una niebla gris, pero incluso con esteaguacero, puedo distinguir las filas de refugios.
—¿Qué es eso? —le pregunto a Magiano, asintiendo hacia los refugios.Se limpia el agua de los ojos.—Un campamento de malfettos esclavos, por supuesto —responde.Mi corazón se encoje.¿Campamento de malfettos esclavos? El campamento se extiende a lo largo de
la muralla y desaparece cuando se curva fuera de nuestra línea de visión. Por lotanto, esto es en lo que Teren ha estado ocupado. Me pregunto qué tipo de trabajolos ha obligado a hacer y cuánto tiempo les permitirá vivir. No hay duda de que soloestá esperando el momento oportuno. Una ola oscura se posa en mi estómago,llevando el ceño fruncido hasta mis labios.
Voy a arreglar esto cuando gobierne Kenettra.
—Andando —me apresura Magiano, sacándome de mis pensamientos. Haceseñas hacia la góndola donde se encuentra Violetta. Mientras acepto su manoextendida, sus ojos se encuentran con los míos y me mantengo así por un instante,insegura. Su mano aprieta la mía. Me aferro con el calor aumentando rápidamenteen mis mejillas. El beso de anoche entre nosotros todavía está ahí y no sé qué hacercon eso.
Magiano se inclina más cerca, como si fuera a besarme de nuevo. Pero sedetiene a un centímetro de mis labios. Sus ojos se suavizan por un momento.
—Mira por donde pisas —dice, guiándome a la barca.
Mi respuesta es un murmullo incoherente. Bajo con cuidado. El barco sesumerge en el agua mientras voy hasta el vientre de la embarcación. Se estállenando rápidamente de agua, pero soy capaz de mantener el rostro fuera parapoder respirar. Las botas de Violetta están a centímetros de distancia, así quenuestras cabezas se encuentran en los extremos.
—Cuando estemos más cerca —les digo en voz más alta—, voy a ponerles unvelo. Quédense cerca y mantengan un ojo en los demás.
Magiano asiente. Luego él y Sergio le dan un empujón a la góndola y el bote semueve hacia adelante.
La tormenta se intensifica a medida que nos acercamos a Estenzia. Me quedoen el bote manteniendo la cabeza fuera del agua. Apenas puedo ver una que otra piedra recubriendo los bordes de los canales, pero de vez en cuando tengo unavisión de las murallas. Delante de nosotros está el inicio del campamento. Ahoraestamos tan cerca que vemos los puntos blancos esparcidos por las filas detiendas... Inquisidores. Sus capas flotan en la tormenta mientras corren de aquípara allá a lo largo del campamento. Arriesgo un vistazo detrás de mí. Hay unalarga distancia entre nuestra góndola y la que está detrás de nosotros. Si todo vabien, Magiano y Sergio deben estar siguiéndonos. Uso mi energía y extiendo lamano, buscando los corazones palpitantes de emoción, anticipación y miedo.

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